Sin embargo, el proyecto del Presidente de Honduras no era ese. Manuel Zelaya propuso un voto, tal y como se hizo anteriormente en Ecuador o Bolivia, para convocar a una Asamblea Constituyente. De ser aceptada esta propuesta, se redactaría una nueva Constitución, que posteriormente seria sometida a las urnas para ser ratificada por el pueblo mediante referéndum.
¿Existe un proceso más democrático para definir la estructura política de un país? En este caso, el pueblo es soberano y eso es ciertamente lo que asusta a los medios de comunicación multinacionales. En Honduras, como en otras partes, los medios de comunicación comerciales con el apoyo de la oligarquía son hostiles a este tipo de proyecto. No es casual que el 28 de junio, el mismo día en que Zelaya está preparando la consulta al pueblo para determinar si debe aceptar la instalación de una cuarta urna en las elecciones de noviembre, la oligarquía toma el poder mediante un golpe de Estado.
Con la presencia masiva de empresas norteamericanas como la United Fruit Company |2|, un estado real dentro del estado, se mantiene la tradición de sumisión a las multinacionales. De hecho fue Honduras el país que inspiró el término “república bananera”. Las pocas familias que constituyen la oligarquía del país, poseen las mayores empresas, las estaciones de radio, de televisión y los periódicos, y se aposentan en los sitiales del poder. Pero los sitiales del poder no eran suficiente con la “amenaza chavista” ganando terreno en el continente. De esta forma, la oligarquía hondureña se colocó en la primera línea del poder mediante la fuerza de un golpe el 28 de junio de 2009.
Ese día un corte de luz paralizó la capital y se impide la emisión a la mayoría de los medios de comunicacion nacionales e internacionales para evitar así la salida masiva de la gente a las calles ante la noticia del golpe. El ejército allanó la televisión local Canal 36, también llamado Cholusat Sur, fiel a Zelaya. Los tres periodistas de Telesur, Adriana Sívori, José María Díaz y Larry Sánchez son secuestrados en su hotel y llevados por la fuerza a inmigración con otros periodistas de la agencia de noticias AP |3|. Su equipo fue confiscado y después se les impide utilizar sus teléfonos móviles. Fuera del horario de Tegucigalpa, algunas horas después del golpe, una veintena de soldados invadieron las instalaciones de Radio Progreso en Choloma y se le exige que cesen toda actividad |4|. Sabemos lo ocurrido después: Manuel Zelaya y su canciller, Patricia Rodas, expulsados de Costa Rica, inician una negociación diplomática, mientras que en Honduras, el Frente Nacional contra el golpe de Estado |5| centraliza la resistencia en un contexto caracterizado por la polarización de la población entre “zelayistas” y golpistas. Honduras ha sido un laboratorio liberal en los años 70-80 en un momento en que se experimentó con la contrarevolución |6|, ahora regresa a la escena internacional, revelando el impacto de una guerra fría resucitada.
¿La palabra al pueblo?
Manuel Zelaya, a pesar de provenir de una rica familia de empresarios forestales, se había decidido a defender los intereses de los pobres por encima de aquellos de las empresas privadas. Al no seguir la agenda de las grandes empresas y la embajada de EE.UU., fue calumniado y difamado por la prensa desde el comienzo de su mandato,. No se le dio más de seis meses como presidente, y luego otro año, y así sucesivamente hasta el fatídico día en que el ejército lo expulsa del país. Para restaurar el equilibrio en los medios de comunicación y dar voz a los que los medios ignoran cada vez más, Zelaya lanza un semanario público y gratuito a finales de 2007, El Poder Ciudadano, que promueve la participación ciudadana. Después procede a la nacionalización del Canal 8 de televisión, que ya no emitía debido a la mala gestión de Elías Aspura. Por supuesto, desde el golpe de Estado, El Poder Ciudadano ya no existe, fueron despedidos los empleados y el Canal 8 está de nuevo en las manos de Elías Asfura, su antiguo dueño |7|, quien también es propietario de los canales de televisión 8, 12 y 30.
Honduras ha sufrido pues un golpe de estado el 28 de junio de 2009, con el apoyo de la oligarquía local y de los Estados Unidos desde la base de EE.UU. en Soto Cano, ubicada a unos 97 kilómetros al norte de la capital, Tegucigalpa. Habida cuenta de la suave reacción de la comunidad internacional, se organizó la resistencia de la población contra la dictadura de la oligarquia, dándose cuenta de cuáles eran sus enemigos, de sus nombres y denunciando sus acciones. No se había visto una movilización de esta magnitud desde mayo de 1954 |8|., hasta el punto que parece difícil imaginar que la gente no quiera elegir una Asamblea Constituyente. Este proyecto político se ha convertido con el tiempo en una consigna ineludible. Es importante destacar que este deseo ha surgido de la gente y que Zelaya quiso apoyarlo, legitimándolo en una consulta popular. Es muy probable que la propuesta de una cuarta urna para las elecciones en noviembre de 2009 se hubiera aprobado si el golpe no hubiera detenido, de repente, el proceso democrático.
La oligarquía posee los medios de comunicación y fortalece la manipulación
En un país donde los medios de comunicación califican de “delincuentes” a los miembros de la resistencia al golpe de Estado, solamente una de las diez de televisiones que emite a nivel nacional, Canal 36, cuenta lo que pasa. Una sola radio, Radio Globo, da la palabra al pueblo informando de la resistencia en curso. Ningún periódico nacional habla del movimiento de lucha contra el golpe de Estado sin manipular a la opinión y tomar claramente partido por la dictadura de Micheletti. Una sola publicación de caracter mensual, El Libertador, ofrece artículos de fondo que muestran claramente la lucha de clases en curso. Estamos hablando de medios de comunicación nacionales, porque a nivel local, cabe señalar entre otros, la presencia de Radio Progreso, de la que un periodista, Gustavo Carpoza, fue golpeado en la calle y posteriormente durante el transporte a la estación de policía cuando participaba en la movilización de Choloma, el 14 de agosto de 2009. |9|
Como en muchos otros países, un grupo de banqueros, empresarios y dueños de medios, forman las familias que están estrechamente relacionadas con los Estados Unidos y que detentan el poder. Casi todas las radios, televisiones y periódicos más importantes pertenecen a los oligarcas que apoyaron el golpe de Estado del 28 de junio.
Estos incluyen a Carlos Flores Facussé, ex presidente de Honduras entre 1998 y 2002, próximo a Micheletti y sospechoso de ser uno de los principales ideólogos del golpe de Estado quien posee La Tribuna un importante periódico en el pais. Jorge Canahuati Larach, del Partido Nacional, propietario de El Heraldo y La Prensa, los dos otros principales diarios del país centroamericano |10|. Rafael Ferrari, un miembro conocido del Partido Liberal, es el propietario de los canales de televisión 3, 5 y 7 (Grupo Televicentro) y muchas estaciones de radio (Emisoras Unidas, HRN, Radio Norte, etc.). El empresario Ricardo Maduro, ex presidente del Banco Central (1990-1994) y Presidente de la República entre 2002 y 2006 |11| quien antes de dejar su puesto a Manuel Zelaya, aplico dócilmente las medidas de ajuste dictadas por el FMI (devaluación de la moneda nacional, la liberalización de los precios…). Maduro invirtió en El Salvador y Honduras, donde es propietario de centros comerciales (Grupo Roble), bancos y medios de comunicación. Para defender los motivos falsos de la eliminación de Zelaya se presentó con la Constitución hondureña en la mano ante el Congreso en Washington el 8 de julio,. Éstos son algunos de los personajes que han apoyado y difundido la ideología del golpe de Estado. Como en Venezuela en abril de 2002, se puede hablar de “golpe de Estado mediático”.
En su edición del domingo, 16 de agosto, el periódico El Heraldo denuncia “un ataque terrorista” que “amenaza la libertad de expresión”. De hecho, hay un incendio provocado por dos cócteles molotov lanzados contra el periódico. Para entender este acto “terrorista”, hay que leer en la misma edición del diario, estas pocas líneas de cinco páginas más adelante: “No fue suficiente para el ex-presidente, Manuel Zelaya, el llamar a los hondureños a la confrontación, sino que ahora quiere que la comunidad internacional desapruebe el proceso electoral… “. El periódico sigue: “ Zelaya ha sido sustituido en el cargo el pasado 28 de junio después de violar la Constitución de la República y enfrentarse a la justicia que le impedía llevar adelante una consulta ilegal para convocar una Asamblea Nacional Constituyente.” (El Heraldo, agosto 16, 2009, p.8). Esta posición ideológica se refleja a diario en las columnas de todos los diarios nacionales. Esta falta de profesionalidad periodística, que representa una verdadera desinformación, enfureció a algunos militantes, como aquel profesor que en una asamblea popular de resistencia contra el golpe de Estado propuso distribuir folletos para corregir la información falsa de los medios de comunicación comerciales.
En este contexto, la resistencia se organiza alrededor de los únicos medios que dan voz al pueblo, principalmente Radio Globo y Canal 36. Recordemos que el “atentado” a El Heraldo se produjo tras una serie de actos de intimidación y violencia hacia otros medios de comunicación. Periodistas de Telesur fueron secuestrados de su hotel el 11 de julio, por segunda vez desde el golpe, se confiscaron sus pasaportes y fueron amenazados |12| por las fuerzas policiales del gobierno de facto. Telesur es una de las pocos canales de television internacionales que cubre los acontecimientos que suceden: la mayoría de los equipos de televisión internacionales han abandonado el país una vez que las tensiones provocadas por el golpe amainan (al parecer…). El equipo de la televisión pública de Venezuela, Venezolana de Televisión (VTV) también ha sido secuestrado el 11 de julio. Canal 36 y Radio Globo que siguen haciendo frente a las presiones y los ataques de los piratas que afectan a su transmisión, han tenido cortados sus programas el 16 de julio. El 23 de agosto, hombres armados y enmascarados destruyeron los aparatos de transmisión del Canal 36. El programa Hable como Habla de Maya TV ha tenido que cesar, también, su transmisión debido a los daños ocasionados. Y estos ataques continuarán mientras los medios de comunicación manipulan tranquilamente a la opinión pública.
A raíz de un decreto emitido el domingo, 27 de septiembre (y retirado algunos días después debido a presiones internacionales), las garantías constitucionales que son las libertades de expresión, circulación y reunión se suspendieron para dar paso a la represión sistemática. El día después, 28 de septiembre, el ejército requisó y embargó todo el material audiovisual de Canal 36 y Radio Globo. Sólo Radio Globo, que se previno de tal posibilidad, continúa transmitiendo por Internet desde un lugar desconocido.
Guerra mediática
Esta guerra de medios se produce en un momento en que los gobiernos progresistas del continente hacen frente a los medios de comunicación comerciales tratando de legislar a fin de limitar el papel desestabilizador promovido por un poder monopólico en expansión.
Evo Morales acusó al diario La Razón (grupo propiedad de PRISA, que también es propietaria de Le Monde y El País) de seguir las directrices de la Embajada de los Estados Unidos en La Paz |13|. El gobierno argentino intenta promover una legislación para limitar los monopolios de los medios de comunicación que en la actualidad se concentran en pocas manos, enfrentándose a una fuerte oposición de las grandes empresas. Esta ley sustituirá a la vigente desde la dictadura militar (1976-83), con planes de limitar las licencias para las empresas. La filial local de Telefónica (España) se opone firmemente a la prohibición de participar en las empresas de televisión. Mientras tanto El Clarín, el mayor grupo de comunicación en la Argentina, se siente afectado. No se andan con rodeos, el director de Clarín, Ricardo Roa, al habla de ley “franquista”, “fascista” y “chavista”, adjetivos que van, según él, todos juntos…
Este enfrentamiento pone de manifiesto una línea de fractura entre algunos gobiernos progresistas de la región y los medios de comunicación multinacionales. Dentro de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), el ex presidente peruano Alejandro Toledo y el ex presidente de Bolivia, Carlos Mesa, hablaron de “atentado a la libertad de expresión” por parte de los gobiernos que atacan a los medios del complejo mediático-industrial para dejar un hueco a los medios de comunicación ciudadanos |14|. Atribuir al enemigo lo que nosotros hacemos es una forma eficaz de distracción a poco que sea difundida…por los medios de comunicación.
En Honduras, estos medios son la voz de la oligarquía del país que apoya el golpe de Estado y defienden sus intereses financieros. Apoyan la continuación de esta democracia representativa corrupta y van contra todos los intentos de reforma constitucional que afecte a sus privilegios. Kissinger habló del Chile de Allende como un “virus” que podría “infectar” la región |15|. Las fuerzas reaccionarias creen lo mismo de Chávez en Venezuela, pero al no haber conseguido derrocarlo a pesar del golpe de Estado de abril de 2002, han atacado al último “contaminado” por la idea de la justicia social, Honduras.
Traducción del francés: Enric Pastor y Daniel Munevar