La base estadounidense de Manta, cuidad ecuatoriana ubicada en la costa del Pacífico, se irá el próximo año, como lo ha notificado el gobierno de Rafael Correa al gobierno de Estados Unidos. Es más, el país andino se apresta el año 2009 a festejar el bicentenario del Primer Grito de la Independencia sin presencia de tropas extranjeras en su territorio.
El caso del Ecuador envía un mensaje de esperanza pues indica que es posible derrotar a Estados Unidos con la movilización y por la vía pacífica. Pero la preocupación es que Estados Unidos no se irá tan fácilmente de otros países en donde tiene bases militares, y es más, está empleando nuevos métodos para “ganar las mentes y corazones” de la población civil a través de campañas cívico militares (como la Más Allá de los Nuevos Horizontes en Honduras) que incluyen el despliegue de brigadas médicas, ayuda social, etc., se señaló en el FSA.
Varias mujeres que participan en este evento denunciaron las consecuencias nefastas de la presencia de las bases militares estadounidenses, sobre todo en las mujeres. Dennis Chávez del Frente Amplio de Mujeres del Perú, perteneciente a la red Marcha Mundial de Mujeres, señaló que alrededor de las bases de Palmerola en Honduras o de Manta se han creado espacios para la prostitución y la trata, muchas mujeres, por necesidad, se han visto obligadas a prestar servicios domésticos a las tropas.
Haciendo una reflexión más amplia, Chávez señala que en los conflictos bélicos las mujeres son consideradas como trofeos de guerra, ¨generalmente somos violadas”, como forma de amedrentamiento. Las mujeres son las que más sufren las consecuencias de los conflictos: son desplazadas, los presupuestos de los estados se incrementan para los rubros militares y se disminuyen para la salud y la educación, ellas son las víctimas de las desapariciones de sus familiares, etc.
Bertha Cáceres, dirigente del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras, COPINH, informó de los resultados del II Encuentro Hemisférico frente a la militarización que se llevó a cabo en Intibucá, Honduras, con la presencia de 800 delegados de 27 países, del 3 al 7 de octubre de este año.
Señaló que una de las resoluciones del evento fue luchar contra las bases militares en nuestros países, con campañas, estrategias de comunicación, educación, movilización e información, y crear una estructura de seguimiento a este proceso. Igualmente se resolvió unir todos los esfuerzos del continente para luchar contra la presencia de la IV Flota de Estados Unidos y luchar por la paz con dignidad en Colombia, en Haití. Sobre este último caso, seguir exigiendo la salida de la MINUSTAH y que el acompañamiento a Haití no sea con ejércitos sino con ayuda solidaria y digna.
En el caso de Honduras se resolvió impulsar una fuerte campaña para que salgan las tropas gringas, especialmente de Palmerola, y rechazar el proyecto de establecer otras bases militares en regiones indígenas como la de Caratásca y en territorio del pueblo miskito, y el intento de reactivar las bases que tuvo en los años ochenta, como en los llanos de San Antonio y el pueblo Lenca.
Bertha Cáceres recordó que la presencia militar estadounidense es de vieja data. Se inició en 1904. Luego utilizaron a Honduras en el derrocamiento del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz en 1954. En 1983 se instala la base de Palmerola para la lucha contrainsurgente y para combatir a la revolución sandinista. Muchos indígenas son expulsados de sus tierras, al tiempo que se destruyen sus bosques. Esta es la época de las desapariciones forzadas (como la del sacerdote Guadalupe Cárney, que es atribuida al ejército estadounidense) la violación y asesinato de niños y niñas que son arrojados a basureros.
Luego, en el año noventa se amplía un protocolo entre Estados Unidos y Honduras, en principio de forma temporal pero se han quedado allí por muchos años. Ahora han construido un muro, lo que indica que pretenden quedarse indefinidamente. En Palmero se encuentra unos 500 militares de Estados Unidos, pero esta base tiene movilidad en todo el territorio hondureño, utilizando recursos marítimos, terrestres y aéreos para su desplazamiento. Cuando hacen operaciones como la de Nuevos Horizontes llegan a movilizar hasta 4000 militares. En Olancho, además, hay un centro de entrenamiento de mercenarios latinoamericanos para la guerra de Irak a cargo de la Fuerza Delta.
El impacto ha sido devastador para el pueblo hondureño. Ha significado la violación de su soberanía nacional y de los derechos humanos, se ha incrementado la prostitución y han traído enfermedades que no habían en Honduras como el VIH Sida y la flor del Vietnam, embarazan jovencitas y las abandonan, han afectado bosques de madera petrificada de millones de años, luego de que los militares gringos llegan, abren el camino para la penetración de empresas mineras, las inversiones y las represas hidroeléctricas, expresa Cáceres.
“Para Honduras, la presencia estadounidense ha sido humillante. Han utilizado al país como un portaviones que les permite agredir a pueblos hermanos, como el de El Salvador y Nicaragua en los años ochenta del siglo pasado. Pero ahora están utilizando la posición geoestratégica de Honduras (tiene costas en los dos océanos y frontera marítima con Cuba y Venezuela) con la mira puesta sobre Venezuela y Honduras. Para el desplazamiento de la IV Flota, Honduras es fundamental. Recientemente han estacionado un enorme barco que pertenece a la IV Flota , frente a Trujillo y hacen entrenamientos bombardeando y afectando una rica biodiversidad marina única”, agrega la líder hondureña.
Los militares de Estados Unidos controlan las empresas de seguridad privada. “Ellos son responsables de haber asesinado a compañeros recientemente e incluso al abogado Dionisio García”, expresa Bertha Cáceres.
Los movimientos sociales debemos saber que Estados Unidos está reposicionándose en el continente y pretende seguir imponiendo su hegemonía en la región. En este FSA aspiramos a que se asuma la Declaración y Plan de Acción del II Encuentro frente a la desmilitarización y nos posicionemos, entendiendo que la militarización es una estructura que adopta diversas formas y que es necesario una articulación pero partiendo desde las comunidades, finaliza Cáceres.
Eduardo Tamayo G./Minga Informativa / ALAI