Cuando apenas comenzábamos a salir del asombro, el 8 de junio se dio otro movimiento telúrico aislado a las 11:13 PM de magnitud 5.7 grados en la escala de Richter, seguido de una serie de replicas.
Especialistas en el tema consideran que entre las causas de este sismo se encuentra, como efecto del primer fenómeno, la activación de un grupo de fallas sísmicas en la costa norte; por lo que advierten que el pueblo hondureño debe estar alerta y prevenido, ya que estos movimientos se podrían repetir incluso con mayor intensidad.
En otros países del mundo con escalas inferiores a las presentadas en Honduras, se ha visto la destrucción de ciudades enteras, pérdida de numerosas vidas humanas y costos millonarios para los gobiernos; sin embargo en nuestro caso, debido a que los epicentros se han encontrado en mar abierto, la cuantía de los daños en comparación podría parecer no tan impactante.
Esto en ninguna manera significa que el país se encuentra en la solvencia como para atender a estos desastres, como el Presidente Manuel Zelaya ha venido afirmando “el país cuenta con los fondos necesarios para ayudar a los damnificados que son unas 200 familias a quien directamente se les dará dinero para que resuelvan sus inconvenientes”, hasta antes de la ocurrencia del segundo sismo.
Por otra parte, es conocido que para el organismo responsable, la Comisión Permanente de Contingencias (COPECO), no es posible brindar toda la atención y mitigación de emergencias que se necesita, lo que es particularmente preocupante en este momento ya que a consecuencia de los sismos los bordos de los ríos Ulúa y Chamelecón están destruidos o dañados y la temporada de lluvias apenas comienza, aumentando la vulnerabilidad del Valle de Sula y del país, por lo que COPECO a declarado en alerta verde el territorio nacional.
En este contexto nos preguntamos porqué un tema tan relevante y que representa consecuencias catastróficas para el país esta siendo minimizado y pasado a segundo plano por el Gobierno, quien sigue sin escatimar esfuerzos en la promoción de sus propios intereses; atendiendo a medias las necesidades de la población afectada y sin tomar medidas preventivas ante el panorama de riesgo que se observa.
Necesitamos contar con fondos para atender esta emergencia y no es momento para darnos el lujo de rechazar la ayuda de la comunidad internacional. Esta es una ocasión para fusionar esfuerzos con organizaciones de ayuda humanitaria y la sociedad civil, a fin de contrarrestar los efectos sobre los más vulnerables.
No es posible que la confrontación política desplace las necesidades primordiales del pueblo, por lo que hacemos un llamado a las autoridades a eficientar la respuesta ante esta amenaza y a darle la importancia que merece esta problemática nacional, asimismo a proveer los fondos necesarios para atender a esta emergencia y realizar las acciones de prevención pertinentes a fin de estar preparados y preparadas para hacer frente a estas situaciones.
Fuente: comunicacion@gsc.hn
Tegucigalpa MDC 10 de junio de 2009