Es así como se inicia un uso intensivo de los recursos naturales como el carbón, el hule y el algodón, se desarrolla la producción en gran escala. De esa manera se transforma el mundo entero. A partir de la revolución industrial, se diferencian claramente dos clases sociales: la clase trabajadora y la clase capitalista.
La clase capitalista está compuesta por personas que son dueñas o administran las grandes empresas. El objetivo principal de los capitalistas es obtener ganancias permanentemente.
Para lograr cada vez más ganancias, invierten capital y así obtienen y acumulan riquezas. Luego, las riquezas obtenidas las vuelven a invertir con el fin de engrandecer y hacer más productivas y competitivas sus empresas. Las riquezas las obtienen del trabajo de las personas que contratan. Durante la revolución industrial, mujeres, niños y hombres trabajaban largas jornadas de 14 a 16 horas diarias en condiciones insalubres.
Eran trabajos que desgastaban sus cuerpos y mentes. Los salarios apenas alcanzaban para un mal alimento diario y muchas veces ni para eso. Si un trabajador o trabajadora se enfermaba o decaían sus fuerzas, se le despedía de inmediato. No se podía reclamar porque se perdía el trabajo. La clase trabajadora no tenía derechos ni garantías sociales. El presente se vivía sin esperanza.
La clase trabajadora era explotada hasta el extremo. Sobre esta explotación se desarrollaron las primeras etapas del capitalismo. Pasaron decenas de años y la situación no cambiaba. Ni los gobernantes ni los capitalistas hacían nada.
Cansada de años de sufrimiento, la clase trabajadora decide reaccionar contra la explotación, y en las primeras décadas del siglo XIX surgen organizaciones permanentes de trabajadores, dirigidas y organizadas por ellos mismos. Durante todo este siglo, con altos y bajos, se consolida un fuerte movimiento obrero. Así surgieron las organizaciones sindicales.
PARA REFLEXIONAR
¿Existen en Honduras las jornadas de 14 y 16 horas como hace 200 años?
¿Son adecuadas las instalaciones donde trabajan las obreras y obreros?
¿Ha cambiado la actitud de los dueños del capital?
Adaptado de material de Asociación Servicios
De Promoción Laboral (ASEPROLA)
Fuente: Vida Laboral Edic. # 8. Abril de 2002