El documento fue firmado en la ciudad de Tegucigalpa en el marco de la Décimo Tercera Reunión Ordinaria. La declaración fue suscrita por los Rectores/as y Secretarios Generales de las Federaciones del área centroamericana; por Honduras firmaron Juan Almendares Bonilla/Rector y Eduardo Becerra Lanza/Secretario de la FEHU.
El documento hacía ver el repudio a las constantes agresiones y acciones de fuerza extranjera que impedían –y que hoy continúan impidiendo- la liberación de los pueblos centroamericanos y la desestabilización de los gobiernos progresistas de la región. El repudio a la carrera armamentista que imponía el enfrentamiento entre centroamericanos, además de implantar el terror desmeritando la paz y la tranquilidad en el Istmo. Asimismo impulsar un Programa que lograra el objetivo de establecer y reconocer a la región centroamericana como una ZONA DE PAZ. Reconocer el derecho que tienen los pueblos a determinar su propio destino y respetar su soberanía. Entre estos cuatro apartados se propusieron alrededor de 9 puntos, uno de los cuales era apoyar la iniciativa de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) de realizar un encuentro internacional con el propósito de lograr el pronto establecimiento de la región centroamericana como ZONA DE PAZ y que sirviera de ejemplo a otras regiones del mundo, incidiendo en el compromiso que como seres humanos tenemos de buscar día a día la no destrucción de la humanidad.
Esta declaración y las actuaciones de los frentes estudiantiles dentro del Alma Mater, como la del Frente de Reforma Universitaria (FRU), principal fuerza estudiantil dentro de la UNAH en esa década, el cual fue fundado en 1959 con el objetivo de hacerle frente patrióticamente a los desafueros de los partidos tradicionales, liberal y nacional, que a base de fraudes y matanzas se turnaban el poder del Estado, el FRU fue concebido como un frente amplio de fuerzas revolucionarias con posiciones nacionalistas, que a la altura de la década de 1980 era conocido a nivel nacional no sólo por defender los derechos de los estudiantes a nivel universitario y medio, sino por defender los derechos del mismo pueblo hondureño principalmente de aquellos sectores más desposeídos, confirmaron que la UNAH se convirtiera en uno de los objetivos principales para sembrar el terror entre la dirigencia educativa superior que decididos y comprometidos por principios humanos, unionistas y patrióticos representaban una fuerza creciente de oposición ante la política de la Doctrina de la Seguridad Nacional que, a través de Gustavo Alvares Martínez, durante el gobierno liberal de Roberto Suazo Córdoba, quería acallar con asesinatos selectivos todo intento de oposición por la defensa de la democracia.
En este sentido el papel de los líderes estudiantiles dentro de este recinto universitario, saltó la valla a nivel nacional, convirtiéndolos en potentes líderes nacionales opositores. La UNAH se convirtió en un objetivo prioritario de la política de Suazo Córdova, Gustavo Alvares Martínez, la Embajada Norteamericana, la CIA, el Frente Unido Universitario Democrático (FUUD) y la ambición personalista de Oswaldo Ramos Soto que luchaba por alcanzar la Rectoría a como diera lugar, sin olvidar que era el Secretario de la Alianza para el Progreso de Honduras (APROH) organización que financiaba la política de la Doctrina de la Seguridad Nacional, avalada principalmente por la oligarquía hondureña y la Iglesia Católica.
En los meses de abril y mayo de 1982 Oswaldo Ramos Soto y Julio César Valladares Salinas, éste último expresidente de la FEUH, realizaron denuncias sistemáticas en el sentido de que la UNAH se había convertido en santuario de comunistas, en el campo de entrenamiento de guerrilleros y en un gran depósito de armas para suplir a la guerrilla salvadoreña y hondureña. Gustavo Alvares Martínez enloquecido por el poder y el apoyo de Ronald Reagan, le dio amplio crédito a las denuncias de éstos dos asesinos con lo que se autoriza el procedimiento criminal contra la juventud estudiantil hondureña. Meses después Gustavo Alvares Martínez, Oswaldo Ramos Soto y Julio César Valladares Salinas habían madurado el plan macabro para apoderarse de la UNAH que en su primera etapa consistió en organizar una estructura represiva dentro de la máxima casa de estudios con una escuadra de denuncia dentro de las fila del Frente Unido Universitario Democrático (FUUD); formación de un escuadrón de secuestro con elementos del G-2 y la Dirección Nacional de Investigaciones (DNI); y formación de un cuerpo de eliminación física formado por exguardias somocistas. Toda esta estructura de muerte estaba matriculada como estudiantes universitarios y estaban pagados por el Secretario de APROH, Oswaldo Ramos Soto siguiendo órdenes de Gustavo Alvares Martínez, quien manejaba los fondos de esta organización como Presidente que era.
Los objetivos concebidos para apoderarse de la UNAH y su dirección administrativa fueron detener el proceso electoral garantizado por los estudiantes de la FEUH a practicarse el 18 de agosto de 1982; sembrar una ola de terror armada y anticomunista para desbaratar a todos los grupos estudiantiles oponentes; descabezar el movimiento estudiantil de todos sus líderes; y tomar la dirección de la UNAH a través de un plebiscito para darle a la maniobra criminal y asaltante un tinte democrático objetivo último que no se cumplió.[1]
Antes de los hechos de este agosto sangriento de 1982 donde quedaron sepultadas las vidas de cinco estudiantes universitarios, fue desaparecido y asesinado el 5 de septiembre de 1981 el estudiante Oscar Alexis Colindres y el 12 de setiembre del mismo año el estudiante Ángel Manfredo Velásquez, hermano de la profesora Ilse Velásquez asesinada en el curso de este año en una manifestación del gremio de maestros. En abril de 1982 fueron detenidos y desaparecidos temporalmente Gilda ySuyapa Rivera, Milton y Janeth Jiménez los cuales afortunadamente fueron puestos en libertad pocos días después de su captura. El 22 de julio de 1982 fue detenido el Tesorero de la FEUH, estudiante Juan Ángel Ayes, quien después de 8 días de tortura fue puesto en libertad bajo la amenaza de abandonar el país. Ayes recomendó a sus compañeros estudiantes abandonar la patria porque corrían el peligro de ser asesinados en cualquier momento por órdenes de Gustavo Alvares Martínez y Juan Blas Salazar, Jefe de la Dirección Nacional de Investigación (DNI). Juan Ayes abandonó inmediatamente la ciudad de Tegucigalpa rumbo a México.
Pese a las amenazas a muerte y la persecución política, ninguno de los estudiantes abandonó el país demostrando de esta manera su alta conciencia revolucionaria y su entrega a la lucha por mejorar las condiciones en que vivía la mayor parte del pueblo hondureño. Es así que el 1 de agosto de 1982 fue detenido y desaparecido el Secretario General de la Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras FEUH, José Eduardo Becerra Lanza. Eduardo fue candidato a la Presidencia de la FEUH en dos ocasiones. Líder estudiantil en los colegios de secundaria y un excelente alumno en la escuela primaria. Al momento de su desaparición Eduardo había comenzado su carrera como docente universitario y cursaba el cuarto año de la carrera de Medicina.
Desde muy joven se destacó por ser justo y valiente, cualidades que lo levantaron como líder del movimiento estudiantil universitario, desde el Movimiento de Bases del Frente de Reforma Universitaria (FRU), pasando como miembro estudiantil del Consejo Universitario, hasta la Secretaría General de la Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras (FEUH). En plena ejecución de la Doctrina de Seguridad Nacional, Eduardo expresaba la voz representativa del Alma Máter contra la represión lanzada sobre líderes sociales por tres ejércitos irregulares que operaban en el territorio nacional: el salvadoreño, el contra nicaragüense y el estadounidense. Los jóvenes fueron las primeras víctimas del abuso de autoridad y de poder, entre ellos los estudiantes que encendían la ira de los oficiales militares impulsores del silencio con terror, y de los civiles que caminaban, pensaban y hablaban como ellos.
Eduardo, que atraía por su inteligencia de alta velocidad, sus palabras ordenadas y pensamiento fresco, innovador y subversivo, era blanco de enemigos situados en la propia Universidad Nacional. Oswaldo Ramos Soto, para entonces candidato a la Rectoría inducido por el General Gustavo Álvarez Martínez, encarnaba al prototipo Salvador de la Patria que acabaría con la amenaza comunista desde la Universidad. Odiaba a Eduardo.[2]
Eduardo antes de su desaparición defendió y denunció abiertamente las violaciones que sobre derechos humanos se estaban cometiendo en el país pronunciándose como Secretario de la FEUH a favor de los detenidos, desaparecidos y asesinados políticos. En 1981 con la llegada de Amnistía Internacional para conocer la situación de los presos políticos en Honduras la FEUH preparó manifestaciones para exigir al gobierno la excarcelación de los presos políticos; como representante de los estudiantes universitarios Eduardo se hizo presente ante la comisión de Amnistía Internacional señalando que para la época habían más de 100 estudiantes detenidos en diferentes cárceles acusados arbitrariamente de realizar actos subversivos.[3] Asimismo emitió pronunciamientos a nombre de la FEUH por la desaparición de Juan Ángel Ayes y Gilda y Suyapa Rivera, Milton y Janeth Jiménez, Juan Ángel Ayes entre otros compatriotas detenidos, desaparecidos.
El 15 de agosto de 1982 fue detenido en Tegucigalpa el estudiante universitario y dirigente sindical Félix Martínez. 13 días después de su arbitraria captura apareció su cuerpo, presentando brutales torturas como quebraduras en las piernas, escoriaciones profundas en sus manos, pies, espalda y costados; presentaba 13 heridas profundas de arma blanca y desfiguramiento de su cara por quebraduras en el cráneo e inflamación del rostro. De su muerte gozaron cobardemente sus enemigos ideológicos que lo entregaron a las bandas somocistas para que lo asesinaran, y los enemigos de izquierda que adversaban su independencia del anarquismo político oportunista, que lo odiaba por su sinceridad de indio revolucionario; se silenciaron cuando su cadáver de “Juan Caite” apareció salvajemente asesinado4.
El 20 de agosto de 1982 fueron detenidos y desaparecidos los estudiantes universitarios Reinaldo Díaz y Roberto Fino, quienes fueron encontrados muertos en estado de descomposición en las cercanías de Tegucigalpa. Fueron salvajemente asesinados y destrozados sus cadáveres con golpes de hacha.
El 25 de agosto de 1982 fue detenido el estudiante universitarioTomas Aquino, cinco días después fue encontrado su cadáver despedazado por las aves de rapiña cerca de la hacienda y aserradero EL Pino en la vieja carretera que conduce a Olancho. Los girones de su cuerpo fueron identificados porque en su rasgado pantalón colocaron deliberadamente un pedazo de cartulina escrito con su nombre y ocupación de estudiante.
El operativo contra los estudiantes universitarios fue público y orientado a destruir el movimiento estudiantil hondureño; los estudiantes de primera fila fueron diezmados; los líderes estudiantiles de posiciones democráticas fueron perseguidos, desaparecidos y asesinados cobarde e inhumanamente; los intentos de unificación de los frentes estudiantiles se hizo cada vez más difícil; la derecha reorientada y altamente asesorada terminó con sus oponentes y por fin se apoderó de la UNAH desde entonces hasta la fecha.
Como expresa Víctor Manuel Ramos en un artículo publicado en Diario Tiempo el 9 de junio de 1988 titulado La FEUH ha muerto no se equivocó la FEUH murió en la década de los 80`. Dice Ramos: La FEUH ha muerto. Otrora esta organización de estudiantes universitarios, mostró una enorme valentía en la defensa de los sagrados intereses de la nacionalidad hondureña. Ahora es un simple cascaron muerto que lo único que resta es que la sepulten en el basurero de las cosas inservibles.
… La FEUH ha perdido todos sus sentidos ya no palpita su corazón junto con el del pueblo. Ha muerto. Pero por suerte hay todavía en los predios universitarios jóvenes dignos capaces de recoger en sus manos limpias y valientes las banderas de Rubén Merlo, Gerardo Salinas, Eduardo Lanza y otros mártires que entregaron su sangre para dar un vivo ejemplo de la tarea destinada a la intelectualidad universitaria de levantar bien en alto la bandera azul(blanco)azul con sus cinco estrellas, tan alto que el cielo se confunda con ella y con la diafanidad de una Patria justa, digna y libre como la caracterizó el universitario universal de nuestro pueblo, Francisco Morazán en su Manifiesto de David.
La FEUH ha muerto. Pero para suerte de Honduras la juventud sigue aun con vida. Confiemos en que rescatará las banderas de la dignidad y que le veremos pronto marchar dirigiéndose con el resto del pueblo hondureño, la Historia hacia un futuro promisorio”.