Primera parte
Democracia en esencia significa amplia participación de todas y todos los miembros de una organización o grupo en los distintos aspectos de la vida de esa agrupación.
En la antigua Grecia, se tuvo una democracia directa, el pueblo podía elegir directamente su gobierno y discutir los asuntos de interés público y político. Pero sólo los hombres libres participaban de la vida pública y del ejercicio democrático; los esclavos y las mujeres no, aunque eran la mayoría.
Conforme las sociedades se hicieron más complejas, la democracia directa al estilo griego fue desapareciendo y tomó fuerza la “democracia indirecta”, o método de “representación o delegación” con el cual las sociedades funcionan hasta hoy. A partir de la democracia indirecta o del método de representación, los grupos y organizaciones sociales como los sindicatos y partidos políticos se han vinculado históricamente al ejercicio de la democracia.
La democracia y los sindicatos
La democratización de la sociedad ha sido y sigue siendo uno de los objetivos del sindicalismo. Desde que surgieron, a principios del siglo XIX con la Revolución Industrial en Europa, han dado importantes aportes a la democracia en todo el mundo mediante:
– Reivindicaciones para la clase trabajadora: luchas por mejores condiciones de vida para los trabajadores y trabajadoras en general. Lograron reivindicaciones importantes como: la jornada de trabajo de 8 horas, mejores salarios, seguridad social, mejores condiciones laborales, estabilidad en el empleo, entre otros.
– Participación activa en la vida política de las naciones: l uchas por asuntos de interés nacional. Participan de diversas formas y con otras agrupaciones impulsando proyectos de ley, defendiendo la soberanía nacional, las garantías sociales, las instituciones públicas, planteando propuestas en espacios de concertación, entre otros.
Estas dos formas de lucha han sido un gran aporte sindical para mejorar las condiciones de vida de la población centroamericana, amenazadas hoy por los gobiernos y empresarios neoliberales.
La búsqueda de la democracia del sindicato ha sido más hacia lo externo y no siempre ha existido preocupación por revisar la democracia a lo interno, en relación con sus propios procesos de representación y toma de decisiones.
Nos encontramos con una gran debilidad, porque la democracia deberíamos comenzarla a construir desde adentro, desde la propia organización, para estar en mayor capacidad de construir, trabajar y luchar por demandas democráticas en la sociedad.
En esta última década, el ejercicio interno de la democracia en los sindicatos ha sido muy cuestionado. Muchas sindicalistas, apoyadas por un ambiente favorable a sus derechos, han llevado a sus organizaciones la discusión sobre la democracia y su relación con la participación marginal que la mayoría de ellas han tenido y tienen en sus sindicatos.
Formas de participación en los sindicatos
Consideremos tres formas de participación presentes en todo tipo de movimiento político y social: por asistencia, como activista o desde la toma de decisiones.
“Por asistencia”, es cuando los afiliados y afiliadas se limitan a estar presentes en las actividades del sindicato (asambleas, actividades educativas, paros, huelgas, entre otras).
En la participación como “activista”, las personas se involucran un poco más, se encargan por ejemplo de repartir volantes, resolver problemas laborales en su centro de trabajo, elaborar propaganda, entre otras tareas.
Desde la “toma de decisiones”, es desde donde las personas pueden ejercer el Poder efectivo. Pueden orientar el destino del sindicato, conducirlo políticamente y decidir el rumbo de los recursos materiales y económicos de la organización, entre otras cosas.
Estos tres tipos de participación pueden presentar cambios dependiendo del país, de los espacios y tradiciones de la organización, del entusiasmo y la cultura política de la gente, entre otros aspectos.
La participación de las mujeres en los sindicatos
Desde hace mucho tiempo a los hombres se les asignó las llamadas actividades productivas, que se realizan fuera de la casa y son pagadas con dinero. Asimismo, la toma de decisiones y el ejercicio del poder político-económico ha sido una actividad de los hombres. Son los que ocupan y controlan los espacios públicos. Las actividades reproductivas y familiares, se han adjudicado a las mujeres.
La sociedad ha venido dividiendo las tareas que hacen hombres y mujeres. A esta división de tareas se le llama “división sexual del trabajo”. Se ha dicho que las mujeres no deben ocuparse de la política, de la toma de decisiones en el espacio público y del mismo ejercicio del poder.
El aprendizaje de género y la división sexual del trabajo lo llevamos a todos los lugares, está presente en nuestros trabajos, en nuestra recreación, en nuestros estudios. Cuando las mujeres y los hombres ingresan al mundo público y laboral, ahora como dirigentes y dirigentes sindicales, también llevan consigo esas formas de pensar.
Los puestos y tareas de las mujeres
La participación de las mujeres en las democracias sindicales tradicionales, tiene características resultantes de la condición y posición de género que las mujeres ocupan en la sociedad.
Cuando las mujeres participan en las Juntas Directivas de los sindicatos, generalmente es en puestos que tienen menor peso político, tales como: Asuntos de la Niñez, Asuntos Sociales, Culturales y Deportivos, Secretarías de Actas y Correspondencia, Secretaría de Afiliación, entre otros. En actividades que realiza el sindicato se acostumbra que las mujeres son las encargadas de la alimentación, recibir a los y las participantes, arreglo del salón y entrega de materiales.
Muchas personas creen que las mujeres sólo son aptas para puestos de menor responsabilidad política. Se dice que las féminas no tienen capacidad de mando, no tienen oratoria, poseen pocos conocimientos y además son temerosas, lloronas, emotivas y tímidas. Estas ideas llegan también al sindicato y por eso “se les asignan” a las mujeres puestos de menor responsabilidad político-sindical.
Estructuras organizativas y liderazgos verticales
En el sindicato existen niveles de mando claramente definidos de arriba para abajo, a esto le llamamos vertical. Es decir que algunas comisiones, puestos, etc, están por encima de otros.
Por eso la mayoría de las veces las Secretarías de la Mujer no pueden tomar sus decisiones, pues tienen una instancia superior como la Junta Directiva que toma las decisiones finales en asuntos que inclusive les competen directamente a las mujeres.
Asimismo, “liderazgos verticales” se refiere a los comportamientos de personas dentro del sindicato que demuestran prepotencia, arrogancia, machismo, y que creen que sólo ellos o ellas tienen la verdad y el conocimiento. Las actitudes machistas en los sindicatos excluyen a muchas mujeres de la participación política desde la toma de decisiones y el ejercicio del poder efectivo.
Los liderazgos verticales no contribuyen a mejorar la participación de las mujeres ni la democracia interna de la organización, aunque a veces se expresan muy sutiles y no son fácilmente identificables.
La responsabilidad familiar de las mujeres no debe ser excusa para excluirlas de los puestos de dirección. Es tarea del sindicato educar a sus afiliados y afiliadas para compartir el cuidado de los niños y niñas como una tarea social. También es labor sindical fomentar a corto plazo condiciones para la participación de las mujeres.
Prácticas sindicales que no toman en cuenta la situación de las mujeres
Los principales protagonistas públicos a nivel social y sindical han sido hombres, por eso ellos han instaurado prácticas políticas que parten de sus intereses y necesidades. En los sindicatos por ejemplo, los hombres tienen la costumbre de conversar asuntos políticos en reuniones informales que finalizan a altas horas de la noche. Estos espacios informales han tenido el inconveniente de sustituir los espacios de decisión formal. Esta práctica sindical ha excluido a muchas mujeres del conocimiento de algunos temas relevantes.
Poco interés de las mujeres en conocer a profundidad asuntos político(sindicales debido a las responsabilidades reproductivas, familiares y hogareñas de las mujeres a veces tienen poco interés en ampliar sus conocimientos en asuntos políticos)sindicales. Esto no permite que ellas entren “por la puerta principal”, cuando son dirigentas sindicales, pues en el sindicato el conocimiento de algunos temas es fundamental para acercarse a una participación más efectiva.
Timidez y sentimientos de inferioridad.
Muchas sindicalistas son un poco tímidas para participar. La timidez expresa una profunda inseguridad, se tiene temor a todo y se depende siempre de las valoraciones que hacen los otros u otras. Esta característica, que fue aprendida socialmente por las mujeres, se convierte en un obstáculo para la participación desde la toma de decisiones, en tanto no les permite plantear, debatir, proponer y atreverse a ser las protagonistas.
Síntesis de un estudio centroamericano realizado por la Asociación
Servicios de Promoción Laboral (ASEPROLA) de Costa Rica.