Los representantes de las centrales obreras encargados de la ”negociación de salario mínimo”, en la mayoría de los casos les ha tocado actuar mas como “testigos” que como negociadores. Y como de costumbre los afectados directamente han sido los asalariados/as.
La actitud mezquina de los empleadores se ha impuesto siempre para someter a sus trabajadores/as y mantenerles en condiciones de pobreza y sin oportunidades de superación. Mucha razón tuvo el presidente de la Cámara de Comercio de La Lima, Milton Castillo, al decirles a los miembros del COHEP “ustedes son unos miserables”, porque no quieren pagarle a sus trabajadores el salario decretado.
Todos sabemos que los empresarios han puesto el grito al cielo y muchos recursos de amparo en la Corte Suprema de Justicia para evadir su responsabilidad de pagar el incremento aprobado por el gobierno. Es posible que en el cielo ese grito empresarial no tenga ningún eco.Han desacatado abiertamente la decisión del titular del ejecutivo convertida en ley, al negarse a incrementar el salario mínimo, bajo pretexto de que fue impuesto unilateralmente por el Gobierno y niegan la viabilidad de pagarlo. Pero ningún argumento inventado por los empleadores podría estar
apegado a lo justo.
Alegan que la disposición gubernamental sobre el salario mínimo es “ilegal” sin reconocer que el salario que venían pagando a sus trabajadores es miserable e injusto. Aducen que no tienen posibilidades de pagarlo, pero, tienen dinero en sus empresas para sus lujos y el derroche: vehículo último modelo, mansiones, viajes de placer y otras cosas que les facilita “la dulce vida”.
Con tal actitud, los empresarios demuestra que valoran más el buen funcionamiento de la maquinaria y herramientas de sus empresas que la salud, vivienda, educación y la alimentación que aporta las energías que los seres humanos necesitan para lograr un buen rendimiento en sus jornadas de trabajo.
Queda demostrado que la hora de invitar a los empresarios a valorar a sus recursos humanos, no hay tal responsabilidad social y mucho menos, apego a la justicia. Por años los empresarios, han venido abusando de la dignidad y traficando con el hambre de sus trabajadores. La remuneración debe ser justa y compensatoria al
esfuerzo realizado por los hombres y las mujeres asalariados que generan la riqueza.