Catacamas, más allá de los conflictos entre ambientalistas y madereros directamente ligados a la explotación del bosque, se perfila un problema de gran alcance: el del agua.
En todos los casos documentados por una delegación internacional, destaca el vínculo entre la tala del bosque y la escasez de agua, por ejemplo en San Pedro de Catacamas, donde la desaparición de los pozos ha llevado a la población a adoptar el bloqueo sistemático de las rastras cargadas de madera en rollo.
Viven de las lluvias
Unas 160 familias viven en San Pedro de Catacamas, principalmente de la agricultura y la ganadería. Los pobladores mencionaron a las empresas Sansonie, Lardizaval, y Mel Zelaya como involucradas en el saqueo y procesamiento del recurso bosque. Con sus acciones, la comunidad logró que se parara completamente el corte de madera en su territorio. A pesar de esto los habitantes de Catacamas conviven con la explotación previa, siendo la sequía la consecuencia más fuerte. Los 300 pozos de la comunidad se han secado; ante esa situación, durante el invierno se arreglan con el agua de lluvia, pero en el verano hay crisis de agua y los miembros de la comunidad tienen que caminar muchas horas para acarrear agua para uso doméstico.