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Salud laboral

Editorial
TRABAJOS QUE MATAN

El trabajo debe ser una fuente de vida. No sólo porque permite adquirir los recursos para satisfacer nuestras necesidades básicas, sino porque debería realizarnos como personas. Como creadores. Como constructores del mundo. Deberíamos sentir el placer de trabajar, disfrutar de nuestra obra y sentirnos satisfechos con la misma.

No debería de existir ningún trabajo que implique degradar a la persona, que lo ultraje. Sin embargo en nuestro país, como en todos los países donde la ganancia se ha puesto por encima de las personas, el trabajador y trabajadora es un instrumento desechable que se utiliza como cualquier herramienta o material, se regatea por su precio y no interesa en lo absoluto su bienestar.

Las compañías transnacionales se hacen todo un maquillaje de benefactoras de los niños cuidadoras del ambiente, amigos de los animales y presentan a sus trabajadores como las personas más felices. Todo esto para resultar agradables ante los ojos de quienes compran sus productos.

Pero esa imagen es nada más publicidad. Si quienes compran una camiseta, un electrodoméstico, una muñeca, un postre o un carro; supieran toda la explotación, sudor y sangre incorporada a ese producto, seguramente nunca lo adquirirían.

La Dole (Standar Fruit Company), una empresa con más de cien años de explotar nuestras tierras y mano de obra, es una de esas multimillonarias empresas que invierte mucho dinero en crearse una imagen de “socialmente responsables”, Pero que en la práctica dejan una estela de luto en sus actividades productivas.

Esta empresa durante 20 años utilizó un químico que sabían que era terriblemente dañino para las personas su irresponsabilidad afecto directamente a unas 65 mil personas en más de diez países e indirectamente a muchos más.

Decenas de miles de hombres quedaron estériles y otros miles han muerto o están postrados a consecuencia del cáncer y otras enfermedades provocadas por el terrible Nemagón.

En Honduras fueron afectados unos ocho mil trabajadores. Como a tres mil los engañaron con limosnas a las que llamaron indemnizaciones. Pero unos dos mil hombres y mujeres se mantienen todavía en lucha. Igual sucede en otros países.

Los gobiemos azules, colorados y militares durante los cien años de existencia de la Dole y la United Fruit en Honduras, han sido serviles a sus intereses. Los últimos gobiemos en lugar de salir en defensa de los trabajadores afectados han actuado como mandaderos de la bananera convenciendo a los obreros de que desistan de sus demandas por indemnización.

Los medios de comunicación comerciales, como siempre, no están dispuestos a afectar los intereses de sus clientes. Por eso no les interesa divulgar esta situación.

Por su parte los tribunales nacionales, como los estadounidenses, han jugado el papel de enredar los juicios y hacerle lado a la bananera. Si hubiera realmente justicia, las empresas que fabricaron el Nemagón y quienes lo aplicaron en sus plantaciones tendrían que ser condenados no solo a compensar el daño causado a 105 obreros, sino también a la cárcel de por vida por el genocidio cometido.

Igual pena tendrían los funcionarios cómplices. Bien se podría pedir cuentas al ex presidente Rafael Callejas que fue ministro de Recursos Naturales en los años setenta, en pleno apogeo del uso del Nemagón ¿O será que cuando Pepe Lobo habla de aplicar la pena de muerte para crímenes terribles se estará refiriendo a los estragos cometidos premeditamente con el Nemagón ? Desde luego que no. Pero la tragedia no termina con el Nemagón.

Quién sabe cuantas personas más aparecerán dentro de algunos años con cáncer u otras enfermedades a consecuencias de los químicos peligrosos que ahora se usan en los cultivos de hortalizas en Comayagua, en las melonera , 0 camaroneras en Choluteca o de los que usa la maquila textil en Choloma, que convirtieron en cloacas los hasta hace poco cristalinos riachuelos.

Seguramente el gobierno y los empresarios responderán: “son males necesarios, hay que proteger esas empresas porque dan trabajo”. Trabajos que matan.

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