Abrió los ojos, se echó un vestido
se fue despacio pa’ la cocina,
estaba oscuro, sin hacer ruido
prendió la estufa y a la rutina.
Sintió el silencio como un apuro
todo empezaba en el desayuno.
Dobló su espalda, gozó un suspiro,
sintió ridícula la esperanza.
Al más pequeño le ardió la panza,
rompió el silencio, soltó un llorido.
Sirvió a su esposo, vistió a los niños,
cambió pañales, sirvió los panes,
llevó a sus hijos para la escuela,
pensó en la dieta que se comía,
midió el dinero, compró verduras,
palpó lo gris de su economía,
formó en la cola de las tortillas,
cargó a Francisco, miró la calle;
por todas partes había mujeres,
todas compraban y se movían,
sintió de pronto que eran amigas,
sintió que todas eran amigas.
Volvió a su casa, casa rentada,
vio a más amigas desde la entrada,
le dio a Francisco con qué jugar,
barrió los pisos, tendió la camas,
juntó las cosas de cocinar,
cortó las papas, las puso al fuego,
y la manteca la hizo chillar.
Ahora lo crudo se ha transformado,
estaba lista para comer.
La casa entera tiene otro ver,
de nuevo listo pa’ ser usado.
Puso la mesa, sirvió a los niños,
cambió pañales, cortó los panes,
Limpió de nuevo mesa y cocina
le dio a Mercedes la medicina
pidió su turno en los lavaderos
talló vestidos y pantalones
miró la ropa tendida al sol
como si ayer no se hubiera hecho
la misma friega todos los días
se caminaba de nuevo el trecho
sintió la vida como prisión
se le escapaba todo lo hecho.
Se va la vida, se va al agujero,
como la mugre en el lavadero.
Abrió los ojos, se echó un vestido
se fue despacio pa’ la cocina,
estaba oscuro, sin hacer ruido
prendió la estufa y a la rutina.
Sintió el silencio como un apuro
todo empezaba en el desayuno.
Se va la vida, se va al agujero,
como la mugre en el lavadero.