Los últimos días de Lempira

Descartemos la leyenda, Lempira existió y murió en combate

Desde la escuela se nos ha enseñado que Lempira fue muerto a traición por dos españoles que iban montados a caballo (con una bandera blanca en señal de paz) y el que iba atrás le disparó con un arcabuz; herido en la frente, Lempira rodó y su cuerpo nunca se encontró; los 30 mil indios que le rodeaban huyeron en desbandada.

Por mucho tiempo se ha cuestionado esa versión por que no resultaba lógica y no concuerda con la realidad de aquella época. Rechazando la misma, varios intelectuales hondureños llegaron a afirmar décadas atrás que Lempira no era más que una leyenda, que su existencia no tenía fundamento científico.

Una investigación realizada por el historiador hondureño Mario Felipe Martínez Castillo en 1987 confirma la existencia del héroe nacional, pero a la vez descarta la leyenda que nos han enseñado y revela cómo fue en verdad que murió el señor de la sierra.

El historiador Felipe Martínez investigó durante años en el Archivo de Indias en Sevilla, España.
Ayudado por otros investigadores amigos pudo encontrar un documento donde se habla del levantamiento de cerquín y la muerte de lempira.

“Yo maté a Elempira”: Rodrigo Ruiz

Martines leyó varias veces las relaciones de meritos de más de doce conquistadores de Honduras y fundadores de las principales ciudades. Todos, en diferentes documentos hacen alusión a un levanta¬miento indígena ocurrido en la provincia de Gracias a Dios y de su respectiva pacificación, sin menosprecio y sin darle tampoco un gran mérito.

“Me extrañó sobremanera que ninguno de ellos hiciera mención del ca¬cique Lempira y sí mencionan a SOCREMBA por ejemplo, “como el más grande señor de estas tierras”. Aunque todos hablan del levantamiento ocurrido en la provincia de Cer¬quín, ninguno hace mención de Lempira. Todos dicen que un señor de la tierra tuvo inquieta la provincia. El mismo Montejo al hablar de la pacificación de Gracias no lo men¬ciona, por lo cual llegué a imaginar que el nombre de Lem¬pira era una invención del cronista Herrera”, dice Martínez en su libro “Los últimos días de Lempira” publicado por Editorial Universitaria.

Pero entre la documentación de la Audiencia de México, se encontró una probanza sobre Rodrigo Ruiz, un conquistador de Honduras que en la relación de méritos asegura que fue él “quien por su valor y el mérito probado de haber dado muerte a un capitán indígena que traía revuelta la provincia de Cerquín, había rápidamente logrado su pacificación”.

El documento es una pieza judicial hecha en México el año de 1558; donde aparece abundante información y detalles sobre la conquista. En este tipo de probanzas, las declaraciones de los testigos tienen una gran validez.

Entendemos que la probanza de méritos era como una especie de juicio donde el interesado comparecía ante las autoridades para someter a prueba sus aseveraciones sobre la contribución en la conquista y dominación española y luego eran interrogados una serie de testigos para comprobar lo que se afirmaba. El propósito era demostrar méritos para ser recompensados.

La probanza de méritos de Rodrigo Ruiz se inicia el 18 de enero de 1558 y consta de más de 90 folios; “Es un documento digno de toda credibilidad; está catalogada en Patronato Regio Legajo No.69, ramo No.5, Archivo General de Indias en Sevilla”, asegura Martinez.

Cómo fue la muerte de lempira
Rodrigo Ruiz acompañó a los conquistadores de México, Guatemala y Honduras. Su probanza tiene 19 afirmaciones que luego se pregunta a los testigos que saben de las mismas. De la 3 a la 8 se habla y se esclarece la existencia de Lempira y su muerte. Transcribimos las mismas casi completamente y mantenemos el lenguaje y ortografía en las citas textuales.

“Llegado al asiento llamado Ciguatepeque el cual es en la dicha provincia, el Governador y Capitán General llamado don Francisco de Montejo el cual conquistaba en nombre de su Magestad las dichas provincias me envió a mi el dicho Rodrigo Ruiz y a otros españoles a las fuerzas y peñoles llamados Cerquin a llamar de paz los que dentro de ellas estavan, a la cual parte llegados estándoles diziendo que viviesen en paz y vinie¬sen a dar obediencia a Su Majestad como heran obligados y lo habían hecho otros pueblos”.

Los indios no aceptaron la “paz” ofrecida por los españoles. Lempira logró reunir un buen número de pueblos que gozaban de cierta autonomía y con las dichas fuerzas “copia de dos mil hombres con mano armada nos dieron una guazábara en la cual nos mataron a Francisco de Mesa y a Juan Gasparin y salimos de la dicha guazábara muchos heridos”, cuenta el español.

“Mando que les diésemos guerra por todas partes, la cual les dimos muy mucho tiempo así de día como de noche y les corri¬mos la tierra a la redonda pasando siempre gran trabajo y necesidad así de hambre como de otras cosas necesarias a la guerra y nunca quisieron venir a dar la paz aunque les qui¬tamos mucho tiempo el agua que bevían sino antes con todo esto ellos heran los que nos hacían todo el mal matándonos los indios que traíamos en nuestra ayuda y socorro y he¬rían a los españoles que andavan procurando de los atraer en paz al servicio de Su Majestad”.

Vien¬do el general Montejo “que hacia mucho tiempo que estavamos sobre las dichas fuercas y peñoles pasavamos gran necesidad en la comida por no la aver como no tener calcado ni armas ni de donde nos viniese, y que un indio capitán de las dichas fuercas llamado ELEMPIRA les animava y decía que no diecen la paz sino que nos matasen y diesen guerra; mando un dia que todos los españoles que es¬tavamos en las dichas fuercas las cuales eran tres se hiziesen todas tres una para juntos irnos de noche al dicho real llama¬do Ciguatepeque de donde haviamos salido y que los dexasemos dentro de las dichas fuercas como estaban y mandó que todos los españoles se recojesen al real de Ciguatepeque… el dicho Capitán, llamado E LEMPIRA salió luego de las dichas fuercas con mucha gente de guerra, y nos dio una guazábara y nos quemó todas las casas del Real y sacó de las sepolturas los cuerpos de los dichos Juan de Mesa y Gasparin a los cuales havia este dicho Capitán muerto y hizo arrastrar los cuerpos con sus mortajas por el Real y después los hizo ahorcar de unos pinos, todo lo cual hizo viendo que no po¬díamos estorbarselo por el gran acopio de gente que tenia en las dichas fuercas”.

Los españoles se sintieron en gran peligro, pues se sabían que todos los pueblos de la provincia de Gracias venían a hacerles la guerra y estimaron que al salir de la zona para volver a Siguatepeque como les habían mandado los podían matar o capturar, puesto que muchos estaban heridos y no podían pelear.

“Yo el dicho Rodrigo Ruiz como celoso del servicio de su Majestad poniendo en gran peligro mi persona por evitar tan¬to mal como se esperaba procure entrar en el dicho escuadrón de los enemigos con mi espada y rodela y fui a la parte y lugar do estava animando a su gente el dicho capitán llamado E LEMPIRA el que traía vestida y las armas de los españoles que avia muerto y peleando con el le mate y córtele la cabeca la cual por traerla al dicho general recibí muchas heridas ansí en la cabeca como en el rostro con todo lo cual la saque en las manos y nunca la dexe aunque venia pelando y heri¬do de peligrosas heridas de las cuales llegue a punto de muerte y la cabeca di al general en sus manos”.

“Por matar yo el dicho Rodrigo Ruiz al dicho capital llamado ELEMPIRA hize en ello muy se¬ñalado servicio porque el fue el que mato a los dichos Francis¬co de Mesa y Juan Gasparin y lo otro porque como hera el que traya todos los pueblos de la dicha provincia alborotados y rebueltos y lo otro porque asi como vieron que en la bata¬lla que tuve con el llevava muerto y cortada la caveca luego se retiraron a las dichas fuercas de a cuatro dias les ganamos las dichas fuercas y peñoles sin peligro de ninguna persona y sa¬lieron dellas, los que dentro estavan y se fueron a sus pueblos y se poblaron en ellos y dieron la paz y se pobló luego la ciudad que agora dizen Gracias a Dios”.

En el resto del testimonio Rodrigo Ruiz describe los alzamientos de Comayagua y Olancho, sobre todo la toma de la fortaleza de Lexamani, el pe¬ñol de Guatepeque, el de Rorroteca, y el de Aguacerquín; la fundación de Santa María de Comayagua y San Jorge de Olancho y los lugares donde allí pelearon como el peñol de Guarizama, Crinolas y Papalote.

Según el relato, al morir ELEMPIRA estaba vestido con la ropa quitada a los dos españoles muertos por él mismo. Según Martínez se podría interpretar como la de que LEMPIRA de esta manera se sintiera poseedor de los dones que creyera tenían sus enemigos españoles, práctica común en otras partes de América que se llegó hasta hacer uso de la antro¬pofagia para que las cualidades del vencido pasasen al vence¬dor.

El documento aclara situaciones, pero debe seguirse investigando

Ni Rodrigo Ruiz ni los testigos hacen alusión al mes o año en que se realizaron los hechos. Sin embargo queda claro que no fue en invierno como dice la leyenda, ya que en el documento dicen los testigos que les quitaron el agua, cosa que en invierno no hubiera sido nece¬saria.

El documento nunca dice el número de españoles que andaban en la campaña.
Queda claro que Gracias a Dios, hoy Gracias, cabecera del Departamento de Lempira; no se había fundado y que el asiento que tenían establecido los españoles era en Siguatepeque. Si Gracias y Comayagua fueron funda¬das una primera vez en 1537, hay que suponer que el levan¬tamiento de Cerquín debió suceder a finales de 1536 o prin¬cipios de 1537, lo que coincide con la época de verano o es¬tación seca en Honduras, y de allí la importancia de cortar¬les el agua.

Rodrigo Ruiz no dice que entró hasta donde estaba Lempira con su caballo, mas bien hace suponer que lo hizo a pie, pues dice que recibió muchas heri¬das en la cara y la cabeza, y de haber entrado a caballo las heridas no serían tan altas, sino más bien en las piernas. Además que en sus otros relatos siempre menciona a su caballo y no habría razón para omitirlo en el de Cerquín.

También queda claro que el Capitán Alonso de Cáceres no estuvo presente por lo menos en el momento de la muerte de ELEMPIRA, pues todos los testigos y el mismo Ruiz dicen de él que éste andaba pacificando un valle que llaman Comayagua y que ante el pe¬ligro que pasaban los que con Montejo estaban en el Real de Siguatepeque, hizo llamado general de todos los españoles que posteriormente a la muerte de E LEMPIRA, trajeron de paz al resto de los pueblos de la provincia de Cerquín y se fundó la ciudad de Gracias a Dios, en donde sí consta estuvo Alonso de Cáceres.

Doce años después de la Probanza, el Virrey de la Nueva España da las recomendaciones: “después de estudiar todas estas respuestas y comprobar que a Rodrigo Ruiz nun¬ca le tocaron indios en repartimiento en Honduras ni en Gua¬temala, y que actualmente vive en México, con casa poblada y mujer e hijos, sin ninguna entrada, por lo que están muy pobres, recomienda al Consejo de Indias se le dé una pensión de 500 pesos en recompensa de sus servicios”.

El historiador Martínez plantea que de todas las respuestas se pueden sacar dos conclusiones: Primera, que el levantamiento de Cerquín fue totalmente cierto y, Segunda, que el Capitán indígena que lideraba a los pueblos de la pro¬vincia de Cerquín se llamaba ELEMPIRA.

“Este documento extraordinario, que no ha sido estudia¬do por ningún otro historiador, amerita un análisis más dete¬nido y sin apasionamientos que tergiversen los hechos para poder entender con claridad cómo se efectuó la conquista de Gracias a Dios, Comayagua y Olancho. Lógico estímulo para la presente y futura generación de historiadores hondureños que darán vida a nuestra Historia Colonial, haciendo uso de documentos como éste y no copiando simplemente, sin siquiera hacer una comprobación crítica de los hechos que han escrito otros historiadores”, concluye Mario Felipe Martínez Castillo.

Como surgió la leyenda que nos han contado

La historia que hemos conocido sobre la muerte de Lempira fue publicada por primera vez cien años después del levantamiento de Cerquín, escrita por el cronista español Herrera en una “Historia de América”, publicada en Sevilla en 1626.

“Durante el Siglo XVII, XVIII y primera mitad del XIX, nadie escribe sobre Lempira como el cacique que defendiera una porción del territorio de Honduras contra los españoles; fue hasta que Pepe Milla en su “Historia de Centroamérica” copiara íntegro lo que dice Herrera sobre la conquista de Honduras.
Posteriormente Chamberlain y los historiadores hondureños de finales del Siglo XIX y principios del XX co¬piando a los dos autores anteriores, convierten a Lempira en el símbolo de la resistencia indígena de Honduras contra el invasor español”, señala Mario Felipe Martínez.

De esa manera se minimizó y olvidó la resistencia realizada por otros caciques antes y después de Lempira, como Benito en Comayagua en 1522, la resistencia de Sicumba en el Valle de Sula en 1536 y la resistencia que los indios de la Tagusgalpa hicieran en 1612.

Los testigos
La credibilidad del documento se da no sólo por ser una relación de méritos hecha ante la Audiencia de México, sino también por la cali¬dad de los testigos que aparecen en el proceso. Comenzaron a ser interrogados el 10 de febrero de 1558, por separado, en secreto y bajo juramento, respondiendo cada uno las 19 preguntas sobre la vida y actuación del declarante.

Hay tres clases de testigos:
1o. Cuatro compañeros del declarante que estuvieron en el sitio donde se dio muerte al Capitán indígena que tenía revuelta la provincia de Cerquín.

2o. Aquellos que estaban en Siguatepeque y le vieron lle¬gar de la batalla con la cabeza del vencido. Aquí está doña Catalina de Maldonado, hija del Adelantado Montejo, que dice textual¬mente “curó de las heridas al soldado que según le dijo su pa¬dre el Adelantado había dado muerte al capitán indígena que se sublevó en la provincia de Cerquín, por lo cual el adelantado hizo regocijo y fiestas porque la gente que estaba sublevada era mucha y ellos muy pocos y con la muerte del capitán indígena todos los pueblos en dos o tres días vinieron en paz”.

3o. Aquellos que no estuvieron presentes, pero oyeron al capitán Alonso de Cáceres y al mismo Adelantado Montejo decir que la pacificación de Cerquín se debió a que “el dicho Rodrigo Ruiz diera muerte en batalla al capitán indígena ELEMPIRA”. “por lo que todos están de acuerdo en que fue este declarante y no otro el que llevó de paz a la provincia con la muerte en combate con el capitán indígena que defendía Cerquín”.

Entre estos testigos está Alonso de Maldonado quien fue Presidente de la Audien¬cia de los Confines en 1542 en la ciudad de Gracias, apenas unos seis años después de la muerte de Lempira.

Publicada en Vida Laboral Revista # 31

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