La historia se repite y los trabajadores hondureños vuelven a ser víctima de la complicidad del gobierno para favorecer a la empresa privada.
El presidente Manuel Zelaya, aprobó un raquítico incremento al salario mínimo, luego del fracaso de las negociaciones que durante varios meses sostuvieron representantes de la empresa privada, de las centrales obreras y del Estado.
El incremento decretado por el gobierno alcanza un 9.7 por ciento equivalentes a 233 lempiras mensuales (12 dólares), ha provocado inconformidad en más de medio millón de trabajadores, que se ven afectados porque sus salarios no alcanzan a cubrir el costo de la canasta básica.
El salario promedio estaba en 2 mil 400 lempiras (unos 128 dólares), que con el incremento llegará a 2,633 lempiras (139 dólares) mensuales. Sin embargo, el costo de la canasta básica, esencial, para un hogar de cinco personas, alcanza un valor 4,309.80 lempiras al mes. Es decir que con el salario mínimo solamente se puede comprar un poco más de la mitad. Se reduce a menos de un 30 por ciento al considerar otras necesidades de la familia como salud, vivienda y educación.
Los representantes de las centrales obreras durante muchos años han sido incapaces de luchar por un verdadero y justo salario para los y las trabajadoras. Sólo se quedan en lamentos.
Los empresarios exageran su avaricia. El director ejecutivo del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP), Benjamín Bográn, pronostica serias consecuencia argumentando que el aumento está arriba del nivel inflacionario.