Este grito es de otro pobre.
Este llanto pertenece a otro pobre
que persiste en lamentar,
porque cree que algún día
se le escuche su reclamo.
Es el reclamo del hijo legítimo,
del nacido en las entrañas
de esta Hibueras que no es nuestra.
La invadieron los camellos
desde mil novecientos cuarenta y ocho.
Cruzando desiertos y montañas
encontraron en la nuestra
la patria que perdieron.
Pero no tenemos culpa
ni tenemos que pagar
que también a vosotros
os quitaran vuestra patria
y vuestra historia.
No os la quitamos nosotros.
¡Pero reclamamos la nuestra!
Vuestra historia es milenaria.
la nuestra es mas reciente.
Vuestra historia se escribió
con sangre,
la nuestra con dignidad.
Y habremos de ganar esta batalla,
porque tenemos legítimo derecho
y moral para triunfar.
No les quitamos nada.
pero rescataremos lo nuestro.
Nuestro es el suelo en que nacimos,
El derecho de conservar
nuestras costumbres,
de amar nuestras mujeres,
defender nuestra bandera,
de creer en nuestro Dios
sin amos ni intermediarios,
sin Buda y sin Mahoma
porque el nuestro es Jesucristo.
No creemos en vosotros.
No seremos rescatados
por quienes no tienen ni Dios,
ni patria, ni amor.
Vuestro amor es terrenal.
Vuestro dios es el metal.
¡Nuestra patria no es la vuestra!
Entonces, ¿qué es lo vuestro?
¿Puedes describirme
en la uña del meñique
vuestras miles pertenencias?
Se que si.
Y es espacio lo que sobra,
porque ni siquiera tienes prójimo.
Solo puedes disponer del odio,
del rencor y el deseo de venganza
que crece acelerado
a lo interno de este pecho.
FUERON VUESTRAS TORPES ACTITUDES
QUE EN LAS ANSIAS DE CONQUISTA
MASACRARON NUESTRO HONOR.
¡DE AHÍ NACE EL DESCONTENTO!
El espacio se reduce.
Se les acaba el tiempo,
porque la nueva generación
reconoce en Honduras,
nuestra patria,
dignidad en nuestros hijos,
amor en madres y mujeres,
respeto en nuestros ancestros
y fe en nuestro porvenir.
Por eso, día a día
se reduce vuestro espacio
y se vence vuestro plazo.
¡Cercano está vuestro destierro!
Nuestro afán es la victoria,
sustentada en el nombre
de un Dios bueno, pero justo
y poderoso.
A vosotros la bondad.
A nosotros, la justicia.
Déjennos vivir con nuestro Dios,
con todas nuestras costumbres
sin pelear por terrenales heredades.
Volved a vuestros antiguos fueros:
A rajar la manta, con que tapamos
las partes pudendas.
No es con vuestra participación
que habremos de cambiar nuestro destino.
LA DESGRACIA QUE ARRASTRAMOS
ES MALDICION DIVINA,
PORQUE HAN HECHO DE LA NUESTRA
UNA PATRIA ARREBATADA.
Pagan poco, piden mucho.
roban demasiado…
¿Cuánto tiempo más
creen que podemos soportar?
Pero tengan seguridad
que cada instante
es uno menos en contra vuestra.
En el nombre del Dios Santo,
te juramos:
Un día… un gran día…
y a cualquier precio
rescataremos nuestra
patria y sus valores.
¡ESE DIA, YA LO OLEMOS!