Ante esta oposición, debemos preguntarnos, que ha pasado con la juventud en estas últimas décadas: Masacres en las cárceles, impunidad ante los asesinatos de niños, niñas y mujeres. Incremento de embarazos en niñas y adolescentes. Tráfico y comercio sexual de infantes, adolecentes y mujeres e incluso comercio de órganos. Se suman la propaganda inmoral sobre promoción del tabaco y alcohol y alimentos malsanos para la niñez y juventud. Privatización de los programas de: educación, la salud, la vivienda y falta de oportunidades de trabajo de los jóvenes. Se ha acrecentado las violaciones a los derechos humanos y ambientales de la niñez y la mujer.
En otras palabras los que se oponen a estas declaraciones hacen caso omiso del sistema de acumulación del capital, depredador del medio ambiente, violador de los derechos humanos y ahora llamado globalización neo liberal que es una de las causas principales del desempleo y la sobre explotación de la mujer, niños, niñas, de la clase trabajadora y fuente de discriminación homofóbica, de género, y racismo.
No existe coherencia en un discurso moralista que suprime una realidad ocasionada por el capitalismo cada vez mas deshumanizado. Debemos preguntarnos si el discurso es coherente con la práctica de la justicia social o se trata de una posición ideológica para mantener dormida la conciencia de justicia y amor por la vida planetaria que existe en la juventud. O se trata de alimentar el atraso porque también son aliados del sistema de violencia y de la estructura patriarcal.
Históricamente se ha tratado de aislar la juventud de la transformación social, anestesiarla con alcohol, tabaco, drogas y también con ideas para que sea sumisa, sometida y no rebelde ante la injusticia. Los mecanismos utilizados han sido que no conozca la realidad de su vida reproductiva, que no tenga explicación sobre las causas sociales que generan la pobreza y falta de oportunidades, discriminación de género y de respeto a los derechos humanos.
Debemos también preguntarnos: ¿Estamos a favor o en contra de este sistema que mantiene la opresión de la juventud? Ser aliado de este sistema opresor e inhumano es mantener silencio sobre el sufrimiento de las mujeres en las maquilas, el racismo contra los pueblos originarios, garífunas y campesinos; la explotación de los niños y niñas que trabajan. O ser partidario de una ética despojada de una verdadera espiritualidad y de una defensa de nuestra cultura e identidad.
Necesitamos con urgencia el desarrollo de una educación reflexiva, critica, organizativa y participativa de la juventud. Construir el espacio social de un verdadero dialogo, sin dogmatismos ya sean ideológicos, o religiosos; donde se discutan con amplitud los aspectos científicos, éticos y filosóficos de la sexualidad, la vida reproductiva, de la discriminación de la mujer. Desarrollar una visión verdaderamente compenetrada en el amor y la solidaridad.
Defendamos a la juventud en las oportunidades de una educación para la vida social y reproductiva basada en la justicia y en las oportunidades recreativas sanas y constructivas y sobre todo en las condiciones y acceso al trabajo, la salud y la superación personal y colectiva.
Luchemos por la unidad histórica de los pueblos de América Latina y del mundo mediante la defensa de los derechos de la niñez la juventud y la mujer.
Juan Almendares