Las 14 características son:
Nacionalismo poderoso y continuado:
Los regímenes fascistas tienden a hacer un empleo constante de divisas patrióticas, lemas, símbolos, canciones, y demás parafernalia. Las banderas son exhibidas por todas partes, como en la ropa y en pancartas públicas.
Desdén por el reconocimiento de los Derechos Humanos:
Usando como elemento el miedo por los enemigos y la necesidad de seguridad, la gente en regímenes fascistas es persuadida de que los derechos humanos pueden ser ignorados en ciertos casos debido “a la necesidad”. La gente tiende a hacer la vista gorda, o incluso a aprobar la tortura, ejecuciones sumarias, asesinatos, largos encarcelamientos de prisioneros, etc.
Identificación de los enemigos (o cabezas de turco) como una causa de unificación:
La gente es reunida en un frenesí patriótico que los unifica sobre la necesidad de eliminar una amenaza común percibida o el enemigo; minorías raciales, étnicas o religiosas; liberales; comunistas; socialistas; terroristas; homosexuales, etc.
Supremacía de lo Militar:
Incluso cuando hay problemas domésticos extendidos, los militares son agraciados con una cantidad desproporcionada de financianciación del Gobierno, y la agenda doméstica es descuidada. Se ensalza a los soldados y al servicio militar.
Sexismo desorbitado:
El Gobierno en las naciones fascistas tiende a ser casi exclusivamente dominado por hombres. Bajo regímenes fascistas, los papeles sexuales tradicionales se hacen más rígidos. La oposición contra el aborto es alta, como lo es la homophobia y la legislación anti-gay y la política nacional.
Medios de comunicación controlados:
A veces los medios de comunicación directamente son controlados por el Gobierno, pero en otros casos, los medios de comunicación son indirectamente controlados según la regulación del Gobierno, o a través de figuras mediáticas populares y sus directivos. La censura, sobre todo en tiempos de guerra, es muy común.
Obsesión con la seguridad nacional:
El miedo es usado como un instrumento de motivación por el Gobierno sobre las masas.
La religión y el Gobierno están entrelazados:
Los gobiernos en naciones fascistas tienden a usar la religión más común en la nación como un instrumento para manipular a la opinión pública. La retórica y la terminología religiosas son comunes en los líderes del Gobierno, incluso cuando los principios de la religión se encuentran diametralmente opuestos a la política del gobierno o sus acciones.
Se protege el poder de las empresas:
La aristocracia industrial y de negocios de una nación fascista, son a menudo quienes ponen a los líderes del Gobierno en el poder, creando una relación mutuamente beneficiosa de negocio/gobierno y la élite al poder.
Se suprime el poder de la mano de obra:
Como el poder de organización de la mano de obra es la única verdadera amenaza de un gobierno fascista, los sindicatos son o bien eliminados completamente o suprimidos con severidad.
Desdén por los intelectuales y las artes:
Las naciones fascistas tienden a promover y tolerar la hostilidad abierta hacia una mejor educación y la enseñanza superior. No es raro para profesores y otros académicos el ser censurados o incluso detenidos. La libre expresión en las artes es abiertamente atacada, y los gobiernos a menudo rechazan financiarlas.
Obsesión con el crimen y el castigo:
Bajo los regímenes fascistas, se le da a la policía un poder prácticamente ilimitado para hacer cumplir las leyes. La gente está a menudo dispuesta a pasar por alto los abusos de la policía, y aún a renunciar a libertades civiles, en nombre del patriotismo. En las naciones fascistas hay a menudo una policía nacional con poder prácticamente ilimitado.
Amiguismo y corrupción desmesurados:
Los regímenes fascistas casi siempre son gobernados por grupos de amigos y socios que designan el uno al otro a cargos nacionales, y usan el poder gubernamental y la autoridad para proteger a sus amigos de las responsabilidades.
Elecciones Fraudulentas:
A veces, las elecciones en naciones fascistas son una absoluta vergüenza. Otras veces, las elecciones son manipuladas por campañas de difamación contra (o incluso el asesinato de) los candidatos de la oposición, el empleo de la legislación para controlar el número de votantes o las fronteras políticas del distrito, y la manipulación de los medios de comunicación. Las naciones fascistas típicamente también usan sus poderes judiciales para manipular o controlar las elecciones.