En 1965 se produce una recuperación combativa del movimiento obrero, luego de la brutal represión desatada como consecuencia del golpe de Estado del 3 de octubre de 1963, efectuado por el jefe de la fuerzas Armadas Oswaldo López Arellano contra el presidente Ramón Villeda Morales.
En julio de 1965 tuvo lugar el movimiento huelguístico que constituyó la primera gran confrontación entre el movimiento obrero organizado de la zona central y el poder capitalista que contaba con el apoyo del gobierno.
La huelga fue promovida por los trabajadores de la empresa Hilados y Tejidos Río Lindo y apoyada por los sindicatos afiliados a la Federación Central de Sindicatos de Trabajadores Libres de Honduras (Fecesitlih). Con motivo de las negociaciones del contrato colectivo y ante la negación ya tradicional del empresario, el sindicato decidió iniciar la huelga el 25 de abril, y casi tres meses después el 22 de julio, el Ministerio del Trabajo declaró ilegal la huelga, lo que de inmediato provocó la reacción solidaria de los demás trabajadores organizados.
El día 27 de julio la Fecesitlih responde declarando la huelga general en la zona central del país. De acuerdo con la Declaratoria de Huelga “el movimiento obrero se ve comprometido a tomar estas determinaciones: Por la burla sangrienta del Gobierno al reclamo de justicia cursado con apego a derecho de parte de los compañeros de la empresa Textiles Río Lindo, problema que ha dejado de ser del sindicato de la citada empresa para convertirse en un problema del movimiento sindical de Honduras y ante una semejante situación…, no podemos cruzarnos de brazos, si impunemente se nos arrebata dere chos como son la contratación colectiva y el de huelga”.
Al declarar la huelga general la Fecesitlih exigía al gobierno:
•La revocación de la declaratoria de ilegalidad
•El respeto a la contratación colectiva.
•La destitución de los principales funcionarios, el Ministro del Trabajo incluido.
La huelga general fue apoyada por 29 de los 33 sindicatos afiliados a la Fecesitlih.
El gobierno reprimió la acción obrera el mismo día del llamamiento a huelga general, emitiendo un boletín oficial en el que calificaba la huelga como “ilegal y subversiva” al tiempo que condenaba la actitud de los grupos que obstaculizan el libre transito a los centros de trabajo públicos y privados. En consecuencia hizo responsables a los piquetes de agitadores destacados por los organizadores de esa huelga.
Fin de la huelga
Grupos paramilitares, el día 28 de julio, en colaboración con los soldados del ejercito se encargaron de romper la resistencia huelguista.
Los trabajadores derrotados por la reprensión oficial volvieron a sus centros de trabajo ante el ofrecímiento de no ser despedidos.
Ese mismo día el Partido Nacional, base social del nuevo gobierno, convoco a un mitin de apoyo al régimen militar. Al día siguiente el Gobierno decretó un estado de sitio por un plazo de 30 días y efectivo solo en la zona central, así terminó la huelga.
El movimiento sindical estando relativamente en la clandestinidad y privado de sus lideres más combativos, logró articular un proceso de recuperación.
Oswaldo López Arellano mantuvo la jefatura del Estado desde el 3 de octubre de 1963 al 5 de noviembre de 1965. Una Asamblea Nacional Constituyente, dominada por diputados nacionalistas eligió Presidente de la república a Oswaldo hasta el 5 de junio de 1971. En 1972 derrocó al doctor Ramón Ernesto Cruz y en este nuevo período ocurrió el “Soborno Bananero” por el que López perdió el poder en 1975.
Huelga General de 1968
El origen de esta huelga fue por que se tenían dificultades internas en el proceso de integración económica, concretamente la anexión de Honduras al Mercado Común Centroamericano (MERCO-MUN) y las contradicciones suscitadas por éste al interior del país. La lucha en sí era por evitar el alza al costo de vida de los tra bajadores.
La huelga se decretó el 18 de septiembre de ese año y concluyó una semana después el 25 con otro revés para el movimiento obrero. Para el año 1968 el Ministerio del Trabajo registró 190 sindicatos inscritos de los cuales solo 90 eran considerados activos o vigentes.
El 18 de septiembre los delegados sindicales afiliados a la Federación Sindical de Trabajadores Nacionales de Honduras (FESITRANH) dispusieron iniciar un movimiento huelguístico destinado a presionar al gobierno para que revocara la aplicación del Protocolo de San José el cual se impondrían altos impuestos (10, 20 y 30 %) a las importaciones y al consumo. Al día siguiente todos los sindicatos afiliados a la Federación y los independientes se declararon en huelga general.
La actividad comercial fue arrastrada por el moviendo obrero y el comercio en la zona norte quedó paralizado. Nuevamente el gobierno respondió violenta y represivamente encarcelando a los principales dirigentes y algunos empresarios importadores estuvieron en las mismas cárceles.
El 25 de septiembre los principales dirigentes de la Fesitranh, obligados por el gobierno, firmaron el convenio en el cual la Federación se comprometió a suspender el decreto de huelga y ordenar el regreso al trabajo a todos sus afiliados, bajo la garantía que el gobierno respetaría los derechos de los trabajadores. Al cese de la huelga el gobierno obligó a los dirigentes como Céleo Gonzáles, máximo dirigente de la Fesi¬tranh y de la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT), a aceptar la expulsión del país.