Algunas deseamos cambiar el mundo, para otras sería un logro cambiar al menos pedazos de nuestras vidas a conocer otros caminos menos ásperos o difíciles. Todas deseamos llegar a ser “alguien” en la vida. Ese es el punto que tocaremos hoy, el punto de ser un poco más para nosotras mismas.
Hace algún tiempo se realizó una investigación sobre las identidades, específicamente sobre los sueños de las mujeres que trabajan en las maquilas. El objetivo era en parte desmentir el mito en el que se presenta a la juventud de esta época carente de esperanzas, de utopías de sueños. Quisimos averiguar sobre esas cosas que están allí, presentes, pero sobre las que pocas personas preguntan, porque lógicamente no se cuentan a la hora de hacer estudios socioeconómicos; Los Deseos.
Encontramos millares de esperanzas y sueños dispersos, muchas probabilidades de futuro para todas y cada una y nos sorprendimos de encontrar que los sueños personales se tranforman en deseos colectivos, un solo sueño para todas; alcanzar la libertad, lograr una vida mejor. Algo parecido a lo que desean las personas que cruzan la frontera hacia el sueño americano. Vale la pena todo lo que queda atrás con tal de mejorar nuestra vida , las vidas de los que queremos, la del hijo, de la madre, la de las hermanas.
Soñamos con poder estudiar, con tener una casa, con tener una profesión, que no nos exija estar paradas ocho horas en la misma posición. Soñamos con el futuro, pero también soñamos con el presente: algunas hemos logrado ayudar a nuestras madres, dar la prima para un terreno, talvez montar un negocio pequeño. Tener una vida propia
El reto está en romper la rutina, sentir que tenemos derechos, que tenemos derecho a una vida digna, un trabajo digno. Que si queremos ayudar a otros, primero debemos ser para nosotras mismas. Esa es una prueba más grande, ser. Por lo tanto sentirnos orgullosas de saber que nuestra propuesta más desafíente ha sido precisamente: El trabajo. Salir de las casas, romper con la tradición. Ser más que mujeres de la casa.
Construir el sueño es la utopía, esa que es tan válida como la de nuestras madres. Talvés no sea tan grande, pero es nuestra. Cada vez que formamos complicidades colectivas con las amigas y amigos, nos hermanamos con otra gente. Hacemos familia, levantamos los sueños, cuando vamos a las iglesias, cuando estudiamos, cuando aspiramos a una beca, cuando formamos parte de un sindicato, cuando compramos un vestido, alguna cosa que nos gusta. Que es soñar imposible? ¿Y porqué no? ¿Sonar no está prohibido?.
Vayamos más allá, soñemos no solo con los estudios tradicionales, deseemos estudiar lo que queremos: computación, radio, deseemos tener tiempo para nosotras, para nuestros hijos, deseemos tener dinero para trabajar en buenas condiciones, soñemos con nuestros derechos, soñemos con nuestros derechos. Soñemos y luchemos por ello. Cada vez que nos organizamos, que hacemos algo por nosotras nos vamos acercando a ese sueño.
Soñemos y creamos en nosotras. Ese es el principio.
Fuente: Vida Laboral Edic. # 2, Junio del 2000