¿Cuál es su posición ante la crisis política de Honduras?
Es una crisis lamentable. En este momento hay sanciones de la comunidad internacional que limitan la capacidad de financiar programas que ya estaban en ejecución, que limitan el bienestar de la familia hondureña. Hay quienes opinan que fue un golpe de Estado, pero una muy buena parte también piensa que fue una sucesión constitucional amparada en la ley.
A 50 días para las elecciones, ¿cómo le afecta a su candidatura el que no se resuelva esta crisis?
La principal es la invocación del señor Zelaya a la insurrección, a que corra la sangre por las calles y a manejar el vandalismo. Eso atenta contra la elección. El pueblo hondureño siente temor, y ese se ha incrementado con el retorno del señor Zelaya. Del otro lado, ya han suspendido el decreto que suspendía los derechos institucionales, y eso es una muestra inequívoca de voluntad.
Esa suspensión no se ha publicado aún en la La Gaceta —diario oficial—, ¿eso podría afectar las elecciones y dar cabida a que se impugnen en algún momento?
Hay que definir la autonomía del proceso electoral. No lo convocó un presidente, sino el Tribunal Supremo Electoral, y lo hizo mucho tiempo atrás. Utilizar las elecciones como mecanismo de presión ha desnaturalizado el diálogo mismo. No pedimos que reconozcan las elecciones, pedimos que las respeten, porque es nuestra ley. No puede venir un miembro de la comunidad internacional a tratar de cuestionar un proceso que es auténtico.
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Manuel Zelaya fue impulsado por su partido cuando ganó las elecciones en el 2005. ¿Cuáles son los errores que cometió Zelaya para que se llegara a esta crisis?
Yo no soy quien para juzgar a un presidente, y mucho menos a un colega de trabajo, porque yo le serví y le ayudé cuanto pude. El tendrá que rendir cuentas a la historia. (…)