Nuestra Palabra
Las respuestas violentas son una gran tentación cuando la institucionalidad funciona para bien de unas pocas familias. Y muy unida a la violencia se encuentra también las respuestas apuradas y desesperadas. Es normal escuchar voces que dicen que si la ley no funciona que cada quien se haga justicia por su propia mano. Haber caído en esta tentación nos tiene a expensas de la violencia e impunidad, porque cuando la gente ha dejado de creer en las instituciones, se acaba imponiendo la ley de los fuertes.
En la Honduras en las que hemos acabado, parece que ya no caben las respuestas y acciones cuerdas o normales. Porque las decisiones que se han venido tomando a lo largo de muchos años, se sustentan en el desprecio a la dignidad de las personas, al bien común y a la democracia y el Estado de Derecho. No cabe duda: los mayores enemigos de la democracia son aquellos actores que más han estado metidos en la política y en las instituciones del Estado.
Los sectores políticos y el alto empresariado parecen haber cerrado todas las puertas para salidas pacíficas y humanamente válidas. Sin embargo, caer en la tentación de las respuestas apresuradas y violentas es caer en la trampa de quienes gobiernan nuestra sociedad desde la violencia, corrupción e impunidad. Dar el rodeo a la violencia es el camino, aunque signifique romper con esquemas establecidos y ser ocasión para la burla y los ataques de los fuertes.
La caminata denominada “Dignidad y soberanía, paso a paso” es una respuesta que se sitúa en el camino muy propio de la corriente de la no violencia activa, o lo que solemos llamar lucha pacífica y ciudadana. Es una acción que desestabiliza a los violentos y a los que se parapetan en la formalidad de una resquebrajada institucionalidad legislativa y jurídica para legitimar intereses de reducidos grupos, y para dejar por sentado quiénes son los que tienen el poder y la capacidad de imponerlo al costo que sea al resto de la sociedad.
La caminata ha sido convocada por diversos sectores sociales que dejando fuera la politiquería, expresarán demandas muy precisas como la derogación de la ley de minería, el decreto de las ciudades modelo y la libertad para el luchador agrario Isabel “Chabelo” Morales. Una caminata que defiende los territorios, los bienes naturales y la dignidad de las personas es una manera muy específica de contribuir a la democracia, el Estado de Derecho y a la paz. Acompañarla y enriquecerla es repudiar la violencia y la impunidad; es una actitud ética, patriótica y cristiana que sin duda traerá muchos beneficios para nuestro país.
20/02/2013