El reporte da cuenta de un accidente de tránsito, como uno más de los que ocurren en las vías de alguna de nuestras ciudades. Sin embargo, con algunos factores que le dan una distinción muy especial. De acuerdo a testigos y a diarios de circulación nacional, el vehículo que provocó el hecho trágico es propiedad del Estado hondureño circulando en horas inhábiles, conducido supuestamente por un miembro de la guardia de honor presidencial.
De acuerdo a diversas fuentes muy bien acreditadas, el vehículo habría arrancado raudo y veloz de un centro de consumo de bebidas alcohólicas de la ciudad, no respetó un alto en la esquina del edificio de una agencia bancaria, y en la siguiente esquina tampoco respetó el alto, provocando el desenlace que dejó enlutadas a varias familias de un solo porrazo fatal.
La versión oficial identifica como responsable del hecho al miembro de la guardia de honor presidencial, quien en este momento se encuentra supuestamente guardando prisión esperando los días que establece la ley para inquirir, al tiempo que empleados de la municipalidad progreseña se afanaban el propio domingo para reparar con diligencia y prontitud el inmueble en donde impactó el vehículo nacional.
¿No había nadie más en el vehículo del Estado? ¿El miembro de la guardia de honor presidencial era realmente el conductor del vehículo responsable del hecho trágico? ¿El jefe de la policía del departamento de Yoro tiene algo más que decir además del reporte oficial? ¿Qué pasará con el miembro de la guardia de honor al cumplirse los seis días para inquirir que establece la ley? ¿Lo que reporta el informe oficial tiene que ver con las verdaderas circunstancias y con los nombres propios reales del accidente? ¿Qué tiene que ver este hecho con eso que llamamos el imperio de la ley, en donde nadie está por encima de la ley, en donde no hay privilegios y en donde ninguna autoridad obedece a nadie sino a lo establecido por la ley?
Estas preguntas se quedarán para siempre sin respuesta, porque son parte de un mundo de estricta política-ficción. Lo único cierto en todo este reporte son la ingrata muerte, los heridos, el llanto de sus familias, y unos cuantos empleados públicos trabajando en reparar asuntos privados. Todo lo demás forma parte de fábulas, leyendas y cuentos con personajes que se visten de azul y rojo, que juegan a elecciones, a puestos de gobierno, que juegan a pasarse las leyes por el arco del triunfo. Y se divierten incluso usándolas para cambiar circunstancias y nombres propios, y para planear y dar, en su momento oportuno, algún golpe de Estado.
Diario Tiempo
Martes 8 de junio 2010
Sección Opinión