OTRO ATAQUE DE LOS GORILAS

Como estaba programado por el Frente Nacional de Resistencia Contra el Golpe de Estado, nos reunimos frente a las instalaciones de Radio Globo, en el bulevar Morazán, para expresar de manera pacífica nuestro repudio a las viles acciones de los gorilas que han usurpado la institucionalidad de la nación y que restringen, violan y conculcan todos nuestros derechos como ciudadanos, ciudadanas y seres humanos.

Poco a poco hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, compañeros y compañeras de todas las edades fueron llegando al sitio de encuentro de la Resistencia. Las banderas de la patria, de Francisco Morazán, de la revolución latinoamericana, flameaban en el aire contagiando de espíritu combativo a la Resistencia. Permanecimos ahí gritando consignas que eran secundadas con sonidos de bocinas, pitos de automóviles y ¡Viva la Resistencia! por los transeúntes y conductores que avanzaban en medio de los manifestantes. Eso fue hasta las diez de la mañana aproximadamente. El destacamento militar y policial comenzó a realizar sus maniobras intimidatorias: se formaron ocupando las dos trochas del bulevar, se colocaron las máscaras antigases, colocaron frente a sí los escudos y blandieron sus toletes amenazantes. Llamaron a algún miembro de la conducción del Frente. Rafael Alegría avanzó, acompañado por algunos de nosotros a negociar la permanencia en ese lugar. Nos plantamos frente a los gorilas y escuchamos la voz de la intolerancia, del absurdo, de la brutalidad, de la ignorancia y la represión: se nos dijo que no podíamos permanecer más tiempo en la calle, que seríamos desalojados inmediatamente si insistíamos en nuestro propósito.

Nuestro argumento fue que era una manifestación pacífica y que teníamos derecho a ella, que les exigíamos que no continuaran golpeando y matando al pueblo. El gorila mayor nos dijo que estábamos interrumpiendo el tránsito vehicular. Le contestamos que abriríamos un carril para que los vehículos pasaran, como ya lo estaban haciendo, pero que íbamos a permanecer ahí. La respuesta fue que nos daban una hora para desalojar. Rafael les dijo que en una hora hablaríamos de nuevo para evitar cualquier acto represivo; y en eso quedamos.

Inmediatamente la Resistencia organizó una valla humana que controló ágilmente el paso de vehículos. La mayoría de los conductores expresaba su apoyo haciendo sonar las bocinas de sus carros, sacando los puños en señal de victoria. A los pocos golpistas que pasaban se les gritaba ¡Fuera, golpistas! Incluso uno que otro taxista recibió la frase: ¡Taxista golpista, fuera de mi vista! Fue una fiesta de dignidad popular. Los vehículos fluían tranquilamente, evitando aglomeraciones que incitaran a los policías y militares a reprimirnos, Los chepos y chafarotes descansaban bajo la sombra de los negocios de comidas rápidas, con sus escudos y flácidos toletes a un lado, tomaban agüita, fumaban despacio haciendo el golpe.

Lamentable fue la actitud de unos de los periodistas de Radio Globo de cuyo nombre prefiero no acordarme, quien alterado y desconociendo que nuestra presencia era en apoyo al medio de comunicación para el cual trabaja, rompió la disciplina, se tomó la calle, empezó a gritar consignas no como alguien que expresa sus convicciones, sino como un fundamentalista, paralizó el tránsito vehicular y provocó un embotellamiento que inmediatamente fue advertido por los cuerpos represores. Se le invitó a volver a ocupar un sitio correcto en la manifestación, se le exigió y nada fue efectivo para convencerlo. Finalmente tuvo que ser prácticamente empujado hacia la acera, a lo cual se resistió, insultó a varios miembros de la seguridad del Frente e intentó agredirlos. El orden retornó unos segundos, pero los chafarotes y chepitos, en jauría, volvieron a colocarse las máscaras, hicieron sonar toletes contra escudos y avanzaros unos metros hacia nosotros. Nuevamente fuimos con Rafael a intentar tranquilizar a las bestias, pero esta vez fue infructuoso. Tácitamente se nos dijo que nos movilizábamos por nuestra cuenta inmediatamente o nos desalojarían en el acto. La decisión fue marchar, como hace un par de días no lo hacíamos. Vale decir a esta altura que el acto de indisciplina del periodista de Radio Globo fue el combustible ideal para la represión de este día y que este señor debe entender que la lucha no es solo de Radio Globo, sino de todo un pueblo que ha decidido levantar con dignidad su frente hacia un futuro libertario. No se puede hacer ningún cambio, y menos ninguna revolución, con solo la espontaneidad desorganizada e irresponsable de unos cuantos que anarquizan la lucha provocando el desconcierto, promoviendo la desunión, exigiendo que les acompañemos en “cruzadas” personales o familiares, llamando a la guerra con torpe lenguaje, queriendo ser los rencos líderes de la guerrilla. Este señor debe llamarse al orden a sí mismo o ser expulsado de las marchas.

Así que iniciamos la marcha con la intención de llegar a Canal 36. Caminamos gritando nuestras consignas unas cinco cuadras; pero, evidentemente, una marcha de la Resistencia no estaba en los planes del régimen y sus palillonas armadas. La marcha los enardeció, ya que su intención es paralizarnos, inmovilizarnos, encerrarnos para ocultar (según ellos) nuestra presencia. Las cinco cuadras recorridas nos devolvieron el sabor de la lucha callejera, donde el pueblo busca recuperar el poder que le corresponde. Chepos y chafarotes nos siguieron y a la altura del redondel, bajando Medical Center, comenzó la lluvia de bombas lacrimógenas. Informes que corrían de boca en boca decían que la abuelita de la Resistencia fue golpeada por estos “hijos de madres excesivamente infieles”. Escapamos por las calles de los ricos gritando ¡El pueblo unido, jamás será vencido! Fue solo una batalla más en la guerra que sostenemos y que habremos de ganar contra la oligarquía.

Mañana seguiremos en la lucha, y pasado mañana también, y después, y el tiempo que sea necesario. El que quiera obtener ya los triunfos debe estar prevenido de que probablemente sufrirá la decepción de su ignorancia y/o desesperación. Esta es una lucha con objetivos a corto, mediano y largo plazo. La lucha no termina con Mel sentado en la silla presidencial, ni con la Constituyente, ni con el rechazo a los oportunistas de turno que pronto dejarán ver sus partidarios intereses ocultos. La lucha tiene que abarcar el desmantelamiento de los aparatos oligárquicos; y esto sólo se hará entendiendo esta lucha como un proceso histórico que exige disciplina, organización, paciencia, acción e inteligencia.

Mañana jueves, todos y todas frente a la Embajada de EEUU. 8:00 am.

Tegucigalpa, 30 septiembre de 2009

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