Más de mil 500 buzos de la Mosquitia hondureña se encuentran imposibilitados para seguir trabajado en labores de pesca, debido a los daños sufridos en sus cuerpos por realizar la actividad pesquera en las profundidades del mar sin ningún tipo de protección.
En esta actividad en los últimos años se reportaron al menos 300 muertos y desaparecidos por la práctica de la pesca en el atlántico hondureño.
Las cifras fueron dadas a conocer en una conferencia de prensa realizada a mediados de octubre en el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), donde participaron la Confederación de Pueblos Autóctonos de Honduras (CONPAH), que presentó el testimonio de 23 buzos que quedaron lisiados y que demandan la atención del gobierno.
El presidente de la Asociación de Buzos Lisiados (AMHBLI), Erasmo Granuel, expresó que “estamos pidiendo al presidente del Congreso Nacional, Roberto Micheleti y al presidente de la República Manuel Zelaya Rosales, que se den cuenta de nuestra presencia porque estamos 23 buzos de la Mosquitia, para solicitar ayuda económica en nuestros problemas de indemnización” .
Anteriormente la Ministra del Trabajo y Previsión Social, Rixi Moneada, dijo que se estaba capacitando y dotando de equipo a lor buzos de la Mosquitia para tomar las medida: de prevención y cuidados. Sin embargo, Granuel aseguró que si esto es cierto, tal vez sea con los buzos activos, porque para los buzos lisiados no existe ningún tipo de ayuda o atención.
Los 23 buzos discapacitados que asistieron a la conferencia de prensa fueron acompañados de sus esposas, hijos, hijas y otras mujeres que quedaron viudas al perder a sus maridos en la práctica de la pesca artesanal.
Melvia Cristiana Guerrero de 49 años, vive en la comunidad de Palcasa, Caratasca, Gracias a Dios y perdió a su esposo Próspero Benvell hace un año y medio, cuando trabajaba como buzo para la embarcación Michery, propiedad de Víctor Bodden, residente en la isla de Guanaja, Departamento de Islas de la Bahía.
“Yo soy una mujer que no tengo profesión, sólo saqué sexto grado y me siento muy triste porque tengo ese cargo de 8 niños en poder mío, que hasta la vez me siento cansada ya”, expresó Melvia Cristina.
Al igual que ella, hay muchas mujeres de las comunidades de Gracias a Dios cuyos niños y niñas no pueden ir a la escuela, porque no tienen qué comer y a veces no tienen zapatos para acudir a los centros escolares.
Durante 27 años, Casildo López ha practicado la pesca artesanal en busca de langostas y camarón para poder sostener a su familia.
En el 2001, Casildo López sufrió lesiones producidas por la descompresión que sufre el cuerpo humano, al sumergirse en aguas profundas sin contar con un equipo de buceo especial.
LÓpez dijo que quedó discapacitado cuando trabajaba para la embarcación Chihás, cuyo propietario es Jorge Hilsaca, de la Ceiba Atlántida.
“Ellos me han apoyado con atención médica por 60 días, pero sin reconocerme ningún centavo de indemnización, he venido al Ministerio de Trabajo, saqué cálculos y todo y hasta la fecha no he recibido nada”, explicó López.
Añadió que el monto de la indemnización es 374 mil lempiras, pero él (Jorge Hilsaca) no me reconoció nada, ni el pasaje y tuve que venir con mis propios gastos”.
Sostuvo que la pesca industrial de las Islas de la Bahía consistente en caracol, langosta y pescado “está monopolizado por ellos, (los Hilsaca) y nosotros los lisiados somos una carga social a la familia, porque la esposa tiene que convertirse como un hombre, hay mucha necesidad en nuestras comunidades”.
Se calcula que unos mil 500 buzos padecen de algún tipo de discapacidad que les impide seguir ejerciendo el trabajo de la pesca artesanal y que en los últimos años han muerto o desaparecido al menos 300 personas. Marvin Palacios