Cuando participó allá por 1970, en el Festival de la Canción Protesta y al quedar mudo y tembloroso en el escenario por la impresión de enfrentarse por primera vez a un numeroso público, Jerónimo lejos de frustrarse por su descalificación, decidió ese mismo día que además de ser poeta, teatrista y bohemio, su vida sería cantar con y para el pueblo hondureño.
De su vida privada, solo se anima a contar que su verdadero nombre es Daniel Gonzáles, pero se bautizó sin ceremonias como Jerónimo, para honrar la memoria de dos “eminentes y nobles médicos que él ha admirado siempre y también, en homenaje al indio piel roja que lideró batallas por su pueblo en Estados Unidos.
Jerónimo se inició como músico optando por el género ranchero y los boleros románticos, nació en Tegucigalpa y aún reside en El Barrio El reparto, fue allí donde su madre le regaló una guitarra, cuando era adolescente y la que aprendió a tocar por su cuenta, imitando los trovadores de su barrio.
Su vida ha estado compartida momentos en Estados Unidos, Colombia, México, Nicaragua y también ha realizado giras a Cuba, Panamá, Guatemala y El Salvador, donde se le han conferido varios premios.
El corazón del pueblo son sus artistas, afirma Jerónimo y no hay duda que en el movimiento popular ha logrado ganar el aplauso y reconocimiento de todas y todos cuando aparece la mayor parte de veces sin ser convocado, en las marchas plantones, encuentros y asambleas junto a su inseparable guitarrita que diseñó él mismo. “Esta vinculación y compromiso me ha costado la sangre”, cuenta Jerónimo, ya que fue víctima de un atentado en 1988.
Con grandes limitaciones económicas, promoviendo por su cuenta, una venta ambulante de sus grabaciones y sobreviviendo con la colaboración de las organizaciones populares, ha logrado producir 4 álbumes, el primero titulado “Honduras tierra querida”, aunque afirma que “conserva un buen número de poesías, que tienen ganas de ser canciones”.