Otro crimen en la impunidad

Las organizaciones del movimiento popular de El Progreso acusaron a la misma policía del asesinato. El jefe de la FUSEP, Capitán Francisco Mejía Lara, encabezó la investigación, y el caso fue llevado por el Juez Juan Ángel Tabora.
Pedro Chavarría, sobreviviente, con una lesión de bala en el hombro y en su clavícula, fue solicitado por la policía para re­velara los detalles de la masa­cre.
El Juez Rivera Tabora ordenó la detención del contador de la Compañía, CAGSA, Ricardo Bus(tillo, y de los dirigentes del Fren­te Democrático del SITRA)COAGS: Juan Francisco Cáceres y Juan Banegas Reyes.
El Juez también llamó a declarar a Jaime y Arcesio Echeverri, propietarios de la empresa, y a Carlos Gonzales, superintenden­te de la misma.
Finalmente se condenó como au­tores intelectuales a Moisés Orellana Re-yes (Capitán Retira­do), jefe de vigilan­cia de la CAGSA y a Alfredo Villeda Enríquez, quien propor­cionó la escopeta. Como autores ma­teriales se condenó a los soldados Mar­co Antonio Molina Martínez y Fausto García Rivera; quie­nes fueron defendi­dos por el abogado Cesar Castro. Los homicidas señala­ron que la empresa ofreció 28 mil lem­piras (14 mil dóla­res) para que se consumara el cri­men.
Meses más tarde Marco Antonio Molina Martínez y Fausto García Rivera, los dos autores materia­les, se fugaron del presidio junto a 30 reos más, luego fue recapturado Marco Antonio Molina en Siguatepeque y recluido nueva­mente en el presidio de El Pro­greso, de donde se fugó por se­gunda vez junto otros doce reos.
Posteriormente, el Juez Tabora concedió al Capitán Orellana sa­lir de la cárcel ya que meses atrás tuvo que ser llevado a una clínica porque había sufrido un derrame cerebral y su salud su­puestamente estaba desmejo­rando.

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