Con el agotamiento del famoso modelo de desarrollo de sustitución de importaciones en Honduras, durante la década del los 70s, y con el agravamiento de la crisis económica durante los años 80s. El país comienza un proceso lento de inserción de la oferta laboral en el llamado mercado mundial.
Entre las muy pocas cosas que el país era capaz de ofrecer, más por la escasa visión de sus gobernantes, que por los recursos propios del país y sus capacidades potenciales, la oferta de mano de obra barata pasa a constituir un factor importantísimo en el llamado nuevo modelo de desarrollo y de procesos productivos enmarcados en la globalización económica.
Con el advenimiento de la globalización y el neoliberalismo, que marca una nueva división internacional del trabajo, Honduras se ve obligada como país pobre y con el claro beneplácito de los sectores ricos a aceptar las condiciones del mundo industrializado, con esto se abren las puertas, ya en los años 90s, a los conocidos programas de liberalización y de Ajuste Estructural de la Economía. Con la liberalización se exonera de impuestos y regulaciones a la empresa privada y con los ajustes se empuja al estado a reducir su participación en el ámbito del servicio y la protección social en salud, educación, y otros.
El año 1984 se crea la figura del Régimen de Importación Temporal (RIT) y en el 87 la Ley Constitutiva de las Zonas Industriales de Procesamiento para la Exportación (ZIP). Esto dio pie a la ampliación de la inversión en el específico sector maquilero, que desde 1976 funcionaba en Honduras en la zona libre de Puerto Cortés mediante el decreto 356 del 19 de Julio del mismo año.
Estos regímenes especiales de producción daban a los empresarios una serie de “beneficios fiscales, donde se les perdonaba los pagos de impuestos arancelarios, de servicios administrativos aduaneros, derechos consulares, impuestos para la importación de materia prima, maquinaria, equipo, herramientas y demás impuestos y gravámenes relacionados directa o indirectamente con las operaciones aduaneras de importación y exportación y hasta el impuesto sobre la renta”. *
Acerca de los trabajadores:
En la actualidad operan más de 200 empresas maquiladoras, en las que trabajan cerca de 120 mil trabajadores(as), de este número el 75 %, es decir 90,000 plazas son ocupadas por mujeres, las edades promedian entre 18 y 22 años, el 65 % procede del área rural y entre el 80 y 90 % de las y los trabajadores apoyan a su familia, a pesar de los bajos salarios que reciben.
La jornada de trabajo promedio es de 9 horas, pero normalmente se obliga a trabajar horas extras, en pésimas condiciones laborales, sin protección, seguridad, con acoso sexual, violencia física y verbal. Son constantes las denuncias por despidos injustificados, negación de pre y post natal, violación al derecho de organización, negación para recibir servicios de salud y otros igualmente graves.
*Diagnóstico de la Red de Organismos que Trabajan en la Promoción de los Derechos de las Mujeres y Hombres que Laboran en las Maquilas (San Pedro Sula Octubre de 2000)