Se acabó la tinta, dijeron, pero lo que de verdad se acabó con estas elecciones fue la ignorancia, y se acabó la paciencia de este pueblo digno que a lo largo de cinco meses ha caminado por las calles en resistencia contra el golpe de estado. El Tribunal Supremo Electoral ha informado de una votación masiva sin dar un solo dato real sobre la abstención, y con el manto de una euforia que contrasta con el conflicto instalado en el país, anunció el triunfo de la democracia hondureña con la elección de Pepe Lobo para la Presidencia de la República.
Muy distinto a los informes de la máxima instancia electoral, el pueblo hondureño habló con una mayoritaria ausencia de las urnas, y ha expresado su rechazo al bipartidismo y ha ratificado su palabra de repudio a la decisión de las elites empresariales, políticas y militares de convertir las elecciones en un estricto instrumento para legitimar el golpe de Estado que arrancó el 28 de junio.
Pasaron las elecciones, y formalmente los electores fundamentalmente cachurecos eligieron a las autoridades del país. Los “observadores” de las derechas fundamentalistas del continente repitieron el estribillo de que las elecciones fueron limpias y masivas. Sin embargo, el pueblo ya habló, y con su ausencia de las urnas advierte que las elecciones no fueron la solución al conflicto, y que el mismo sigue exigiendo una salida nacional para revertir el golpe de Estado a través de un diálogo que realmente nunca hubo en este tiempo, y que nos apuremos a impulsarlo con la representación de todos los sectores de la sociedad, si es que de verdad queremos evitar la barbarie que nos llevará al despeñadero.