Al ver la sangre incontenible, un grupo de compañeras la condujo de inmediato a la enfermería a fin de movilizarla de emergencia al Seguro Social. La enfermera a cargo negó la salida de Reina, alegando que no se podía ir porque tenía que terminar la producción, mientras restregaba una gasa con agua oxigenada a la operaria, ignorando que esa acción le destruiría la retina del ojo.
A pesar del abundante sangrado, a Reina le ordenaron regresar a su puesto de trabajo. Ella desobedeció la orden y se trasladó a la mergencia del Seguro Social donde le informaron que se había tardado demasiado y que la enfermera de la fábrica le había quemado la retina del ojo, por lo que ya era imposible recuperar la vista. La obrera no recibió ningún apoyo
económico de parte de la empresa, más que el que ordena la ley y a esar de haber sufrido un grave accidente en su lugar de trabajo.
Reina recibió apenas un 35% de daño permanente, aunque debió recibir según el Código del rabajo un 50% por el daño “Apenas recibí 35 mil lempiras, eso incluía la indemnización, prestaciones y vacaciones. Con eso pagué una operación en San Salvador para que reconstruyeran
el globo del ojo”.
La empresa no se responsabilizó por los gastos médicos y todavía sigue necesitando costosos medicamentos. “Estuve incapacitada casi un año y no recibía pago durante ese tiempo. El seguro social me da 900 lempiras al mes y con eso no puedo sostenerme y alimentar a mi hijo”. La vida de Reina ha cambiado totalmente, además de la pérdida de la vista, su oído está dañado como consecuencias del accidente y estuvo a punto de sufrir un derrame por los coágulos de sangre que le quedaron adentro infectándole el ojo.