Medico hondureño desaparecido junto al Padre Guadalupe Carney y otras 80 personas, el 20 de septiembre de 1983 en Olancho, Honduras
En el II Congreso del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos en abril de 1979 fue nombrado como secretario general.
Testimonio Chemy Reyes González, hija de Jose Maria Mata.
Periodista de 32, la mayor de cuatro hermanos
¿Qué es lo más duro de ser hijo de un Detenido-Desaparecido Político?
Mirar el rostro de tus hijos y saber que viven en la ignorancia de su pasado o ver en ellos los rasgos particulares de quien un día te brindó la caricia de la misma mirada o de la misma sonrisa que te fue brutalmente arrebatada.
Tal vez lo más duro sea, tener que vivir con el corazón a medias y esforzarte a diario por mantenerte entera, incorruptible al dolor, al odio, a la amargura, a la desesperanza, a la desolación o la más presente de todas las emociones, la soledad. Sentimientos que constantemente ponen a prueba tu calidad humana.
Sientes y tienes el deber y la necesidad de mantenerte íntegra por ti, por los que perdiste y por los que hoy son tuyos; porque el tiempo pasa y la vida continúa, se abre paso, y los hijos vienen con ella, la familia, una nueva familia que te acoge, que te rehabilita pero que no puede compartir tu dolor, porque es un dolor que nace de las entrañas, que está en cada uno de los recuerdos, en cada una de las metas logradas por mérito propio, en cada paso y cada tropiezo; un dolor que se confunde entre la mente y el cuerpo, un dolor que tratas y prefieres mantenerlo oculto por tu absurda creencia de que así lo sentirás menos. Un dolor que jamás quisieras tener que compartir. Un dolor con el que aprendes a convivir. Un dolor que pasa a hacer un rasgo más de tu existencia.
A los ojos de la gente tienes todas tus capacidades, pero sólo tú sabes de tu discapacidad, pues te han mutilado, han cercenado un miembro que ninguna tecnología ha podido recrear, el alma. Y vives, y crees, y aún te sorprendes, pues ríes, a pesar de todo encuentras motivos para reír, para continuar.
Entendiendo que eres parte de un legado, que ese cuarto oscuro y vacío que habita en tu ser, es parte de tu fortaleza, de la grandeza heredada y te sientes digna, herida y sobreviviente, conciente de quién eres y lo que vales.
Y así cuando los recuerdos se agolpan en tu mente y tu corazón se comprime hasta dificultar el paso del aire, te permites vivir tu pena, tu luto eterno, tu rabia y tu amor. Tomás conciencia absoluta de que hay una parte de ti que vive inalterable al tiempo. Y revives tu pérdida una y otra vez, sin consuelo, porque simplemente no hay consuelo, no hay nada que amilane la tristeza profunda que te ahoga y vuelves a ser la niña indefensa y violentada. Y clamas, clamas con toda tu humanidad, clamas por tus padres, clamas por tu vida quebrantada, clamas justicia.
Una justicia mal denominada, porque la Justicia no es justa es legal. Y la legalidad actual no te ha permitido la única cosa que tal vez te devuelva algo de paz, un lugar donde poder ir a despedirse, un lugar donde presentarle a los maravillosos nietos que no conocerá, un lugar donde poder llorar tu desazón. Un lugar que te dé la certeza de final. Un lugar que ahuyente los fantasmas del pasado, porque más de una vez creíste haberlo visto aparecer a tu lado.
Justicia, escurridiza e inalcanzable. Tal vez si la denominamos de otra forma, una que no conlleve implícito el castigo, los silentes conocedores de su paradero se apiaden y me otorguen lo esperado, los restos de mi padre, porque a estas alturas no cabe el odio o el rencor, ni condenas, ni reparaciones, ni medidas de mitigación o compensación alguna que me devuelvan los años de vida arrebatados a mí, a mis hijos, a mis hermanos o a la familia.
Ahora si usted ha leído hasta aquí dígame qué cree que es lo más duro de ser hijo de un detenido desaparecido. Soy Chemy Reyes González, periodista de 32 años, madre de 2 bellos hijos, la mayor de cuatro hermanos, hija del Doctor José María Reyes Mata, también conocido como Comandante Pablo Mendoza, desaparecido en la selva hondureña a mediados de 1983. Si usted sabe de él le ruego que anónimamente me lo haga saber, mi correo siempre será el mismo chemyreyes@hotmail.com .
Somos varios los que aún esperamos por él.
Santiago de Chile
Carta testimonial enviada al Comite de Familiares Detenidos y Desaparecidos en Honduras. COFADEH