Modibo Traoré subrayó que el reto actual es duplicar la producción de alimentos para el año 2050. En este contexto, dijo que la biotecnología, que incluye la elaboración de transgénicos, es una herramienta importante, sobre todo porque la inseguridad alimentaria ya existente se ha agravado con los problemas ocasionados por el cambio climático.
En la agricultura, la biotecnología “reduce las pérdidas por enfermedades y aumenta la producción sostenida”, dijo, y agregó que los objetivos de los transgénicos son mejorar las variedades y la calidad de los productos, aumentar el abasto y lograr buenas prácticas agrícolas.
Traoré indicó que la FAO insistirá en el uso de la biotecnología, pues la meta de incrementar la producción de alimentos en los próximos cinco años se cumplirá sólo si se usan los enfoques adecuados.
Por su parte, Mariano Ruiz Funes Macedo, subsecretario de Agricultura de México, descartó que el hambre en el país mantenga una tendencia similar a la mundial, y defendió en entrevista a los alimentos hechos con biotecnología diciendo que “sería absurdo que renunciáramos a los adelantos tecnológicos”.
Dijo que, según lo que establece la ley de organismos genéticamente modificados, aprobada hace un año, México se encuentra en la fase experimental; y pasará a la fase piloto antes de llegar a la liberación comercial. Hasta ahora se han otorgado 24 permisos de los cuales la mitad se ejercen en los estados de Sinaloa, Tamaulipas y Nuevo León. Los primeros resultados se tendrán al final del ciclo otoño-invierno. “La meta es producir bienes debidamente soportados con apoyo de la biotecnología”.
Negocio de multinacionales
“Es un mito que la biotecnología haya contribuido a disminuir el hambre en el mundo”, aseguró Miguel Altieri, profesor de Agroecología de la Universidad de Berkeley, California, quien participa en el Foro Alternativo Transgénicos, ni salud ni alimento para el mundo, que se celebra en Guadalajara como respuesta a la reunión internacional de la FAO.
El investigador chileno explicó, en el foro paralelo al de la FAO, que en el mundo se cultivan 180 millones de hectáreas de transgénicos de soya, maíz y algodón, “pero no hay ni una hectárea que esté alimentando a los mil millones de personas con hambre en el mundo, porque el maíz y la soya que se producen son para el ganado, y el algodón y la canola tienen otros usos, como el de los biocombustibles”.
Altieri dijo que la FAO se ha prestado a los intereses de las multinacionales, y el mensaje es: “si no se suben al tren de la biotecnología, no van a progresar. Pero nuestra gran pregunta es: ¿Y si el tren va en la dirección equivocada? Esa es la posición que nosotros tenemos, que hay alternativas basadas en sistemas agroecológicos, y eso es lo que debemos promover para el futuro de la humanidad”.
Adelita San Vicente, del grupo Semilla de vida, dijo que “nuestro objetivo es defender la agricultura campesina. Ahí está la solución a los problemas de falta de alimento y de crisis alimentaria y ecológica”.
Los opositores están convencidos de que detrás de todo el apoyo del gobierno a los transgénicos hay un gran negocio. “Más que introducir una tecnología que nos puede o no ayudar, lo que hacen las empresas es apropiarse de nuestro maíz. Es un gran negocio. Y nuestro país se los está brindando en bandeja de plata. Por eso nos preocupa, ya que 80 por ciento de los productores de México siembran maíz; todos comemos maíz tres veces al día; es 50 por ciento de nuestra ingesta calórica y 22 de la ingesta de proteínas. No entendemos por qué el gobierno ha cedido a la presión de la empresa trasnacional para permitir la siembra de maíz transgénico”.
Alberto Gómez, del Movimiento Campesino, se quejó porque el marco legal actual facilita que las trasnacionales, como Monsanto, se adueñen de las semillas. “En un rato más, con esas leyes, van a prohibir que nosotros selecciones, guardemos, intercambiemos nuestras semillas”. Dijo que dos millones de campesinos mexicanos usan semillas de maíz criollo. “Eso es lo que alimenta a México”.
Montserrat Mauleón Lee
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