LA UNIDAD DE ESFUERZOS HIZO POSIBLE UNA COMUNIDAD

L*Aqui va el texto en negrita*a necesidad o la ilusión de contar con una vivienda digna despertó en los miembros del STIBYS, la idea de unificar esfuerzos más allá de las reivindicaciones laborales y construir proyectos de vivienda que heredan el nombre de esta organización sindical.
La primera comunidad STIBYS está ubicada en el sector noroeste de San Pedro Sula. Surgió a través del esfuerzo compartido del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Bebida y Similares (STIBYS), con participación de todos los trabajadores de la empresa embotelladora de refrescos y cerveza, sin embargo, la empresa decidió sacar del proyecto a sus empleados de confianza y el sindicato tuvo que modificar su idea inicial y buscar a otras personas. Esta brillante idea nació entre algunos dirigentes del sindicato, la cual tuvieron que definir, socializar y defender hasta la fecha. En ese sentido, en un congreso de delegados realizado en el año de 1987, el STIBYS creó los comités de vivienda mediante los cuales el sindicato adquiere una valiosa experiencia en proyectos habitacionales para los trabajadores, no como un inversionista, sino como un gestor en la construcción de vivienda en forma autogestionada.
Todos los materiales, la mano de obra y otros gastos se hacen del fondo común acumulado por todos y a medida que se va recibiendo así se mide la capacidad de avance del proyecto, depende tanto del monto de la cuota como de la puntualidad en las aportaciones mensuales de cada uno de los miembros. Para tener derecho a la construcción de la vivienda, el participante debe estar al día con sus aportaciones. Al salir favorecido en el sorteo o rifa se le construye su vivienda, sin importar el monto individual acumulado y continua aportando hasta que se les construya la casa a todos.

El proyecto se hizo realidad en forma colectiva
La compra del primer terreno en San Pedro Sula y después la compra de otros, el desarrollo de infraestructura y la construcción de vivienda, edificio de la escuela, instalación de servicios básicos y la creación de talleres para la fabricación de algunos materiales, se hace en forma colectiva, con aportaciones económicas igualitarias o de acuerdo con el tamaño de la casa elegida. Los costos se distribuyen de manera proporcional.
Al iniciar este proyecto habitacional no se contaba con experiencia de tal naturaleza, se trataba de aplicar la experiencia colectiva en una ruta desconocida. Se trata de generar ideas que contribuyan a mejorar el nivel de vida de sus afiliados. No había conocimiento de la existencia de ningún otro proyecto igual o parecido, pero, el esfuerzo compartido y la creatividad han dado sus buenos frutos. Se aplica el principio de que “la unidad hace la fuerza” y “hoy por ti, mañana por mí”.
En las comunidades STIBYS el miembro participante poco a poco adquiere conciencia de que no está impulsando proyectos con fines lucrativos, cada uno tiene la oportunidad de participar en el aporte de ideas y en la toma de decisiones. Asimismo, mediante su participación contribuye a construir comunidades fraternas y solidarias. Bajo estos principios también se desarrollan comunidades STIBYS en San Manuel, Cortés, en La Ceiba, en Tegucigalpa y en Choluteca.
Divergencias y aprendizaje Al principio la idea generó posiciones divergentes entre los compañeros sindicalistas. “Al principio algunos compañeros ¿ creían que estábamos dando un paso en falso por la envergadura del proyecto, pero, con honradez y dedicación al trabajo p llegamos a construir ya un 98 por ciento a de las viviendas que serían más de quinientas”, dice William Castro, presidente de la Comunidad STIBYS.
La construcción de la comunidad “STIBYS, en San Pedro Sula, podría considerarse como un verdadero proceso de aprendizaje. El Sindicato ha dejado de tener una visión exclusiva de la reivindicación salarial para ver más allá de eso y lograr una relación más estrecha con otros sectores de la sociedad que comparten el esfuerzo relacionado con la comunidad.
“Cuando la cervecería sacó del proyecto al personal de confianza, creímos que la construcción de esta comunidad se nos venía abajo. La empresa les ofreció un proyecto habitacional más bonito con mejores casas, pero, hasta la no se ha desarrollado. Al salir esa gente tuvimos que acudir a otras personas. Muchos amigos se acercaron y a pesar de que los terrenos eran unos potreros, nos dijeron: “pues yo participo con ustedes y se quedaron con nosotros” asegura William Castro.
“Tuvimos que abrir las puertas, aunque siempre procuramos aceptar a personas con alguna referencia de otros compañeros. El sindicato tuvo que reformar los estatutos y elaborar los reglamentos y de esa manera quedaron garantizados los mismos derechos para todos los miem¬bros del proyecto de vivienda. Ahora todos somos iguales, pues lo garantiza el STIBYS”, relata William.
La prima del terreno era de 200 mil lempiras que tenían que pagarla al pro¬pietario anterior del terreno, el ingeniero Jacinto Meza Guillen. “El ingreso de nuevos compañeros nos permitió pagar la prima del terreno y enriqueció la experiencia. Solo con los trabajadores de la empresa no hubiéramos logrado la vinculación del sindicato con otros sectores sociales y una buena relación personal con otros compañeros que por primera vez participaban en un proyecto colectivo” afirman los dirigentes de la comunidad.

“Se hace camino al andar…”
En la construcción de esta comunidad “hemos venido aprendiendo desde la práctica, aquí se cumple lo que alguien dijo: caminante no hay camino, se hace camino ai andar. Hemos recogido las experiencias, porque hasta los mismos reglamentos se basan en resoluciones de asambleas y vivencias de congresos, hemos ido escribiendo lo que hemos ido discutiendo y haciendo” afirma con emoción el Presidente de la Comunidad.
El proyecto inició con cero en caja, pero con mucha voluntad, dedicación y valentía se ha hecho realidad. El sindicato suscribió un contrato de compraventa del terreno por el valor de un millón 684 mil lempiras, los cuales, en aquel tiempo equivalían a unos 900 mil dólares. La prima por cada miembro era de 400.00 lempiras y aportaciones de 80.00 mensuales. Después establecimos las cuotas para el fondo de vivienda, según el modelo de casa elegido por cada miembro. La acción colectiva nos ha dado un enorme poder adquisitivo”, afirman los miembros directivos.
La participación en el proyecto no era obligatoria y por esa razón algunos se retiraron, unos salieron por dificultades, algunos por desconfianza y otros por indiferencia. Muchos se quedaron sin vacilaciones y aun se mantienen con firmeza, por convicción de que el proyecto terminará con éxito. “Ya lo estamos terminando y hoy gozamos de un ambiente familiar. Ojalá que otros obreros y obreras tomaran lo bueno de este esfuerzo colectivo”, expresa su máximo dirigente.

¿Como se logró tener agua potable y otros servicios básicos?
“Nuestra visión no es construir una casa, es construir una comunidad basada en valores morales y éticos, que conlleve a la satisfacción de los servicios básicos. Mediante aportaciones igualitarias, con esfuerzos propios, tenemos servicio de agua potable y alcantarillado, tren de aseo, transporte urbano, instalaciones deportivas y un Centro de Educación Básica, que atiende niños, niñas y adolescentes desde preparatoria hasta el noveno grado”, asegura William Castro.
Agrega que “en los servicios comunitarios algunos veces se presentan problemas, pero, la virtud está en tener la capacidad de resolverlos. Podemos decir que si se presenta un problema con el servicio del agua potable únicamente nos tardaríamos dos días en resolverlo. Nuestra comunidad no ha pasado más de tres días sin agua, a menos que sea por falla en el servicio de energía eléctrica”.
Transnacionales y el Estado hacen negocio de este esfuerzo
“Aguas de San Pedro sin haber invertido ni un centavo en la comunidad STIBYS está facturando, por el uso del colector de descarga de aguas negras, casi 34 lempiras mensuales, incluyendo 3.00 lempiras por la factura. El colector fue construido por Villas Mackay y la Municipalidad Sampedrana. Para usar el colector establecimos un convenio con la División Municipal de Aguas (DIMA) y nos comprometimos a pagar por vivienda 20.00 lempiras mensuales como cuota fija, pero la transnacional ha efectuado varios incrementos”, señala William Castro.
También denuncia que los impuestos por bienes inmuebles y contribución por mejoras están sobrevalorados. Las autoridades municipales aducen que esta zona tiene mucha plusvalía. Ahora quieren cobrar hasta por el skervicio de tren de aseo autogestionado por la comunidad. No existe ninguna consideración para nosotros. Esto no es un negocio de casas. “Existe aprovechamiento de las autoridades e instituciones que vienen a saquearnos y no aportan nada” enfatiza el dirigente.
El Estado no le cobra impuestos a las maquilas ni a otros empresarios que están protegidos bajo regímenes especiales y que sus actividades son lucrativas, pero, a los miembros de las comunidades STIBYS y a las organizaciones sindicales no les dispensa nada. No existe ningún trato que reconozca en alguna forma el esfuerzo de la gente al buscar formas asociativas sin fines de lucro para resolver sus problemas de vivienda o de sus servicios básicos; eso para las autoridades no cuenta.

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