Los casos de Montoya y Obando se suman a otros cuatro periodistas que fueron agredidos el pasado martes 01 de septiembre de este año, producto del violento desalojo a una protesta organizada por las Mesas de indignación en las ciudades de El Progreso y en Tocoa, departamentos de Yoro y Colón respectivamente.
Los otros trabajadores de la comunicación afectados ese día fueron Gerardo Chévez de Radio Progreso, Ronmel Paz de Campus TV, a quienes les fue arrebatada su credencial de prensa por parte de la fuerza policial y militar, y además sufrieron los efectos del gas lacrimógeno. Eddie Andino de Canal 6, a quien le impactó una bomba lacrimógena en su rodilla derecha y Judith reyes de canal 11.
Obando labora para Radio Popular del Aguán, una estación comunitaria que opera en la ciudad de Tocoa Colón y es corresponsal de Radio Progreso en esa ciudad. Mientras que Montoya, con una experiencia de más de 15 años en el periodismo, es coordinadora de la organización Comunicación Comunitaria (COMUN), que a su vez edita la revista “Vida Laboral ”, en la ciudad de El Progreso Yoro, además de ser directiva de la recién creada Asociación de Medios Comunitarios de Honduras (AMCH).
En un comunicado emitido por C-LIBRE y GSC, condenaron el ataque contra los y las periodistas y se mostraron preocupadas porque no se tiene conocimiento de sanciones penales contra este tipo de acciones de las fuerzas de seguridad del Estado.
“Frente a esta situación hacemos un llamado a nivel nacional e internacional para adoptar todas las acciones correspondientes para revertir esta grave agresividad de agentes estatales que coloca en riesgo la vida de periodistas, defensores de derechos humanos y ciudadanía en general”, manifestaron las organizaciones.
Agresión en su contra deja un mensaje de odio
“Hoy nos presentamos ante ustedes compañeros de los medios, tratando de evidenciar la situación que estamos pasando, demostrar la total indefensión que sufrimos los periodistas, comunicadores que nada más tratamos de hacer nuestro esfuerzo para mostrar la realidad de este país… hoy nosotros y mañana puede ser cualquiera de ustedes”.
Esas palabras marcaron el testimonio de Dunia Montoya ante las y los periodistas que asistieron a la conferencia de prensa de este lunes.
Inicialmente narró el comportamiento hostil por parte de la policía nacional y el ejército durante la manifestación del pasado 01 de septiembre. Junto con el resto de colegas de la zona norte que se presentaron a la protesta, Montoya afirmó que solo el hecho de la presencia puede persuadir para que no se realicen ataques de este tipo hacia la ciudadanía.
“Yo decidí, después de dos horas de permanecer en el lugar cubriendo el desarrollo de la toma, retirarme porque tenía un compromiso para esa hora… solo había caminado quizás 100 metros cuando empezaron las detonaciones, salí corriendo con mi cámara encendida para dar cobertura a lo que ocurría”
Al llegar de nuevo al punto donde ella se encontraba, la fuerza de los elementos armados del Estado había procedido con la brutal acción, al punto de tomar de sus camisetas a los ciudadanos y ciudadanas con fines de ser capturados y capturadas, según comentó Montoya.
“Junto con los otros periodistas estábamos registrando eso cuando yo seguía a un policía que llevaba de la camiseta a un manifestante y de repente quedé en medio de todos ellos y uno de los policía, muy molesto se dirigió a mi persona, tomó mi cámara, quebró la pantalla, su reflector y pretendieron arrebatármela, forcejearon y me tiraron contra el pavimento”.
Al mostrarse en desventaja contra la fuerza física y armamentística, la comunicadora sintió el peso de botas contra diferentes partes de su cuerpo, con énfasis en su rostro, mientras alcanzaba a escuchar el grito de unos protestantes quienes lograron identificarla como periodista. En entrevista exclusiva para www.pasosdeanimalgrande.com, Montoya narró los momentos de represión a los que fue sometida durante esa mañana del 01 de septiembre.
La comunicadora social tiene que guardar reposo por un período de dos meses, de los cuales ya han pasado 15 días y las huellas de la represión le acompañan en su cuerpo. Dolores frecuentes y su brazo completamente inmovilizado han paralizado su accionar periodístico y de capacitación en el área radiofónica.
La periodista presentó denuncia ante el Ministerio Público para dejar constancia de lo ocurrido pero hasta los momentos no ha recibido respuesta alguna. Ella fue enfática al mencionar que “esto que nos ocurrió, no fue un accidente, fuimos al menos siete periodista agredidos”.
“Esto te pasa por metido”
En un territorio abonado con sangre del campesinado hondureño, se dispuso a ejercer la labor informativa desde Radio Popular del Aguán, el periodista César Obando, la mañana de ese martes 01 de septiembre en su ciudad de origen, Tocoa en el departamento de Colón.
La sede de la radio se encuentra a escasas cuatro cuadras de la posta policial de la ciudad, lo que la hace vulnerable del ojo vigilante de los miembros policiales .
Mientras el ejército hacía gala de su fuerza desproporcionada en contra de la ciudadanía indignada en aquella localidad que se manifestaba pacíficamente, Obando, quien también es corresponsal de Radio Progreso, filmaba el violento desalojo a través de su cámara y relataba a su medio lo que ocurría.
“Yo daba cobertura ese día de lo que hacía la policía, golpeaban y gaseaban a las personas. Me encontraba cerca de los policías y yo describía lo que sucedía, en eso, dos militares encapuchados me dijeron que dejara de transmitir, yo continué trasmitiendo y minutos después un militar encapuchado lanzó una bomba lacrimógena a mis pies y enseguida otro me empujó contra el pavimento. Sufrí varios raspones” , describió en su relato.
Gracias al auxilio de los indignados e indignadas, Obando logró estabilizarse luego de haber sufrido dolor fuerte de cabeza y síntomas de vómito. Por si eso no fuera poco, mientras continuaba su relato para la radio comunitaria, se percató de que dos policías comenzaron a seguirlo con intenciones de quitarles sus herramientas de trabajo.
El joven comunicador se desplazó hacia un barrio popular en la zona hasta donde los y las protestantes eran perseguidos como si se tratara de una cacería humana. César se trasladaba para continuar informando sobre lo que ocurría, sin embargo fue identificado por los elementos armados situación que lo obligó a retirarse del lugar.
“Salí corriendo y agarré un taxi, me dijeron que me fuera para el Comisionado Nacional de Derechos Humanos, CONADEH-, llegando al lugar me siguió una patrulla. Ingresé y me quedé hasta que llegaron defensores de derechos humanos y salí con ellos a poner la denuncia en la Fiscalía”.
Pero tampoco ha obtenido respuesta por su denuncia desde el Ministerio Público de la ciudad de Tocoa, al contrarío él considera que “ha sido de más persecución hacia mi persona, porque no se me ha llamado de parte del Ministerio Público para decirme que ya hay una audiencia, por andar denunciando lo que me pasa actualmente siento que hay más persecución hacia mi” declaró.
El clima de represión hacia su trabajo continúa según denunció el periodista, “se han parado varios carros, camionetas vidrios polarizados, parecidos a los que se usan en las Fuerzas Armadas y se estacionan enfrente de la radio sin preguntar nada. Esto es una amenaza para quienes laboramos allí”.
Estos golpes son herencia del golpe
El comportamiento violento hacia la manifestación pacífica y contra los y las periodistas que realizan la cobertura de los hechos, son una herencia de los hechos ocurridos durante los siete meses de gobierno de facto de Roberto Micheletti, los cuales iniciaron con el rompimiento del orden constitucional el 28 de junio de 2009, con la expulsión del expresidente Manuel Zelaya de la presidencia.
Precisamente, la revista “Vida Laboral”, en su edición número 49 del año 2011, realizó una edición especial con el objetivo de documentar los casos de violaciones al trabajo realizado por al menos 50 periodistas y comunicadores sociales durante el golpe de Estado, específicamente en los años 2009 y 2011.
Otra de la reacciones violentas de los elementos policiales y militares fue el ataque contra un grupo de mujeres periodistas, quienes en noviembre del año 2011 realizaron una movilización hasta Casa Presidencial exigiendo una respuesta, por parte del Estado al esclarecimiento del asesinato contra la periodista Luz Marina Paz. Las comunicadoras fueron gaseadas y toleteadas por órdenes del jefe de la Guardia de Honor Presidencial (GHP). También interpusieron la denuncia en el Ministerio Público contra el ex presidente Porfirio Lobo Sosa y su guardia de honor, pero su caso quedó engavetado e inactivo.
Sin duda los y las periodistas están en la mirilla de los cuerpos represivos del Estado de Honduras que debe cumplir compromisos internacionales para la protección de la libertad de expresión, pero la impunidad es creciente y refuerza el penoso segundo lugar de Honduras como el país más peligroso para ejercer el periodismo.
Fuente:www.pasosdeanimalgrande.com
Fecha: 16/09/2015