En la empresa Southern Apparel, de capital estadounidense, las condiciones laborales son iguales a las peores fabricas maquiladoras.
Trabajan de lunes a viernes desde las 7 y 15 de la mañana hasta las 4 y 45 de la tarde, pero los supervisores los presionan y se quedan hasta las 5 y 45 para avanzar, o van los sábados, para mantener un porcentaje más alto y mejorar el salario.
Cada obrera hace dos operaciones, por ejemplo hacen ruedo de manga y de faldón, o cerrar manga y hombro. Uno de los requisitos básicos para trabajar en Southern Apparel es saber manejar más de cuatro operaciones, así lo dice un rótulo en la entrada de la fábrica ubicada en chamelecón a la orilla del boulevard del norte en San Pedro Sula y donde laboran unos 600 trabajadores y trabajadoras. Antes la empresa estuvo en el edificio 8 de ZIP Búfalo, en Villanueva.
Se quejan de que les exigen metas muy altas de 17 docenas por hora y lo más que llegan a elaborar es de 8 a 12 docenas por hora, en un equipo de 20 personas. Aparte, al finalizar la jornada les exigen adelantar lo que llaman el “punto cinco” o sea la mitad de la meta (8.5 docenas) para el siguiente día. La situación se complica cuando las tallas de las camisetas son bastante grandes, hasta 3 X, y se exige la misma producción.
Para que almuercen les dan 45 minutos, “Pero nunca los tomamos porque queremos ganar un poco mas, cosa que la miramos imposible cada día. Sólo tragamos y nos vamos”, expresaron varias.
El calor es fuerte dentro de la planta. Muchos trabajadores mojan trapos y se los ponen en la cabeza para soportar. No existen extractores ni aires acondicionados. Aquí se desmayan las mujeres y sobre todo las que están en estado de embarazo.
Los supervisores no dejan que vayan al baño o a beber agua muy seguido y si van dos veces los llaman a la oficina de personal, la supervisora Delsi López es una de ellas. Les dicen que se apuren y no les gusta que les contesten. “Aquí se ocupa gente que se ponga las pilas, que se apuren”, les grita Melanny Argueta, coordinadora de producción.
Los viernes los hacen esperar a veces hasta las 9 de la noche para pagarles su salario.
No les dan transporte, como lo manda el artículo 42 del Código de Trabajo y hay trabajadores que gastan más de 30 lempiras diarios de pasaje, algunos vienen desde el Lago de Yojoa.
A quienes despiden o renuncian les hacen venir varias veces, gastando pasaje. Es común ver grupos de personas cada jueves en el portón de la fábrica esperando que les paguen sus semanas de rezago o su liquidación que se las dan en varias partes.
Cuando asisten al Seguro Social les deducen el séptimo día y las horas de ausencia, si van por los niños no les pagan el día ni el séptimo. Si no les dan incapacidad les dicen que es pura mentira que están enfermos. Las hojas del seguro las entregan a los 15 días o simplemente no las dan, “Me tocó venir desde muy largo con mi hija con gran temperatura a pedir la hoja del Seguro hasta la fábrica, llegué tarde y quedé de las últimas”, contó una obrera que vive en el sector de las clínicas Seguro Social.
Denuncian además que la doctora de la empresa no les da incapacidad por que se enojan los jefes. “Muchas veces compañeras nuestras han estado con fuerte temperatura y no las despachan, siguen produciendo. Trabajamos aquí por necesidad, porque realmente las condiciones son brutales. He trabajado en varias fabricas, pero como esta no”, dijo una obrera.
La comida de la cafetería no es buena y muy cara, tienen que salir a comer afuera a la orilla del bulevar porque ya no dejan entrar a la fábrica a los que les llevan la comida. Cuando les dan una mascarilla es para una semana y media.
Supuestamente han legado auditores, pero nunca se ha visto mejorar las condiciones.
Se ha reorganizado el sindicato y ha presentado un pliego de peticiones, pero la empresa se niega a negociar. Se está a la espera que las acciones del sindicato, dirigido por Fidel Fuentes y asesorados por la Federación Independiente de Trabajadores de Honduras, mejore las pésimas condiciones laborales.