Si se aprueba la amnistía, el presidente derrocado Manuel Zelaya podría dejar finalmente la embajada brasileña en Tegucigalpa y circular libremente por el país centroamericano o viajar al exterior.
La comunidad internacional viene demandando la liberación de Zelaya, que hace más de dos meses está encerrado y asediado por los militares en la embajada brasileña. Sin embargo, los golpistas no se apurarán a tomar ninguna medida. “Hay que abrir un gran debate en un tema tan sensitivo como es la amnistía, que impuesta desde afuera sin consenso nacional no resuelve absolutamente nada”, se justificó el presidente de facto del Congreso hondureño, José Alfredo Saavedra.
La semana pasada el presidente electo Lobo se había reunido en Costa Rica con los presidentes Oscar Arias y el panameño Ricardo Martinelli, dos líderes que junto a Barack Obama reconocieron las elecciones bajo dictadura. En ese encuentro, los dos mandatarios le pidieron dos cosas para legitimar su asunción: la renuncia inmediata del dictador Roberto Micheletti y una amnistía general para todos los actores involucrados de una manera u otra en el golpe de Estado del 28 de junio. Según afirmó el presidente dominicano Leonel Fernández, la semana pasada Lobo y Zelaya habían arreglado una reunión en su país para iniciar un diálogo.
El encuentro se frustró porque la dictadura de Micheletti se negó a conceder un salvoconducto para el presidente derrocado y su familia.