Los campesinos firmantes del Acta de Compromiso aceptaron abandonar las fincas tomadas y a asentarse en aquéllas que escogieran y sumaran 3,000 hectáreas, como primer paso en el proceso de cumplimiento del convenio que establece que luego se les entregarán 3,000 hectáreas sin cultivar en los próximos 90 días; 1,000 hectáreas cultivadas con palma africana en el término máximo de 1 año y; por último, 4,000 hectáreas no cultivadas también en el plazo de 1 año.
El régimen se comprometió con los asentados – que ahora viven en medio de las palmeras en improvisadas chozas de nylon- a construir 100 viviendas (aunque el número de familias es de 2,500), cubrirles las necesidades de asistencia médica y educación; sin embargo, hasta ahora, 5 de junio, no se conoce presencia de instituciones estatales que cumplan con ese compromiso.
No se cumplió además con la entrega de las primeras 3,000 hectáreas cultivadas con palma africana. Los resultados de las evaluaciones técnico agronómicas a esa primera asignación indican que apenas un poco más del 50% de esa área está cubierta con esa oleaginosa, con lo que queda claro que el convenio no ha sido cumplido de parte del régimen.
Al mismo tiempo Miguel Facussé retoma las negociaciones con los campesinos de MUCA con dos posiciones: a veces exigiendo 250,000 lempiras por hectárea, aún cuando a criterio de expertos en la materia y conocedores del mercado de tierra en la zona aseguran que a lo sumo una hectárea bien cultivada y joven costaría unos 150,000 lempiras. Otras, ofrece ¡dárselas sin costo alguno si los campesinos se comprometen a venderle la fruta únicamente a él!
Temiendo esos incumplimientos y ataduras perjudiciales con los grandes empresarios agrícolas, las cooperativas que no entraron en el convenio, la San Isidro, El Despertar, San Esteban y La Trinidad, creyeron conveniente seguir peleando su derecho a esas fincas a través de los tribunales, seguros de ganar por contar con la documentación apropiada que les asegura según ellos un fallo a su favor.
Pero las previsiones de estos campesinos no se cumplieron. Antes de la sentencia judicial fueron desalojados por la policía y el ejército aún cuando el convenio con el régimen dice que “Así mismo se compromete a realizar las gestiones pertinentes para que las acciones judiciales incoadas por el delito de usurpación serán revisadas en el marco del presente acuerdo”.
Es más, confiados en la buena fe del régimen porque el convenio señala que “los procesos legales civiles incoados por las cooperativas campesina en los tribunales de la república, con el fin de revertir por la vía judicial las compra ventas efectuadas al margen de la ley, no queda excluida su tramitación hasta dar por agotada esa instancia judicial, con la suscripción del presente acuerdo” esperaban salidas pacificas apegadas a la ley y apoyadas por la promovida consigna de la conciliación nacional.
Hoy por la mañana fueron desalojados por la fuerza de policías y militares los grupos campesinos de las cooperativas El Despertar, San Esteban y La Trinidad que habían tomado la finca El Despertar en un escenario en el que la detonación de la balas generó el terror de las personas asentadas en esa finca y de las que se encontraban en las comunidades cercanas.
Y los conflictos violentos prometen extenderse. Hace dos días alrededor de 150 familias integrantes de cuatro grupos campesinos tomaron aproximadamente 697 hectáreas ocupadas por la Standard Fruit Company, en Lis Lis, comunidad perteneciente al departamento de Atlántida que, como en los demás casos, amenaza con convertirse en otro escenario de violencia.
Como lo señalamos en otro comunicado de FIAN Honduras el mes anterior, de no resolverse el problema agrario a través de la aplicación seria de políticas públicas que invaliden los propósitos y medidas de la Ley de Modernización y Desarrollo del Sector Agrícola, es decir, que permitan a los campesinos el acceso a la tierra y a otros activos para que se conviertan en productores por cuenta propia, el conflicto agrario se multiplicará y expresará en distintos lugares del país tal como sucedió en las décadas de los sesentas y setentas, con el hambre como único azuzador.
Tegucigalpa MDC 5 de junio de 2010