Gabriel Quintanilla se presentó normalmente a sus labores a las 7:30 de la mañana el 1 de diciembre del 2000. Se sintió mal de salud. la supervisora Digna Muñoz lo envió donde el ingeniero Luis Pacheco a quien le solicitó permiso para retirarse a su casa o buscar atención médica, pero le fue negado en dos oportunidades porque no había quien lo relevara, según lo expresa el sindicato en un documento enviado al comisionado Nacional de los Derechos Humanos.
Quintanilla respiraba con dificultad y le dolía el pecho y la cabeza. Como a las ocho de la mañana los compañeros de trabajo le recomendaron que se fuera directo a enfermería “porque a éste ingeniero lo que le interesa es la producción y no la salud de nosotros”, dice un testimonio recabado por los inspectores de trabajo Hernán Discua y Pedro Pablo Perdomo entre los testigos de los hechos.
La enfermera Sara Valle en su declaración ante los funcionarios del Ministerio asegura que ella atendió a Gabriel como a las 8:05 de la mañana. El médico, que supuestamente llega a la empresa a las 7:30, aún no había llegado. Su compromiso es atender nada más diez y ocho personas cada día, de los mas de mil 700 empleados.
Dice la enfermera que le tomó los signos vitales en dos ocasiones y que encontró su presión muy baja. A las 8:45 el paciente le pidió que le pusiera una inyección, pero sólo había vitamina B12 o Cobalín y le aplicó 3 centímetros cúbicos “porque el me lo pidió y dijo que tenía fe que le iba a ayudar”.
El dolor de cabeza había disminuido, pero persistía el dolor en el pecho. Mientras Gabriel descansaba la enfermera atendía otros pacientes, porque el doctor no llegaba. “A las 9:40 volví donde él y lo encontré con ataque convulsivo, inmediatamente pedí ayuda”, relató. Sin embargo, Wilson López, declaró ante las autoridades del Trabajo que a eso de las 8:30 la trabajadora Elvia Iris Varela le comunicó que vio a Quintanilla en enfermería morado y echando espuma por la boca.
Gabriel fue trasladado al Instituto Hondureño de Seguridad Social en Choloma por Denis Turcios, Daniel Santos y el supervisor de producción Gerson Moncada que pasaba de casualidad.
Denis Turcios declaró que estando en la enfermería la Supervisora Digna le pidió que sacaran a Gabriel, que afuera había un carro para llevarlo a la emergencia del Seguro. “Sacamos al muchacho con un supervisor de nombre Daniel y el Ingeniero Pacheco, cuando salimos el carro no estaba y tuvimos que meter al muchacho”, expuso.
Gerson Moncada asegura que cuando levantaron al obrero de la cafetería, donde estaba desmayado, todavía estaba con vida y que no tardaron ni cinco minutos en llegar a la clínica del Seguro Social y aún no había muerto.
Contradictoriamente, Denis relató que cuando iban por la calle “ le hacía masajes con el otro muchacho y no se le veían signos de vida”. Agregó que al llegar al Seguro estaba un doctor que preguntó qué le pasó al muchacho “y cuando vio que estaba bien morado prendió un foco y le miró las pupilas y no hacían ningún movimiento, dijo que no había nada que hacer”.
A pesar de todo, otro doctor atendió a Quintanilla, le dieron Respiración Cardiopulmonar y le pusieron oxígeno, pero no hubo ninguna respuesta.
Veinte minutos después el jefe de personal de INTERFASHIONS, Licenciado Ricardo Murillo, llamó a su oficina a toda la Junta Directiva del Sindicato. El presidente Reginaldo Jiménez dice que el licenciado les pidió que trataran de concienciar a los compañeros porque había un gran alboroto por la muerte del obrero. Murillo les dijo que Quintanilla padecía desde hacía mucho tiempo de una enfermedad del corazón. Los sindicalistas sugirieron que la empresa emitiera un comunicado explicando la situación.
Textualmente el comunicado de la Gerencia General de INTERFASHIONS dice:
“A los pocos minutos de estar en control del médico del Seguro Social Gabriel dejó de existir y la opinión del médico es que el joven Quintanilla adolecía de un problema cardíaco probablemente desde su nacimiento que de pronto le sobrevino y lo condujo a la muerte”.
No se conoce ningún reporte de que Gabriel Quintanilla padecía del corazón al ingresar a la empresa, ni tampoco se sabe de registros de atención a dolencias de ese tipo durante los trece meses que laboró en la misma. Los padres manifiestan que durante sus veinte años de vida el no padeció de ninguna enfermedad permanente, y menos del corazón.
La denuncia ya está presentada ante las autoridades y se está a la espera de los resultados de las investigaciones. El SITRAINTERFASHIONS dice estar dispuesto a apoyar a los familiares hasta lograr que se haga justicia.
Fuente: Vida Laboral Edic. # 4. Febrero de 2001