Luchó por terminar con la dominación que durante tres siglos mantuvieron los españoles en contra del pueblo indígena y mestizo empobrecido y que luego continuaron los grandes terratenientes, después de las declaratorias de independencias de 1821 y 1823.
Morazán libró muchas batallas junto a su ejército de campesinos, pero más que un militar, fue un gran pensador y dirigente político. Fue presidente de toda Centro América durante diez años de 1829 a 1939, en dos periodos.
Durante la revolución morazanista se declaró la igualdad de los hombres ante la soberana majestad de la República, el desaparecimiento definitivo de la esclavitud y la eliminación de impuestos abusivos. Se declaró la libertad de comercio, imprenta y cultos y la educación básica gratuita y obligatoria.
Se separó la iglesia del Estado y se expropiaron bienes y tierras que la iglesia tenía en grandes extensiones. Se fomentó la agricultura y la industria nacional, se abrieron nuevas vías de comunicación y otros puertos.
En su gobierno se iniciaron los esfuerzos para recuperar Islas de la Bahía, la lucha por la soberanía de Belice y demás territorios centroamericanos en manos inglesas y se decidió construir un canal interoceánico con fondos propios, oponiéndose a lo que quería el imperialismo inglés.
Morazán defendía el territorio y quería que Centroamérica fuera una sola nación desarrollada, soberana e independiente. Por eso se le opusieron los poderosos y el imperialismo inglés hasta que lo asesinaron el 15 de septiembre de 1842 en San José, Costa Rica.
El proyecto de Morazán es totalmente vigente en Honduras y Centroamérica y sólo puede ser impulsado por los pueblos en resistencia, y no por quienes se entregan a las órdenes de los nuevos colonialistas.
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