El amigo y compañero Mario Mendoza Padilla exhaló su último suspiro la madrugada del pasado 16 de abril después de 62 años de una vida marcada por grandes anhelos y algunas satisfacciones. Sin embargo, las grandes transformaciones de nuestra sociedad por lo que luchó largo tiempo, no tuvo oportunidad de verlas y seguramente fue su mayor frustración en el ocaso de su existencia.
Mario nació el 6 de febrero de 1945 en el viejo barrio Las Urupas, hoy llamado Cabañas, de El Progreso, en el mismo lugar donde quienes lo apreciamos acompañamos sus restos inertes antes de llevarlo a la sepultura.
Sus padres, doña Graciela Padilla Romero y don Miguel Angel Mendoza Galindo, le dieron la formación académica que en aquellos tiempos pocos podían alcanzar. Compartió con otros niños en el “parbuliche” o Kinder Manuel García y en la Escuela San José, que ahora es pública pero que en sus primeros años, en 1952, fue atendida por los jesuitas a un costo de tres lempiras mensuales por alumno.
Marcos Delgado, uno de sus compañeros de toda su vida escolar y estudiantil lo recuerda siempre inquieto, pensante, comedido, participativo y con las señales de la rebeldía que luego le caracterizaría.
La educación secundaria la alternó con la función de sacristán en la Iglesia Las Mercedes. Estudió el Bachillerato en Ciencias y Letras en el Instituto San José egresando en 1962. Al egresar enfrenta con decisión los retos que le impone el injusto sistema. Hace distancia de la influencia política tradicional que había heredado del seno de su familia hasta abrazar el pensamiento marxista-leninista y la causa de la revolución hondureña.
No tenía recursos para estudiar en la universidad en Tegucigalpa y se empleó como maestro en la Escuela Manuel Bonilla de Agua Blanca Sur, pero nunca le pagaron su sueldo. Trabajó luego como recolector de impuestos en el Mercado Municipal entre 1966 a 1969.
El 22 de marzo de 1966 se casa con María Lidia Aguilera con quien se traslada en 1969 a Finca Birichiche. No cabe duda que el tiempo que trabajó con los García fue determinante para que se acentuara en Mario su espíritu rebelde frente a las injusticias del capitalismo y terminara desechando cualquier reminiscencia de la política tradicional de sus mayores.
Ingresó al Instituto Nacional Agrario, INA, en 1973. Se incorporó al Partido Comunista de Honduras, PCH, el cual en 1976 le proporcionó una beca para formación intensiva en la Escuela de Cuadros de la URSS.
A su regreso, Mario se dedica a impulsar el proyecto campesino del sector de Guaymas y a formar políticamente a los dirigentes de la Empresa Asociativa. La idea era que los campesinos mejoraran sus condiciones de vida sin perder la conciencia social y mantuvieran una actitud de solidaridad con todos los sectores populares en lucha contra la injusticia. Por eso Mario fue perseguido, encarcelado y torturado.
En 1979 el PCH en El Progreso promovió la convocatoria a todos los sectores populares para luchar por la oficialización de un instituto, Mario estuvo en primera fila. La lucha fue respaldada por el Partido Comunista Marxista-Leninista de Honduras, la Democracia Cristiana y los más amplios sectores populares del municipio. Dagoberto Padilla Escoto dirigió el Frente que le dio a El Progreso el Instituto Perla del Ulúa y Mario siempre estuvo en todas las acciones acompañadas decididamente por el Padre Guadalupe Carney.
Se tituló de Profesor de Educación Media en Ciencias Sociales en el Programa de Capacitación Docente de la Universidad Pedagógica. Muchos lo recuerdan siempre jovial. Paradójicamente, a pesar de su entrega en la lucha por un instituto oficial, Mario ingresa como docente después de haberse logrado la conquista y no en 1980 cuando inicia labores el Perla del Ulúa.
Su presencia como docente del Perla fue siempre asunto de inevitable atención. Su razonamiento aplomado, su juicio exigente, el reclamo por la conducta responsable de los profesores, el rechazo al acomodamiento que lo hacía expresar su reconocida “Ave María Purísima”, eran notas de ese Mario Mendoza que hizo falta en los últimos años de su existencia pero que más extrañamos ahora. Quienes se han beneficiado del ISEMED sienten la pérdida del primer coordinador de esta alternativa de estudios que ya ha graduado a muchos progreseños.
Sus cuatro hijas, sus hermanos, madre y demás familiares lo lloran inconsolables, sus compañeros y amigos lo recordamos con nostalgia. ¡Mario Mendoza! ¡Presente!