Estados Unidos queda solo como única hiperpotencia mundial. Do mina en el mundo a nivel político, militar, económico, científico, tecnológico, espacial y cultural.
El hiperpotencia pretende que todas las organizaciones mundiales, leyes y acuerdos internacionales queden supeditados a sus “altos” intereses. EE.UU. establece unilateralmente el incumplimiento de los acuerdos medio ambientales de Kyoto, no sujetarse al Tribunal Penal Internacional, ni someterse a las determinaciones de la ONU o su Consejo de Seguridad… Dado su poderío decide en solitario ser inmune y estar por encima de toda ley e institución internacional.
El Imperio Norteamericano (levantándose sobre el gran pueblo estadounidense) es el nuevo ídolo del mundo que establece lo bueno y lo malo, la verdad y la mentira, siempre ambicionando el acaparamiento de más poder, de más riquezas y de más prestigio. El ídolo USA suplanta a Dios.
Su flamante presidente, aprovechando el condenable golpe terrorista contra las torres gemelas, dijo: “quien no está con nosotros está contra nosotros.”
Bush, sin contar con ningún otro Estado y organismo de Naciones Unidas, determinó el nuevo “eje del mal”: Irak, Irán y Corea del Norte. La doctrina militar Bus determina la “guerra preventiva”, que no es ni más ni menos que una guerra de agresión que contraviene los principios de las Naciones Unidas. El gobierno norteamericano apoyó el fallido golpe de estado en Venezuela contra su gobierno democráticamente elegido y la invasión a Afganistán. Quiere reorganizar la tierra conforme a sus ambiciosos designios de hegemonía mundial.
La guerra contra Irak
El Imperio Norteamericano prevee en sus planes de expansión militar y económica un aumento considerable del gasto energético en la década actual; necesita hegemonizar y, en algunos casos, monopolizar la producción del petróleo mundial. Petróleo en países cercanos al mar Caspio (guerra de Afganistán disfrazada de lucha antiterrorista y al mismo tiempo implanta sus bases militares mirando a Rusia y China); petróleo en países subsaharianos (ya ha empezados a controlarlos económica y militarmente); petróleo en los pueblos latinoamericanos (por eso su manipulación en la política de Venezuela y en la de México); y por supuesto, la gran reserva de petróleo en el Oriente Medio (donde planea reorganizar la zona a favor de sus intereses).
La guerra contra Irak (segunda Potencia petrolera del mundo), responde a su estrategia de dominación geopolítica de la zona musulmana y el control del suministro y de los precios de los hidrocarburos, bajo el pretexto de que Irak tiene armas de destrucción masiva.
El conflicto armado supondrá unos dos millones de refugiados en países cercanos, al menos un millón de desplazados internos, miles de muertos y la destrucción de la capacidad industrial de este país. Llevará a más pobreza, enfermedades, mortandad infantil y otras muchas calamidades que el pueblo irakí tendrá que sufrir.
A nivel internacional, la Unión Europea queda dividida; en cuanto a los países árabes quedarán más dominados, provocando revueltas de esos pueblos contra sus gobiernos supeditados a los dictados de Washinton.
¿Quiénes son el peligro?
Si en la primera guerra del Golfo, Irak había invadido a Kuwait, actualmente el gobierno de Sadán no se estaba metiendo con nadie. El pueblo irakí lleva unos diez años padeciendo un bloqueo económico que ha ocasionado alrededor de un millón de muertos y la exclusión de parte de su territorio al norte y al sur del país, además de estar sufriendo constantes bombardeos de la aviación norteamericana e inglesa.
Aunque le queden algunas armas químicas de la que EE.UU. entregó y que Sadám empleó contra los Kurdos y en la guerra contra Irán, no suponen hoy serio riesgo.
El gran peligro para los pueblos de la tierra son los grandes arsenales nucleares, bacteriológicos, químicos y convencionales que EE.UU. tiene y aumenta y perfecciona, capaz de destruir la tierra.
Tal vez la ONU tendría que acordar mandar inspectores para lograr el desarme del armamento de destrucción masiva que tiene EE.UU., así cómo Rusia, Inglaterra, Francia, China, Israel, India y Pakistán.
Mejor sería que las grandes potencias escucharan la voz de Cristo “bienaventurados los pacíficos porque ellos heredarán la tierra”. Su estrategia debiera ser: “si quieres la paz trabaja por la justicia”. Más que guerra, lo que Irak necesita es un plan de ayuda económica que acabe con la miseria de ese sufrido pueblo.