Aquileo Izaguirre era un hombre trabajador y quienes lo conocieron dicen que era muy solidario y servicial.
Llegó a la montaña de El Jute a finales de los años cuarenta, cuando era una selva espesa, los tigrillos llegaban hasta el patio de la casa, no había más familias en varios kilómetros a la redonda y aun ahora sólo existen dos casas recientes donde él se estableció. Leonarda, su esposa solo tenía 25 años cuando llegaron a la montaña. Allá nacieron cinco de sus hijos.
Aquileo vivió antes en la aldea Delicias de El Jute, en el valle. Estuvo en la policía y cuando lo habían ascendido a cabo, dijo que ya no quería estar trabajando en eso.
Regresó a su tierra natal en el sur del país, en San Francisco de Coray, Valle.
De allá se trajo a Leonarda (Nanda) que ya tenía a dos hijas, Angela y Verónica.
Sólo estuvo como dos años en la Aldea El Jute y le dijo a su esposa que se fueran a la montaña “porque aquí no tenemos nada, solo la casita, pero no podemos sembrar porque la tierra no es nuestra”.
Aquileo hacía milpa, cafetal y cuidaba una docena de vacas. Parte de lo que producía lo iba a vender a los campos bananeros. Al momento de la masacre de El Jute tenía sembradas sesenta manzanas de cafetal, frijolares, milpa, yuca y malanga.
Aquileo participó decididamente en la guerrilla de autodefensa contra la dictadura, desde que llegaron en febrero de 1964, hasta el 30 de abril de 1965.
Durante casi todo el tiempo en su casa se preparaba la comida. Sus hijos y sobrino traían víveres y otros artículos que enviaban desde El Progreso y el mismo Aquileo iba hasta San Pedro Sula para traer información de los dirigentes ubicados en la ciudad.
Un sobrino suyo, que vivía en su casa, se incorporó al movimiento y murió el 30 de abril. Rufino López también era sobrino suyo.
Después de su muerte su familia se trasladó a San Pedro Sula donde el había comprado un solar. Su esposa vendió tortillas durante veinte años para crecer a sus hijos.