14 de enero del año 2001. Hace 13 años, el 14 de enero de 1988, fueron asesinados en San Pedro Sula los maestros y luchadores populares Miguel Ángel Pavón y Moisés Landaverde.
Habrá algunos que dirán que esos son asuntos del pasado y deben olvidarse. El Borrón y cuenta nueva es una idea propagada por los que se sienten señalados, los culpables directos e indirectos de tanto crimen.
Pero la amnesia promovida no podrá adormecer al pueblo. No lograrán que olvidemos nuestros muertos. A los que entregaron sus vidas a la justicia hasta el momento en que los verdugos pagados por los poderosos se las arrancaron.
Es imposible olvidar a alguien de la talla de Moisés Landaverde y Miguel Ángel Pavón, como tampoco puede borrarse el acto cobarde y alevoso contra ellos cometido.
Recordaremos siempre a Miguel y Moisés como maestros en el Centro Técnico Hondureño Alemán, el instituto Patria o la Universidad.
Miguel Estará presente en los cantos que él entonaba y en cada pieza musical pensando la patria.
Y cada vez que un títere le robe una sonrisa a un niño en las escuelas de barrio pobre, o en cada obra de teatro de los jóvenes mostrando su verdad, allí es tara con nosotros Moisés Landaverde.
Los asesinos aun son protegidos por el Estado. Pero algún día llegará la hora de la justicia y la verdad. De eso pueden estar seguros.
Como seguros estamos nosotros que n¡ 13 años, ni muchos mas lavarán la sangre de Moisés Landaverde y Miguel Ángel Pavón, ni de ninguno de los hijos de Honduras sacrificados por las bestias al servicio del dinero.
Moisés y Miguel están presentes en todos los que trabajan por la justicia. También en los que luchan porque se respete los derechos de las obreras de la maquila.
Lejos de apagarse la lámpara libertaria que nuestros mártires encendieron con sus vidas, cada día se volverán más luminosas hasta que eliminen por siempre las sombras malignas que envuelven nuestra patria.
Retomamos las palabras de Miguel Ángel en su último artículo, publicado el 15 de enero en Diario Tiempo, “ Porque la lucha hay que seguirla, sin claudicar un segundo, a través del diálogo o de lo que sea necesario. Porque para la abolición de la injusticia y el establecimiento de la paz para todos, cualquier esfuerzo o sacrificio no será nunca demasiado, mucho menos estéril o inútil”