Hace falta recordar que el término sindicato proviene de la cultura griega: es un concepto que se empleaba para denominar al que defiende a alguien en un juicio, como una especie de protector. La institución sindical ha galvanizado elementos sociales, políticos y culturales. Los hombres y las mujeres conquistaron primero la libertad individual de asociarse con sus semejantes y, posteriormente, los trabajadores alcanzaron la libertad de agruparse, en tanto miembros de una clase social, para defender los intereses que les son comunes.
La inclusión de la libertad sindical en los textos constitucionales significó un gran avance en la evolución de la democracia, pues, sin lugar a dudas, éste es uno de los derechos sociales de mayor importancia. Esta institución es el medio del que se vale la clase trabajadora para buscar justicia y es garantía esencial del derecho de asociación, derecho axial de la democracia.
El desarrollo de la institucionalidad sindical en América Latina se ha visto signada por cada época histórica; ha sido pacífica o tormentosa, de acuerdo con las emergencias de cada coyuntura social. En países en los que, como el nuestro, la democracia no se ha consolidado, su vigencia se mantiene viva, su existencia es una necesidad.
Ante la profunda crisis económica internacional que vive el mundo actualmente y los múltiples problemas que padece y sufre América Latina, y por ende nuestra empobrecida nación, los sindicatos universitarios se posicionan y denuncian las causas de la crisis y se reafirman en la lucha por el irrenunciable derecho a levantar las banderas de la transformación social. Los sindicatos de las universidades públicas consideran necesarios los cambios en el sistema político, económico y social. Mismos que deberán lindar con las más nobles aspiraciones de las grandes mayorías postergadas en pleno siglo XXI.
En consonancia con esta visión, los sindicatos de las universidades, dirigidos desde sus comienzos por intelectuales que salen del seno mismo del sector docente de la academia y cuyo compromiso social ha sido puesto a prueba en distintas circunstancias, han liderado, junto con otros sectores organizados las transformaciones políticas, económicas y culturales desde la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI.
En nuestro país, las organizaciones gremiales de trabajadores se han constituido en unas de las voces que cuestionaron los regímenes militares autoritarios dominantes desde la segunda mitad del siglo pasado, es así cómo han desvelado las intenciones de clase de la alta jerarquía clerical y a los fundamentalistas religiosos, han llamado la atención sobre el papel avieso de la oligarquía conservadora ligada a la propiedad de los medios de comunicación y sus servidores: el ejército, la clase política reaccionaria y su intención de perpetuar la sociedad inequitativa.
Esta reflexión se vuelve urgente cuando vemos los ataques virulentos que se dirigen al Sindicato de la Universidad Nacional Autónoma y, a través de él, al pueblo organizado en el FNRP, a la FUTH, el Fesitraucamc (Federación de Sindicatos de Trabajadores de la Universidad de Centroamérica, México y el Caribe), La Federación de Docentes de las Universidades (Fedun), el FSM, organismos de los que forma parte nuestro sindicato.
La comunidad universitaria sindicalizada, docentes y trabajadores ( administrativos y de servicio), asumen que el Sitraunah ha jugado un rol preponderante en defensa de sus intereses gremiales. Han visto potenciar sus justos reclamos profesionales –tanto salariales, como de ambiente de trabajo, seguridad social y todas las reivindicaciones cuyas banderas han sido levantadas históricamente por el Sitraunah. Sobre todo, esa fuerza organizada encuentra en este espacio, la alternativa social que les permite proponer un nuevo modelo de sociedad, en el que la participación ciudadana sea una realidad.
Los docentes demócratas de la UNAH reconocen el papel transformador del Sitraunah, que utiliza la opción del conflicto para demandar las reformas institucionales, pues el pacto no suele funcionar. En definitiva, entienden que, a pesar de las dificultades, siguen llamando a la reconciliación, a la negociación, en defensa de los derechos de sus agremiados y de nuestro pueblo.