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salud Laboral
Reflexión Espiritual
Editorial
MAQUILADORAS:
INCUBADORAS DE ENFERMEDADES
Las empresas maquiladoras son más de doscientas en Honduras. Ciento cincuenta funcionan en unos 25 parques industriales que tienen desde 2 hasta 30 naves o edificios para producción y bodega.
Sin embargo, muchas laboran en locales improvisados sin las mínimas condiciones de seguridad e higiene. Locales que antes fueron de talleres, bodegas, mercados, iglesias y hasta antiguos cines, son usados ahora como centros de producción maquilera.
Aún en los parques industriales, que desde fuera se ven muy bien pintados y con bonitas áreas verdes, se labora en condiciones tales que convierten a esos lugares en generadores de enfermos y enfermedades.
En estas zonas tropicales, donde el calor en verano alcanza hasta 39 grados centígrados, estar dentro de algunas maquilas es como estar en un horno, dado que no todas cuentan con aires acondicionados con capacidad suficiente para cubrir todo el plantel, con centenares de personas y maquinas que calientan aun más el ambiente.
Algunas empresas disponen de ventiladores industriales que resultan muy dañinos dado que remueven durante todo el día el tamo de las telas, los hilos y el polvo que es absorbido por los trabajadores provocando bronquitis, rinitis, sinusitis y otras enfermedades respiratorias.
Muy raras empresas facilitan mascarillas adecuadas para protección de las obreras y cuando se les da, no se concientiza a las trabajadoras ni se vigila el uso de las mismas. Algunas son de tan mala calidad que su uso no contribuye en nada con la protección. En Gildan de El Progreso, para el 2001 les han asignado un cubre boca de tela que debe durarles todo el año.
A la hora del almuerzo la maquila parece una verdadera colmena sin panal. Miles de mujeres que a falta de lugares adecuados se acomodan en cualquier acera, a la orilla de las carreteras, abajo de algún árbol o en pleno sol, sentadas en piedras y hasta junto a los cauces de las aguas negras.
En los ZIP mejor acondicionados, se dispone de cafeterías debidamente aseadas y se sirve hasta comida buffet. El inconveniente está en que disponen de muy pocos asientos para poblaciones laborales de quinientos y hasta de más de mil empleados. Por otra parte, en esas bonitas cafeterías un plato de comida vale más de la mitad del salario mínimo diario de una obrera.
En varias ocasiones se han presentado desmayos masivos en La Ceiba, Baracoa Cortés, en la Chung Shing de Naco Cortés y a finales del año pasado en la Wonchang de CHIP Choloma. Las probables causas han sido el uso de químicos en las telas que afectan el sistema nervioso, hacinamiento excesivo al trabajar 500 personas en un local para doscientas y consumo de alimentos contaminados.
Mucho mas frecuentes son las denuncias de trabajadoras que se desvanecen en su puesto de trabajo, se les lleva a enfermería, la acuestan un rato, le dan una pastilla o les aplican una inyección y la mandan de nuevo a laborar. La negación de atención médica oportuna ya ha provocado varias muertes.
El consumo de agua está restringido y de igual manera los permisos para ir al baño. Cuando hay deficiente iluminación no sólo afecta la vista si no que al hacer un sobre esfuerzo provoca mayor cansancio y estrés. A todo esto hay que sumar las jornadas que se prolongan a veces hasta por 14 horas.
Decenas de miles en la maquila no tienen acceso a los servicios del Instituto Hondureño de Seguridad Social. Los médicos de empresa están para que la obrera enferma se reponga y continúe trabajando, no para atender su salud como debe ser.
En el Ministerio de Trabajo no funciona la dependencia de Higiene y Seguridad como lo manda la Ley. No están al tanto ni siquiera cuales son sus funciones mucho menos para que tengan interés en cumplirlas.
Todo esto hace que la industria maquiladora se convierta en una gran incubadora donde se generan y reproducen múltiples enfermedades.
Que se vigile estrictamente las condiciones y ambiente de trabajo en la maquila debe ser interés de todos, puesto que los hombres y mujeres que allí se enferman deberán luego ser atendidos con los escasos recursos que dispone el Estado para la salud. Mientras los empresarios resuelven fácilmente el problema despidiendo al que se enfermó y contratando una nueva joven para aprovechar al máximo los mejores años de su vida.