Crónica de un aumento abortado

Desde que se iniciaron las pláticas sobre el aumento salarial, a partir del mes junio, las y los trabajadores han tenido que enfrentarse a la indiferencia, el insulto, la burla y la prepotencia de los sectores más ricos del país y a la incompetencia y falta de visión de los llamados líderes sindicales.

A través de la huelga del 26 de junio la Central de Trabajadores de Honduras, CTH, obliga después de 4 meses, al gobierno a llamar a la mesa de negociación a las tres centrales sindicales del país y presiona al sector privado a aceptar condiciones de negociación, muy a pesar de la idea del empresario y asesor de la empresa privada Eduardo Facussé (tío del actual presidente) que recomendó una “huelga de empresarios” y de acusar de inconstitucional la petición obrera de aumento salarial.

La prensa oficialista y empresarios recalcaron incansablemente lo que según ellos era una “ilegal y desmedida demanda salarial” de los obreros, llamando a despidos masivos y amenazando con cierre de empresas. En este sentido, el 6 de julio el Consejo Hondureño de la Empresa Privada, COHEP, anuncia, en un claro desprecio a las necesidades obreras que “no están dispuestos a discutir aumentos de salarios y exigirá al gobierno que se cumplan las leyes y que no permitirá tantas tomas y huelgas”.

Ante la negativa empresarial y la incapacidad gubernamental, los trabajadores de las tres centrales obreras en asamblea con las bases acuerdan el 25 de agosto una huelga general para el 4 de septiembre, la que fue abortada por la cúpula sindical al ser llamados nuevamente a negociar con el sector privado.

De esta negociación los dirigentes desisten de un aumento general y de los mil lempiras exigidos y los empresarios de una revisión al salario mínimo, que era su propuesta inicial.

Asimismo, los llamados “dirigentes obreros” extendieron inconsultamente el plazo de huelga para el 20 de septiembre a la empresa privada, para que respondiera a sus demandas. Al haberse cumplido el plazo el COHEP ofrece la “tremenda” suma de 300 lempiras, la cúpula sindical, por su parte, pide 900 para trabajadores con salarios de entre mil 50 y 13 mil Lempiras. Los acuerdos no se concretan, pero si la división de las centrales obreras.

La CTH se retira de las negociaciones, mientras que CGT y CUTH aceptan una propuesta del gobierno de 350 lempiras para salarios de hasta 6,000 y un bono escalonado de mil 500 lempiras para el próximo año, esto no es aceptado por el COHEP, en una clara estrategia para aparentar divergencias con el sector gubernamental. A pesar de estas artimañas el 27 de septiembre la CTH llama a huelga nacional para el 2 de octubre, la que es acatada principalmente por sindicatos de la zona norte.

Por su parte, el 3 de octubre, la empresa privada, el gobierno, la CUTH y CGT firman a puertas cerradas el acuerdo final de negociación, en medio de un país semi militarizado, y con amenazas de despido contra los trabajadores huelguistas de la CTH. Dicho acuerdo admite un aumento de 150 lempiras el 1 de octubre, más 200 lempiras en febrero del 2001 a salarios de 1,050 y 2,100 lempiras para salarios mayores de 2,100 y hasta 6,000 el aumento será hasta abril del próximo año, se retira además el bono de 1,500 y se exime a la pequeña y micro empresa de este aumento.

Por otro lado, la CTH después de 4 días de huelga y evidentemente desgastada es llamada a negociar con el gobierno asuntos no salariales. Con todo esto quedó demostrado, con el llamado acuerdo salarial, la incapacidad de las centrales obreras de defender los intereses de los trabajadores, pues el llamado aumento de 350 lempiras se convierte en una revisión del salario mínimo, que ya esta definida legalmente cada año.

La cúpula sindical ante su conveniente “amnesia” económica obvió en la negociación la inflación de más del 10.9% hasta septiembre de este año y que podría llegar al 12 o 13 % a finales del mismo, obvió la inflación del próximo año que podría llegar al 14%, el reciente aumento al transporte, se olvidó de las y los trabajadores del campo, se les olvido el trabajador de la pequeña empresa y los trabajadores con contrato colectivo.

Nos parece extraño que se celebraran a puertas cerradas con gobierno y empresarios negociaciones que están lejos de las necesidades obreras y de las aspiraciones de un pueblo que se muere de hambre y de la desesperanza. ¿Cuánto tiempo la clase obrera tendrá que esperar para verse representada por verdaderos trabajadores con ideas y visión de clase?, ojalá no sea antes de nuestra muerte colectiva y del pleno gobierno de la desgracia.

El acuerdo final no fue firmado por la representante del COHEP Juliette Handal, ni por el representante del gobierno, ni por la representante de la CTH, organización que se retiró anteriormente de la negociación.

Por otra parte, con el aumento establecido este año ya no habrá revisión del salario mínimo el próximo año en la fecha legal que es el mes de junio, si la inflación es igual o superior al 12 %, sino hasta el mes de diciembre, violentando la ley que ha regido, hasta hoy, la revisión del salario mínimo. Las y los trabajadores sabemos que esperar de aquí al final del próximo año para una nueva revisión salarial es un golazo de los empresarios y un duro golpe a nuestra economía familiar y que este tan sonado aumento a nuestros sueldos no quedará más en que en papel mojado y en una triste crónica de un aumento abortado.

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