Desgraciadamente el retroceso ha sido tal que se han vuelto normal las jornadas de 12, 14 y hasta 24 horas de labores consecutivas.
La posibilidad de organizar un sindicato es cada vez menos por las maniobras represivas de los patronos y por la actitud vendida de varios dirigentes sindicales.
Entre la mayoría de los y las trabajadoras de los diferentes sectores de producción, se desconocen los derechos laborales y por eso ni se percatan de sus violaciones.
Las centrales obreras son una verdadera decepción. Hace muchos años no se sabe de una lucha impulsada por las mismas, aunque sea por un aumento general de salarios que tanto hace falta. Ahora no son capaces ni de lograr dignos ajustes al salario mínimo y dejan que los patronos y el gobierno decidan a su antojo.
El colmo es que en vez de lograr mejoras salariales, el mes pasado hicieron la hazaña de aceptar que en cinco departamentos del país los trabajadores ganen 600 lempiras mensuales menos que e el resto del país.
Sin embargo, todavía hay sindicatos de verdad. Que resisten. Que además de pelear por sus mejoras económicas, se les ve en las calles levantando las banderas por los derechos de todo el pueblo.
También existen organizaciones campesinas que no se han acomodado con el gobierno y patronatos que no andan tras los caudillos políticos mendigando migajas, sino que reclaman lo justo en las calles y hacen frente a la brutal represión policial.
Se ve todavía a los estudiantes reclamando más y mejor educación y un sector del magisterio que va más allá de la defensa de las cláusulas salariales de su Estatuto.
Están presentes también las organizaciones étnicas, los movimientos ambientalistas, Las organizaciones de mujeres, los movimientos de iglesia y las agrupaciones políticas que buscan construir una patria diferente.
Para todos y todas las que no aceptan que esta vida de miseria sea lo único que se puede dar a Honduras y que resisten y desafían a los poderosos. Para quienes son la esperanza de un futuro de justicia, tendrá sentido pleno este saludo que nos envía don Juan Bautista Canales, uno de los dirigentes centrales de la gran huelga de 1954.
A la clase obrera, campesina, trabajadores de la economía y pueblo en general: todos al poder, esta debe ser nuestra consigna inmediata sin rodeos, la patronal no entiende de cortesías ni diplomacias, y los trabajadores y trabajadoras que quieran en realidad salir de la situación en que ahora se encuentran deben estar resueltos a combatir decididamente sin medir consecuencias al enemigo común.
Nada de paz industrial, pues el sistema antagónico de producción no da lugar a pretendidas posiciones amaneradas y de mutuo entendimiento con señores que sólo ven sus intereses sin importarles las necesidades de nadie más.
Para culminar con pie firme y llegar a realizar esta consigna debe de una vez por todas la clase obrera y campesina, incluyendo la clase media, abandonar para siempre los dos partidos políticos tradicionales y votar en las próximas elecciones por su propio partido.
Los trabajadores intelectuales conscientes y consecuentes deben apoyar y ayudar sin mezquindades ni egoísmos esta consigna. Vamos hondureños y hondureñas a cambiar lo viejo y las estructuras económicas caducas, envejecidas y podridas; cambiar las relaciones de producción significa formar una nueva sociedad la cual deber ser la sociedad socialista de los nuevos tiempos.
Fuente: Vida Laboral Edic. # 30, Abril 2007