Desde el Gobierno de la República la Alternativa Bolivariana para las Américas, ALBA, no tiene ningún futuro como opción para lograr transformaciones en beneficio de las mayorías empobrecidas. En el Gobierno actual, en realidad son muy pocos los funcionarios que comparten los principios y objetivos de la ALBA y la mayoría sólo ven en ella los millones que pueden obtenerse en cooperación de los cuales se puede sacar algún provecho particular, pero no un proyecto de apoyo entre los pueblos para enfrentar y romper la dependencia mantenida durante siglos. Igual que para los empresarios, el Gobierno y el Congreso Nacional, la ALBA es otra fuente de financiamiento como USAID, Unión Europea o los organismos como el Fondo Monetario, Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo. Por desgracia, los generosos recursos podrían tener el mismo destino que las demás ayudas: las manos de los politiqueros y empresarios quienes durante más de cien años tienen al Estado como su fuente de enriquecimiento, puesto que serán administrados por instituciones y personas con largo historial de corrupción. Por ejemplo, dentro del apoyo en el marco de la ALBA se aportarán 30 millones de dolares, o sea 570 millones de lempiras, para capitalizar el Banco Nacional de Desarrollo Agrícola, Banadesa, pero en varias ocasiones ha condonado deudas millonarias a los terratenientes y funcionarios, lo cual lo ha puesto a esta institución a punto de desaparecer. En uno de esos autoregalos, hace 11 años, uno de los caudillos del Partido Liberal y directivo del Congreso Nacional, recibió el perdón para 10 millones de lempiras, cantidad con que podría financiar a 500 campesinos durante todo un año.
Mas recientemente, el Congreso Nacional aprobó la condonación de unos 3,000 millones de lempiras que debían supuestos productores del campo. La familia del entonces Presidente del Congreso y ahora candidato presidencial, Porfirio Lobo Sosa, se benefició con 13 millones de lempiras perdonados. La urea llegada de Venezuela en el 2008 se convirtió en un artículo proselitista más para sumar seguidores. La distribución estuvo en manos de los diputados de Gobierno y sus activistas. Hasta la ayuda alimentaria en momentos de emergencia la han utilizado en sus campañas para comprar votos. En varios albergues, miles de personas en El Progreso, durante la depresión tropical 16, a finales de octubre, pudieron comer gracias a la generosidad de la población porque la ayuda de las autoridades no llegó; pero una semana antes de las elecciones del 30 de noviembre, toneladas de granos fueron repartidas por activistas de Roberto Micheletti en los mismos vehículos en campaña y acompañando la entrega con propaganda electoral. Muchos de los involucrados en la quiebra de bancos, que implicó al Estado casi cuatro mil millones de lempiras hace mas de cinco años, aparecen hoy en las nóminas de candidatos de los dos partidos tradicionales, y es seguro que en el próximo Gobierno serán altos funcionarios. También figuran como candidatos quienes en los años 70 saquearon la Corporación Nacional de Inversiones, Conadi, en unos 300 millones de dólares, además aparece una larga lista de defraudadores fiscales y delincuentes de cuello blanco. Ellos serán el nuevo Gobierno, ¿Entonces cuál será el futuro de la ALBA? En manos de corruptos se corrompe la más noble de las causas. Definitivamente, en este
Gobierno y en el que se elegirá dentro de un año, no hay ninguna garantía de que la ALBA alcance los objetivos planteados. Este valioso proyecto, en el caso de Honduras, sólo puede ser rescatado
desde los sectores populares organizados que reclaman el respeto a sus derechos y desde la sociedad civil que desde abril de 2008 se ha levantado en abierta lucha contra la corrupción.
Nace para contrarrestar el TLC
La Alternativa Bolivariana para América Latina y El Caribe, ALBA, es una propuesta de integración diferente. Mientras el TLC suscrito con Estados Unidos, responde a los intereses del capital trasnacional y persigue la liberalización absoluta del comercio de bienes y servicios e inversiones, el ALBA pone el énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión social y, por lo tanto, expresa los intereses de los pueblos latinoamericanos. ALBA se fundamenta en la creación de mecanismos para crear ventajas cooperativas entre las naciones que permitan compensar las asimetrías existentes entre los países del hemisferio. Se basa en la cooperación de fondos compensatorios para corregir las disparidades que colocan en desventaja a los países débiles frente a las primeras potencias.