Para que las dos comisiones los conozcan antes de lograr un acuerdo, la comisión del presidente Zelaya emitió una declaración en la que considera “formalista, absurda y en algunos casos insultante y hasta provocadora” esta nueva maniobra para obstaculizar su restitución. El diálogo se suspendió hasta que el régimen de facto presente una propuesta seria, y la crisis política, económica y social se profundiza cada día más.
Pese a esta difícil situación y a las alarmantes repercusiones económicas que, por ejemplo, han llevado el gobierno de facto a reducir de un 60 por ciento el Presupuesto de la República, los hombres y mujeres de la Resistencia continúan su incansable movilización, desconociendo el proceso electoral y sus resultados, haciendo limpieza en las calles de la propaganda electoral, y preparando el camino hacia la Asamblea Constituyente.
Son estos hombres y mujeres, jóvenes, niños y niñas que mantienen viva la esperanza de que se pueda revertir el golpe de Estado. Pase lo que pase el pueblo ha despertado y Honduras ya no podrá ser la misma.
Entre todos estos rostros que por 117 días han resistido a la burda violencia del régimen de facto, está Dionisia Díaz, la “abuela”, como le llaman las miles de personas de la Resistencia.
Originaria de El Progreso, nació en 1935 y vivió el famoso alzamiento popular de 1954, originado por la huelga general de los trabajadores bananeros contra las nefastas United Fruit Co. y Standard Fruit Co. Su marido se internó en la montaña para escapar de la represión que vino después y nunca más regresó.
Desde el primer día del golpe de Estado, armada de su infaltable megáfono, Dionisia se involucró en la lucha del Frente Nacional Contra el Golpe de Estado y no se ha perdido ni un sólo día de movilización.
Sirel aprovechó la ocasión para conversar con ella.
-Tiene más de 100 días marchando y participando en todas las actividades de la Resistencia. ¿Qué es lo que más la motiva para seguir en la lucha?
-Ha habido un golpe de Estado y lo que queremos es la restitución del presidente Zelaya y que se vayan estos golpistas, estos militares. Que se vaya también Micheletti porque no lo reconocemos como Presidente. Los militares y los grupos económicos lo mantienen ahí como títere.
El pueblo sigue manifestándose en la calle y hay que estar claro de una cosa: aquí no están marchando los cubanos, ni los venezolanos, tal como dice el gobierno de facto. Aquí marcha y se manifiesta el pueblo hondureño que reclama sus derechos. Ese movimiento que ha surgido no es comprado, nadie nos paga. Ese movimiento es del pueblo organizado. No vamos a permitir que siga esta Constitución, porque no sirve para el pueblo. Vamos a seguir luchando para una Asamblea Constituyente y una nueva Constitución que sí sea para el pueblo.
-¿No está cansada de tanto caminar, de tantas cosas que han pasado en estos casi cuatro meses de lucha?
-No, para nada. Estoy como el primer día. Yo siempre les digo a los compañeros y compañeras que hay que olvidarse de los más de cien días que han pasado y comenzar cada día como si fuese el primero. Sabemos en lo que andamos, lo que necesitamos y sabemos lo que queremos. Siempre pido a la gente que se una, que venza el miedo y vuelva a la calle.
-¿Hasta cuándo piensa mantenerse movilizada?
-Hasta que no se restituya al presidente Manuel Zelaya Rosales y es mejor que lo hagan porque esto se va a poner caliente. Sin la restitución del presidente Zelaya no va a haber elecciones. Y que no se engañe el gobierno de facto, porque el pueblo no va a ir a votar, así de sencillo.
-¿No tiene miedo a toda esta represión de la policía y del ejército?
-No tengo miedo porque mi vida ha sido mucho más difícil de lo que estoy viendo en estos días. Nací en una lancha en 1935 porque el río se había desbordado y mi mamá no podía llegar a tierra firme. Ahí nací y mi mamá tiró la placenta al río.
En 1954 participé en la huelga general y ahí perdí mi marido. Se enmontañó para escapar de la represión y no lo volví a ver. Los represores perseguían a la gente en la montaña y la mataba, hasta la quemaba. Ahora tenemos a este señor Micheletti que ni siquiera es hondureño. Ordena a la policía y a los soldados que nos dispare y que nos tire gases, pero nosotros seguimos adelante.
-¿La vamos a seguir viendo en las calles?
-Siempre. Pase lo que pase aquí voy a estar.