Honduras figura entre los países más empobrecidos de América Latina y según estadísticas internacionales aparece como el país más violento del mundo con una tasa de 103.3 homicidios por cada cien mil personas, sin estar inmerso en una conflagración bélica; con más de mil femicidios acumulados que permanecen en la impunidad, e indicadores crecientes de violencia doméstica contra las mujeres, incluyendo la violencia de Estado evidenciada en diez y siete asesinatos de mujeres pertenecientes a nuestro movimiento, por intolerancia y represión política, acaecidos desde el 28 de junio del 2009 en que se dio el golpe de Estado contra el entonces Presidente Constitucional Manuel Zelaya Rosales y la muerte violenta de nuestra compañera y dirigenta nacional Margarita Murillo, acaecida en el norte del país, el 27 de agosto de 2014, sin que se haya judicializado ningún caso.
Asimismo, se contabilizan 26 asesinatos o crímenes de odio contra la comunidad LGTB durante el régimen usurpador encabezado por Roberto Michelletti y a partir de ahí, se están produciendo 22 asesinatos anuales que se encuentran impunes; asi como diez y seis campesinos condenados a seis años de cárcel por reclamar su derecho a la tierra.
Preocupa que apenas un 11% del total del presupuesto asignado a la Secretaría de Seguridad se designa a investigación criminal y no existe ningún renglón específico para atender crímenes contra mujeres o femicidios y de la diversidad sexual. Es claro que vivimos en un contexto de dictadura constitucionalizada, donde campea la impunidad y la corrupción.
Se observan muy pocos avances en la aplicación de leyes y políticas supuestamente dirigidas a atender tanto las necesidades prácticas como las estratégicas de género, por ello, distamos de cumplir el Objetivo de Desarrollo del Milenio número 3 que establece que para el año 2015, al menos el 30% del poder legislativo en todos los países debe estar conformado por mujeres; en Honduras esta representación es del 19% en el parlamento y del 6% en los gobiernos locales.
Coincidimos con su discurso pronunciado en ocasión del 8 de marzo Día Internacional de la Mujer Trabajadora el año recién pasado, en el que señala que “el empoderamiento de las mujeres y las niñas y el apoyo de su plena participación pueden resolver los retos más importantes del siglo XXI (…) como la pobreza, la desigualdad, la violencia contra las mujeres y niñas” y nosotras agregamos la inseguridad e indefensión en que subsistimos; sumado a ello, la inexistencia de institucionales nacionales e internacionales (incluyendo a las Naciones Unidas), que cuenten con el presupuesto necesario para contribuir en el cambio de estas condiciones.
Valoraríamos mucho sus gestiones encaminadas a promover la ratificación del Protocolo Facultativo de la Convención sobre todas las Formas de Discriminación contra la mujer (CEDAW), como instrumento de facilitación para la aplicación de los derechos de las mujeres contenidos en la misma, ya que Honduras es signataria.
¡Justicia para las mujeres hondureñas!
Movimiento Mujeres en Resistencia del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP)
Fecha: 14 Enero 2015
Fuente: Venceremos Digital