Cuando los manifestantes doblaron en la esquina donde hoy funciona Jorge J Larach, un grupo de militares dispararó con sus fusiles y pistolas contra la manifestación que mostraba públicamente su inconformidad con la dictadura del General Tiburcio Carías Andino. Los opositores al régimen también exigía la realización de elecciones libres y democráticas.
Dos días antes había corrido el rumor de que un grupo de simpatizantes del Partido Liberal, planeaban tomarse los Cuarteles de la Policía ubicados frente al Parque Central y por esa razón los militares se hicieran presente para bloquear cualquier acción contra el régimen.
Se escucharon disparos de armas de todos los calibres que usaban los militares. Los primeros fueron al aire, pero luego se escuchó una ráfaga de una ametralladora, que impactó en Irene Santamaría, una joven que laboraba de cajera en una tienda ubicada en las proximidades del edificio donde funciona la Droguería Nacional. La señorita había salido a ver la manifestación y le perforaron el pecho. Ahí quedó la muchacha casi partida en dos.
Seguido del asesinato de de Irene, en medio del bullicio un militar dijo al resto de soldados: “Sigan la movilización, hijos de puta” y en ese momento comenzaron a disparar contra la multitud. Asesinando aproximadamente a unas 70 personas, incluso a gente que estaba saliendo de sus trabajos y a otros que andaban comprando en el Mercado Central.
Al salir de su trabajo, Juan Canales, vio pasar a un hombre gritando que habían masacrado la manifestación. Cuando llegó cerca, en la Calle del Comercio pudo ver bicicletas, sombrillas, bolsos, zapatos y la sangre de la gente que estaba en las cunetas.
Al dispersarse la gente sólo quedaron los militares limpiando la sangre de los muertos. Por la noche había velorios por todas partes.
El zapatero Amadeo Boto, que participaba la manifestación no volvió a su casa porque era uno de los muertos. Muchos de los fallecidos fueron conducidos al cementerio general en carros de paila (pick up) y fueron enterrados fosas comunes.
Días antes en Tegucigalpa mientras transcurría una manifestación, los militares se preparaban para hacer una acción similar a la de San Pedro Sula, pero Marta Carías, hija del Presidente de la República, se colgó del cuello con una soga y le dijo: “Papá no des orden que disparen porque van a masacrar a toda esa gente, no permitas que maten a la gente” y con esa acción Marta evitó la masacre. La hija de Carias estudiaba en la Escuela Normal de Señoritas.
Por: Bladimir Ocón, basado en el Testimonio de Juan Canales Pineda