La fábrica, propiedad del empresario progreseño Seferino Inestroza, fue citado recientemente a las oficinas del Ministerio del Trabajo para que pueda llegar a un arreglo con los más de 100 trabajadoras(es) retirados por diversas causas y con los pocos que aún laboran dentro, a los cuales se les debe semanas de salario, aguinaldo y hasta parte del Décimo cuarto mes del año 2000.
ORIGEN DEL PROBLEMA
Según personas cercanas a Inestroza consultadas por Vida en la Maquila, la agonía de esta empresa comenzó hace unos 5 años, después de que se fuera del país la empresa maquiladora Chelsea, ubicada en el sector de Chamelecón, San Pedro Sula. Esta fábrica, que se dedicaba a la confección de ropa para niños y niñas se fue huyendo, sin pagar salarios y derechos a los trabajadores y sin cumplir sus obligaciones económicas con otras empresas. Montana por su parte pierde a su mejor cliente.
A sus inicios de 1990 Montana era un taller que confeccionaba ropa con su propia marca para el consumo nacional. Luego se convierte en una fábrica de ropa, subcontratada por empresas maquiladoras que exportan sus productos a los Estados Unidos, según investigación del Proyecto Maquila del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación ERIC de los Jesuitas.
Los negocios con Chelsea obligan a Montana a hacer compromisos de índole crediticia, pues para cumplir con sus clientes en tiempo y calidad debe expandir y ampliar la empresa y contratar más personal hasta contar con 250 empleados.
Con el cierre de Chelsea y al no contar con clientes de la misma condición, va cayendo en mora con sus acreedores y sus trabajadores(as) comienzan a padecer las consecuencias.
La empresa Montana ha confeccionado, las marcas Chelsea, Soo Bee, pantalones y pantalonetas (shorts) Docker, Levi Strauss, para empresas como Uniwears de Zip Rio Blanco, Industrias Henka propiedad de la familia Kattán y la fábrica Hua Kang de Zip Comayagua, entre otras.
RECLAMOS DE LOS OBREROS
Quienes comenzaron a trabajar en 1993 afirman que el trato era bueno y las condiciones no resultaban malas. Al crecer la fábrica crecieron también los problemas de los obreros(as). Las quejas iban desde el maltrato verbal, insultos del propietario y del personal medio, les cobraban el consumo de agua, les cobraban las herramientas que utilizaban: tijeras, bobinas. No existía ni siquiera botiquín de primeros auxilios, las condiciones físicas no eran adecuadas y como la empresa estaba en mora con el Seguro Social, las trabajadoras no podían recibir asistencia, aunque siempre se les deducía la cuota.
Cuando los contratos de trabajo para Montana comenzaron a escasear desde 1997, los trabajadores fueron frecuentemente suspendidos durante semanas por falta de materia prima y sin ninguna garantía o se quedan laborando por mucho tiempo sin el respectivo pago. A raíz de esto en el 98 más de 100 trabajadores(as) renuncian al no soportar tantas injusticias.
Tal era la situación para ese momento que Montana debía salir con carros altoparlantes para atraer operarios. Don Seferino Inestroza que por culpa de las denuncias sobre la situación de la fábrica no le llegaban trabajadores.
El Proyecto Montana 2000
En el año 2000 fue contratado por la empresa el ingeniero Manuel Cuellar que preocupado por la situación de la fábrica impulsó su proyecto Montana 2000 admitiendo que las denuncias realizadas por las trabajadoras eran reales en su mayoría, pero habían comenzado a resolver todas las limitantes.
Se intentó disminuir el nivel de hostigamiento, cancelar el pago del agua, buscar arreglos para sufragar la deuda adquirida con el Seguro Social, mejorar la calidad y los precios de la comida de la cafetería, legalizar la situación de muchos menores edades que ahí laboraban, pero su proyecto no avanzó mucho y él mismo tuvo que retirarse a falta de pago de su salario.
Actualmente unas cincuenta personas laboran en la empresa, a fines del año pasado reclamaban el pago del decimocuarto salario, beneficio del que se goza en el mes de junio, además tuvieron dificultades para que les pagaran el aguinaldo, algunos se los pagaron en partes y otras se fueron cansadas sin gozar de ningún derecho. Mientras tanto la empresa sigue en agonía sin una recuperación evidente y quien sabe por cuanto tiempo.
(V.M. Dunia Montoya)
Fuente: Vida Laboral Edic. # 5. Abril de 2001