En Olancho conocí familias “pudientes” que profesaban el marxismo, y aún cuando ya no poseen militancia alguna, continúan apareciendo en sus conversaciones huellas de lo que fueron. Pero “Pepe” olvidó todo, como por arte de magia.
Es increíble que un hombre con una supuesta formación política, exhiba un discurso totalmente pueril, sin ningún sostén ideológico, ni siquiera una tan sola brizna de la ideología del idealismo.
Tanto filosofo idealista de altos quilates que parió la humanidad como para revestir, con elegancia persuasiva, un mensaje político; pero él esgrime la vaciada palabra del embuste, con un cinismo de primera; ni siquiera acude a la sensiblería de viejo cuño que expelen los libros de auto ayuda, para convencer a los supuestos electores.
Pepe es un fraude. Es probable que el viejo y auténtico militante del Partido Comunista, Rigoberto Padilla Rush, quién lo formó pacientemente en las ideas del marxismo, ahora se revuelque decepcionado por la pobre imagen que despide su discípulo.
En el Partido Nacional, donde milita este aspirante a “prócer”, no se nota su presencia, pues ese viejo partido continúa adoptando las mismas ideas retrogradas del General Tiburcio Carías Andino, un general de cerro que desgració este país. ¿Dónde está el aporte doctrinario que ha hecho Pepe a su partido? Ninguno. Más bien él, como un pobre tránsfuga, en vez de remozar ideológicamente esa organización más bien adoptó sus cavernarios y fascistas principios.
Es chocante, por ejemplo, escuchar a “Pepe” decir “cambio ya” cuando se sabe que este político sustenta las ideas del atraso, del no cambio; lo demuestran su pobre gestión en el Congreso Nacional y la férrea oposición que practicó contra el gobierno de Manuel Zelaya Rosales, cuando este pretendía introducir leves cambios en el andamiaje económico, político y social de la nación. ¿Quién no sabe que Pepe alentó y apoyó el golpe de Estado que destruyó Honduras?
Pepe no es consecuente ni siquiera con los rancios principios del Partido Nacional, y así como traicionó y adjuró de las ideas marxistas, también lo hará con sus nuevos correligionarios. Nadie, que se sepa, confía en los tránsfugas ideológicos.
Para que este hombre gane la confianza del pueblo tendría (en un remoto caso), en este momento coyuntural, encauzar a su partido hacia la lucha por la restitución constitucional, y unirse a la Resistencia para convocar a la Asamblea Nacional Constituyente y refundar este país, en beneficio de las mayorías desposeídas. De lo contrario, serán muy pocos votos los que consiga, al menos que se conforme con el reaccionario “voto duro” que dice tener.
Sólo así “Pepe” podría reinvindicarse frente al pueblo hondureño que, hoy más que nunca, lo ha rebasado ideológica y políticamente.